Por muchos papeles que haga, y eso que lleva ya más de ochenta, Karra Elejalde siempre será recordado (muy a su pesar) por hacer de Koldo, aquel padre vasco de pura cepa que conquistó los corazones de todos en la taquillera 'Ocho apellidos vascos' y su secuela, 'Ocho apellidos catalanes'. A otro padre vasco interpreta en su nueva película, 'La vida padre', donde hace de Juan Inchausti, un chef padre de familia cuyo restaurante es uno de los máximos exponentes de la restauración en el país. Sin embargo, una noche en la que la plantilla del Athletic, encabezada por Javier Clemente, le hace una visita, ocurre una desgracia que le hace tirarse a la ría más cercana para dejar de existir.
Con esta premisa empieza la nueva película de Joaquín Mazón, director que, tras iniciarse en series de renombre como 'Con el culo al aire' o 'Allí abajo', saltó al largometraje con 'Cuerpo de élite' y su posterior adaptación a serie de televisión. Tras una filmografía predominantemente de encargos, el director madrileño plasma en pantalla grande una suerte de segunda oportunidad entre un padre y un hijo. Treinta años después de que Mikel Inchausti (Enric Auquer) perdiese a su padre en la ría, se encuentra con él de manera casual en una época en la que él es un chef de renombre especializado en la cocina posmoderna. Pero algo ha cambiado: su padre sigue anclado en los años 90.
Pronto, 'La vida padre' saca a pasear su mayor virtud: el maravilloso y divertidísimo dúo que conforman Elejalde y Auquer como progenitor y primogénito. La química que desprenden se asienta sobre un guion ingenioso que quizá echa en falta bromas algo más elaboradas que no dependan en su totalidad del buen hacer del elenco. Ambos actores son la base y el motor de la película, pero no están mal acompañados.
Aprendiendo el síndrome de Korsakoff
Envolviendo a la dupla principal, tenemos conformando al reparto a Lander Otaola, Maribel Salas, Gorka Aguinagalde, Yanet Sierra y, a la tercera protagonista en discordia, Megan Montaner, que interpreta a Nagore, una doctora que tratará la amnesia de Juan y servirá como gancho para las desavenencias entre padre e hijo. La cinta de Mazón decide no meterse en demasiados jardines respecto a la enfermedad que acusa el personaje de Elejalde: el síndrome de Korsakoff.
Nagore se erige como un personaje fundamental no solo porque tiende puentes entre Juan y Mikel, sino porque, además, es la encargada de cuidar el terreno de la salud (mental y física) y su correcta verbalización, no dejando que Mikel tache a su padre de "loco", sino explicando y divulgando en qué consiste realmente. La amnesia perenne del síndrome provoca en Juan Inchausti una alteración de la memoria que sirve a Mazón para desubicar a su personaje en una actualidad que le desconcierta y martiriza, construyendo así un humor ya visto anteriormente basado en la confrontación entre lo de antes y lo de ahora.
Choque de estilos
'La vida padre' se sustenta a base de confrontaciones: la cocina, Bilbao como ciudad o incluso los gentilicios. Empezando por el eje central, la gastronomía, Mikel representa la cocina moderna, con sus deconstrucciones y esferificaciones, que choca con la cocina tradicional que practicaba Juan, la de toda la vida, la de cualquier abuela de bien. Sin embargo, el guion discurre de tal manera (pecando de previsible) que provoca que, del mismo modo que la cocina moderna bebe de la tradicional para seguir avanzando y expandiéndose, Mikel necesita a su padre para cocinar su crema secreta (la cual ha olvidado) que le otorgará su tercera estrella Michelín, trazando un paralelismo narrativo atractivo y desenfadado. Asimismo, Bilbao como ciudad es otro personaje más. La Bilbao de la década de los 90, sucia, oscura e industrial, sufre un lavado de cara para presentar una mucho más actual, luminosa y optimista. La ambientación capturada por Mazón y su equipo consigue un telón de fondo adecuado para la lucha de épocas y personalidades. Incluso bromas acerca de nacionalismos, pues se juega con chistes acerca de vascos y catalanes que suma una piedra más en este conjunto de choque de estilos.
'La vida padre', por tanto, no pretende más que divertir y entretener en una comedia ligera sin demasiado poso. El final, algo abrupto y sin demasiada significación, terminan de redondear una obra notable en su planteamiento pero irregular en su desarrollo, que deja a su suerte a dos fantásticos actores.
Nota: 6
Lo mejor: El tándem cómico de Karra Elejalde y Enric Auquer.
Lo peor: Algunas bromas están muy vistas y no deja ningún tipo de poso.