Tras tres años ausente de la gran pantalla, Roberto Andò vuelve tras 'Viva la libertà', una de las películas más destacadas de su filmografía. Con 'Las confesiones' regresa al género reflexivo y como crítica hacia un sistema, en esta ocasión, el económico. Nominada a diferentes premios en Italia, la realidad es que 'Las confesiones' aúna dos de los temas más controvertidos en los últimos años: la religión y el mundo empresarial que se maneja detrás de nosotros. Andò vuelve a contar con su film con un reparto de lujo, con una premisa prometedora y una intención moralizante bastante clara en su film con un guion escritor por él mismo y Angelo Pasquini.
La película nos traslada a una reunión del G8, ubicado en un lujoso hotel, donde se encuentran los economistas y empresarios más prestigiosos y con poder del mundo. Lo sorprendente es también la presencia de un monje, Roberto Salus. Pronto su presencia de convierte en esencial, sobre todo tras la muerte de la persona que lo invitó, Daniel Roché. Las razones no son otras que el monje fue la última persona con la que habló y a la que confesó sus pecados más personales. Las sospechas irán formando una telaraña, donde todos son sospechosos y donde se buscará saber cómo se hizo.
Este film se presenta como un thriller que tiene todos los ingredientes para tener el suspense necesario en este tipo de producciones, pero la realidad, es que uno de sus principales fallos es la falta de claridad de intenciones que se muestra en la película. En ciertos momentos, no termina de cuajar la forma de llevar a cabo las intrigas y los misterios, lo que hace que vaya perdiendo sustancia y su resultado sea irregular, de una forma bastante notoria. Aun así, no se puede negar que la premisa de Andò era muy curiosa y despierta las ganas de querer saber más sobre ese mundo que se recrea, donde como se diría en la Biblia: "quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra". Pese a su falta de concreción, tiene algunos momentos bastante bien realizados y que con ellos capta la atención del público, no se puede negar que el realizador hace que sea una cinta salvable en su resultado general.
La estética utilizada en el film es de aplaudir, dado que no solamente la forma en la que la cámara va dibujando el relato, sino también la dirección artística que se ha llevado a cabo. Es una de las características más destacable, dado que la manera cuidada de lo visual hace más atractivo lo que estamos viendo, lo que en ocasiones, consigue completar ese vacío irregular que se hace presente en algunas partes de la película. No se puede negar que el poder de la imagen a veces es lo suficientemente fuerte como para suplir algunos errores de guion o algunas irregularidades. Como único fallo, con respecto al trabajo visual, es que se hace palpable esa intención de haber querido suplir la falta de sustancia de la historia con este campo de la película. Aun así, merece la pena verla por los juegos de la iluminación, la recreación y la manera en la que se han llevado a cabo los espacios y como no, los propios planos elegidos por el director de fotografía, que realmente tienen un acabado increíble.
La interpretación que vuelve a dejar los pelos de punta es la de Toni Servillo como el monje. El italiano tiene una capacidad de transmitir asombrosa, algo que hace que su actuación sea la más destacable de la película. Hay que subrayar sobre todo la forma en la que utiliza a su favor el lenguaje no verbal, uno de los elementos más importantes a la par que complicados en el mundo de la interpretación. Hay que decir que si la imagen ayudaba al resultado final de la película, Servillo también da ese toque, que aunque la película no sea del todo buena, su interpretación sí y por lo menos, verla te ha servido para apreciar su trabajo. Con este film vuelve a demostrar la versabilidad que tiene como actor, dando nuevamente una lección artística que sorprende desde principio a fin. También hay que destacar el papel de Daniel Auteuil, principal eje de la película, una interpretación necesaria pero que tampoco consigue lucirse en su totalidad.
Confusión narrativa
Lo que hace que poco a poco vaya perdiendo personalidad la película es la gran confusión que se puede percibir en el hilo narrativo. Andò crea un universo donde poco a poco vamos conociendo multitud de temas, pero no termina de ahondar en ellos, lo que da una sensación de superficialidad hacia lo que estamos viendo. Además, también se puede notar esta falta de concreción con la creación de varios personajes, que muchos de ellos, no tienen un sentido claro en la película. Pese a una estructura prometedora, a veces lo mucho pasa factura y es que no termina de haber un buen engranaje con todos los elementos fundamentales que ha querido meter en el film: la religión, el mundo empresarial, asesinatos, thriller... Ha querido hacer una película en la que aunar reflexiones místicas junto a un thriller al más estilo de Agatha Christie.
En conclusión, 'Las confesiones' es una película correcta, pero no brillante ni destacable. Se salva gracias al cuidado de la imagen y la interpretación de uno de sus protagonistas. Aun así, la falta de un punto de vista más claro, hace que nos encontremos con un resultado constantemente en el limbo, lo que le quita sustancia y hay un retrato con demasiados elementos. Se suele decir, a veces menos es más y en esta ocasión, hubiera sido lo apropiado. Como resultado final, encontramos un film entretenido que nos lleva a un misterio por resolver, sin dejar apartados la catarsis espiritual que se hace patente en su mensaje con un exceso moralizante en lo que dice. Una buena idea que no ha encontrado un camino claro para su ejecución.
Nota: 5
Lo mejor: La interpretación de Toni Servillo y la calidad de la imagen.
Lo peor: La inclusión de varios elementos que terminan por no concretizarse y están de más.