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CRÍTICA

'Las niñas bien': El ocaso de los dioses

Crítica de 'Las niñas bien', dirigida y escrita por Alejandra Márquez Abella. Premio al mejor largometraje iberoamericano, al mejor guion y al mejor montaje en el 22º Festival de Málaga.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 8 de Noviembre 2019 | 13:37
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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La caída en desgracia de la alta sociedad no es algo ajeno al cine. Han sido muchos los realizadores que se han atrevido a mirar la descomposición de la clase privilegiada, aquella que se sentía impune ante una realidad inhóspita. Normalmente esto se suele ver desde una vis cómica, con cierta mirada satírica, puesto que se trata de personas con las que el público no suele empatizar, sino al contrario, su descenso a los infiernos suele provocar cierta sensación de justicia en quien lo ve.

'Las niñas bien'

Alejandra Márquez Abella, en su segundo largometraje, juega con la estética y el tema, de una forma que atrae al público, para luego mostrar un tono completamente opuesto al que aparentemente debiese tener su propuesta. 'Las niñas bien', premio al mejor largometraje iberoamericano, como también al mejor guion y al mejor montaje en la 22ª edición del Festival de Cine Español e Iberoamericano de Málaga, engaña en su cobertura, que le da apariencia de una elegante tarda red velvet de un salón de té del elegante barrio de San Ángel, para mostrar, realmente, que tras ese envoltorio de color pastel hay una turbia realidad y que el dulce está en plena fase de descomposición.

Crónica de una caída en desgracia

La cinta está ambientada en el México de inicios de los años 80, durante los últimos años del gobierno de José López Portillo, famoso por haber gobernado con nepotismo y haber dejado al país en una grave crisis económica. Basada en el libro de relatos homónimo de Guadalupe Loaeza, Márquez Abella también firma el guion de una crónica de un ocaso anunciado, puesto el foco principal en el papel de Sofía (magníficamente interpretada por Ilse Salas y el que puede ser su papel más importante como actriz), que ejemplifica el papel de la mujer mexicana de la alta sociedad, al ser la perfecta mujer florero cuya vida está destinada a ser la ideal anfitriona, que queda con sus amigas para tomar cócteles en el club de campo mientras despelleja a otras conocidas.

'Las niñas bien'

Márquez Abella tenía la oportunidad ideal de crear una comedia que demuestra que "los ricos también lloran" pero eso hubiera sido caer en el tópico y en una propuesta que estaría entre el cine feel-good (en el mejor de los casos) o en una propuesta chabacana y comercial (en el peor de los casos). Pero la cineasta se sale por la tangente, mostrando el auténtico drama real de tenerlo todo, de creerse el amo del mundo y ver cómo ese castillo de naipes se derrumba.

Una magnífico largometraje

Lo hace con sumo respeto por sus personajes, con los que es muy complicado empatizar, aunque eso no es lo busca la directora quizás, puesto que puede verse cómo el instinto de la huida hacia delante persiste en una situación en la que el ser humano acaba mostrando su lado más salvaje de la manera más imprevisible. Aunque ellos, los varones de la casa, tienen un papel esencial en la trama, la realizadora sabe poner el foco en esas mujeres florero que ven cómo ese mundo, en el que eran sujetos completamente dependientes y oprimidos, se cae, obligándolas a despertarse de esa realidad fantasiosa y mirar frente a frente una situación adversa.

'Las niñas bien'

Yéndose a la manera más extrema, 'Las niñas bien' es una especie de 'El ángel exterminador' en campo abierto, mostrado desde un punto de vista femenino, en todos los sentidos. Su tramo final es digno de una ópera wagneriana, en la que los dioses acaban sucumbiendo a su propio destino. Siendo algo maliciosos, es lo que se hubiera esperado de la 'Roma' de Alfonso Cuarón, ambientada justo una década antes. Márquez Abella firma una obra brutal, fascinante y que muestra el buen estado de salud que tiene actualmente el cine mexicano independiente.

Nota: 8

Lo mejor: Cómo acaba convirtiéndose en una propuesta dramática, con una evidente crítica social e Ilse Salas, que está magnífica, ella es el alma de la película.

Lo peor: No hay que dejarse engañar por las apariencias, es un drama disfrazado de comedia en sus carteles y promociones.