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CRÍTICA

'Las niñas': Contar tanto con tan poco

Pilar Palomero debuta en el largometraje con una película sobre las dos españas del 92, la libre y desenfrenada de la televisión y la gris e inmutable en la sociedad.

Por Luisa Nicolás 4 de Septiembre 2020 | 11:00

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"Hoo ha!

Hea... hoo!

Chiquitan chiquititan tan tan

Que tun pan pan que tun pan que tepe tepe", Chimo Bayo.

En 1992 en España circuló el primer AVE, Blanca Fernández Ochoa logró la primera medalla olímpica para una mujer española, 'Amantes', de Vicente Aranda, ganó el Goya a la mejor película y se celebraron la Exposición Universal y los Juego Olímpicos de Barcelona. También nació Isco y murió Camarón de la Isla, Celtas Cortos compusieron '20 de abril' y 'Cuéntame un cuento' y aún triunfaba Mecano. Una España que proyectaba una imagen moderna y amable, en la que gobernaba Felipe González y que disfrutaba con las Mama Chicho en la televisión donde Francisco Umbral iba a hablar de su libro. España había cambiado, pero la sociedad no.

Escribe de lo que sabes, cuenta lo que conoces o inspírate en lo que has sentido son consejos muy comunes cuando vas a enfrentarte a la hoja en blanco, consejos que ha seguido con disciplina Pilar Palomero en su debut en el largometraje con 'Las niñas'. Tras 'Verano 1993', 'Verónica' o 'El año del descubrimiento', Palomero también nos invita a (re)visitar los años 90 con un enfoque crítico para retratar las contradicciones de una sociedad que se sentía empujada hacia el futuro mientras se agarraba con uñas y dientes a la tradición y el orden. Cuenta la directora que la inspiración para la película llegó de una carta a Dios que encontró en casa de sus padres entre papeles viejos, una carta que había escrito su hermana como parte de los deberes de un colegio católico donde todavía se enseñaba que el sexo solo podía ser pleno dentro del matrimonio a la vez que en la calle el gobierno intentaba normalizar el uso del preservativo con el slogan "Póntelo, pónselo". En esa España creció ella y en esa España crece Celia (Andrea Fandos), una niña de 12 años de una familia monomarental entrando en una nueva etapa de su vida: la adolescencia.

Fotograma de 'Las niñas'

'Las niñas' comienza con un coro escolar en un colegio religioso y segregado. Una monja decide cuáles de ellas cantarán y cuáles moverán los labios pero apagarán su voz en la función escolar. Una metáfora manifiesta de lo que será la película: una reflexión sobre la comunicación, la educación, el silencio, la identidad y el inconformismo. En sus 97 minutos la acción es mínima, las palabras escasas y las escenas rodadas en 4:3, como la tele de entonces, parecen recuerdos reconstruidos y reformulados despojados de cualquier nostalgia.

Palomero contrasta en el montaje las dos Españas, la del pecado y la culpa con la de Raffaela Carrà, los test sexuales de la Super Pop y la pornografía codificada en Canal Plus. La televisión mostraba una libertad mitificada mientras la vida transcurría gris e inapelable. Y para colmo a los 12 años todo es, o era, un misterio. Es evidente que parte de esa inocencia que desprendían los 90 se ha perdido con Internet y las nuevas tecnologías, pero en aquel año el dimorfismo entre el fuerte peso de la religión y la explosión de salir de una dictadura y una transición marcó a una generación y unas niñas que a su manera tenían que romper con tabúes e incomprensión. Buscando precisamente transmitir esa ingenuidad y esa verdad, las actrices, las niñas, no leyeron el guion ni hicieron ensayos, trabajaron partiendo de la improvisación y con sesiones informativas para contextualizar, permitiéndoles interiorizar el personaje y sus circunstancias. La directora consigue así narrar desde la verdad, con una naturalidad arrolladora que acompaña con planos muy cortos y mudables, casi claustrofóbicos dentro de la casa o el colegio, muy cerca de las protagonistas, uniéndose a su viaje; y más fluidos y flexibles cuando son más libres.

Fotograma de 'Las niñas'

Para Celia y sus amigas el paso de la infancia a la adolescencia será tan natural y sutil como probablemente lo fue para ti, con el primer pintalabios, el primer cigarrillo y las nuevas amigas: 'Las niñas' es un espejo de todo lo que pasa cuando no pasa nada. Y en este cambio tiene mucha importancia la música que Palomero usa tanto para recrear la atmósfera de la época, como para mostrar cómo se han ampliado el universo y las posibilidades de un niña que pasa de escuchar Los Fruittis a cantar "asustando monjas, lo pasaremos bien" al ritmo de Niños del Brasil.

Una película, dos historias

Pero además de una coming of age, 'Las niñas' también es un relato íntimo e introspectivo de una relación materno-filial basada en los porque sí y las medio verdades. Natalia de Molina interpreta a la madre de Celia, una mujer de pocas palabras que no quiere responderle preguntas sobre su padre, su familia o la existencia de Dios, y tampoco va a comprarle una chaqueta con parches. Porque esta madre educa igual que fue educada, en un machismo adquirido e impuesto por la represión y la vergüenza que carga con demasiados estigmas. A pesar de lo que pueda parecer, el discurso político apenas tiene lugar en primer plano, aunque mire al pasado con los ojos del presente para evidenciar esas carencias en educación emocional, sexual y afectiva. Pero solo es contexto en la historia de Celia y la búsqueda de su voz propia, la de una generación de mujeres que hoy rondan los 35/45 años y que conocen la libertad gracias a la rebelión individual.

Fotograma de 'Las niñas'

Tras una buena acogida en Berlín, 'Las niñas' ganó la Biznaga de Oro a la mejor película española y la de Plata a la mejor fotografía para Daniela Cajías en el pasado Festival de Málaga. Palomero se une así a otras cineastas de su generación como Celia Ricoo, Carla Simón o Belén Funes entre las apuestas más fuertes del futuro de nuestro cine. Debutantes, o casi debutantes como su directora, son las 3 actrices principales: Fandos, Zoe Arnao (Brisa) y Julia Sierra (Cristina), maravillosas y sutiles por separado y especialmente encantadoras en la dinámica que forman. Son amigas que me recuerdan a las mías, aunque yo tenga 8 años menos que Celia; con conversaciones que he tenido, dudas que he formulado y primeras veces que reverberan en mi memoria, y es extraordinario cuando el arte habla de ti, de nosotras, de las que crecimos entre los 90 y principios de los 2000, una película que se queda congelada en el tiempo. El cine como reflejo.

Nota: 9

Lo mejor: Contar tanto con tan poco

Lo peor: Hay tramos del metraje demasiado sosegados hasta para su propia naturaleza.