Ya lo dijo William Shakepeare: "La juventud, aun cuando nadie la combata, halla en sí misma su propio enemigo". Como si de un rompecabezas incompleto se tratase, el realizador Sébastien Marnier dirige su segundo largometraje, 'La última lección', presentado en la sección Sconfini del 75º Festival de Venecia, que logró una Mención Especial en el 51º Festival de Sitges.
Pierre Hoffman entra como profesor sustituto en el prestigioso liceo Saint Joseph, llega para cubrir una vacante de urgencia, puesto que el tutor y profesor de Lengua y Literatura de los alumnos de 3º de la ESO se lanzó por la ventana durante una clase. Pierre entra en un ambiente increíblemente hostil, integrado por una docena de alumnos que son considerados estudiantes de élite y auténticas promesas del mañana. Poco a poco, Pierre comienza a intrigarse por el destino del profesor al que releva, ¿por qué se quiso suicidar? Su curiosidad va convirtiéndose en obsesión cuando un grupo de alumnos de su clase empiece a comportarse de manera sospechosa.
La mirada afilada al deshumanizado sistema educativo de excelencia
Ya la primera escena es toda una declaración de intenciones: El suicidio del profesor durante un examen parcial. Posteriormente, se aprecia la mirada impávida de un grupo de alumnos liderados por los personajes de Luàna Bajrami y Victor Bonnel. Si en su primer largometraje, 'Irréprochable', Marnier mostraba el lado más feroz del ser humano en una crítica velada al sistema capitalista de la crisis económica, con 'La última lección', el cineasta muesta las consecuencias más extremas de aquella crisis, reflejada en una adolescencia que mira de forma apocalíptica el porvenir.
Marnier evoca el espíritu perverso de la juventud que trajo François Ozon en 'Amantes criminales' y 'En la casa', con una narrativa que recuerda a 'Caché (Escondido)' y 'Happy End' de Michael Haneke, en el sentido de retratar una mirada particular de la juventud, entremezclada con una historia que oculta información al espectador, de forma que crea una enigmática espiral paranoica, en la que el público se convierte en un morboso mirón de los acontecimientos, de forma similar a lo que acaba siendo el profesor protagonista, interpretado por un magnífico Laurent Lafitte, miembro de la Comédie Française y con un gran atino en sus papeles dramáticos en los últimos años.
De ahí que el filme sea un continuo juego de adivinanzas, con una mirada perturbadora. Gracias a ello, Marnier puede hacer una película en la que su afilada crítica puede fragmentarse. Por un lado, muestra un salvaje sistema educativo basado en la excelencia, una metáfora de ese cruel sistema capitalista que ya reflejó en su ópera prima. Después, muestra la ausencia de esperanza y de mirada hacia el futuro de una juventud que se ha criado en medio de una fuerte crisis económica, que vive las consecuencias del cambio climático y de las guerras que han provocado el desplazamiento de miles de refugiados.
Laurent Lafitte brilla en este perturbador thriller psicológico
Retratados como si fuesen los niños de 'Los chicos del maíz' o 'El pueblo de los malditos', esos alumnos muestren el lado más extremo de cualquier tipo de activismo. Sin duda, magníficas interpretaciones de unos jóvenes que sacan a relucir la peor cara del privilegio. Considerados prodigios y superdotados, su arrogancia y desprecio por todo aquel que no sea como ellos es, sin duda, un reflejo de ese sistema inclemente que solo valora los resultados académicos, obviando el lado humanista de la educación.
En ambas críticas, el realizador crea una trama retorcida, que logra provocar angustia y terror casi a la par. Es admirable cómo Marnier consigue que una apacible tarde en un lago o una vuelta en bicicleta por el campo puedan convertirse en una situación incómoda semejante a la tranquilidad que es el preludio de una tormenta.
Si algo puede reprochársele a Marnier es, quizás, la ausencia de objetivo concreto. No obstante, una vez, la ausencia de mensajes claro logra que su trama sea una intriga constante, un laberinto de obsesiones y paranoias en las que el cineasta introduje lenta y sutilmente al público, de tal forma que cuando termina, sigue dentro de la trama, como la gitana Carmen a Don José en la famosa ópera de Bizet: "El pájaro al que creíste sorprender, batió sus alas y voló [...] Crees tenerlo, te evita; creíste evitarlo y él te tiene". Sin duda, una magnética telaraña que convierte a 'La última lección' en uno de los filmes más intrigantes y fascinantes de este año.
Nota: 8
Lo mejor: El clima opresivo que está alrededor de la película y Laurent Lafitte.
Lo peor: La ausencia de información o de mensaje más explícito no gustará a cierto público.