"Buenas noches príncipes de Maine; reyes de Nueva Inglaterra". Es la célebre frase que un inmenso (y oscarizado) Michael Caine recita antes de acostarse a los niños huérfanos que alberga en su centro de acogida en la excelente 'Las normas de la casa de la sidra', película que traslada a la gran pantalla con hechuras de melodrama clásico la novela 'Príncipes de Maine' de John Irving -uno de los escritores norteamericanos contemporáneos más aclamados- con guion del propio autor.
La película es un típica producción Miramax, que alcanzó notable relevancia en su estreno y cuenta la historia de Homer Wells (Tobey Maguire), un joven huérfano que ha vivido toda su vida en el orfanato de St. Cloud bajo la tutela del doctor Larch (Michael Caine), director de el mencionado centro de acogida que es también una clínica abortista clandestina. Las ansias del joven por conocer la vida fuera del centro, se verán aliviadas cuando un joven matrimonio que visita el orfanato decide llevárselo de viaje, lo cual choca con las expectativas del sobreprotector Larch, que teme que las ruindades del mundo exterior se lo traguen.
El film despliega durante sus dos horas de metraje múltiples de subtramas y saca a la palestra una cantidad de temáticas (el aborto, el paso de la adolescencia a la madurez, el racismo, la subversión de normas,el primer amor, el adulterio, la paternidad, el incesto, la guerra...) que es sorprendente que, gracias a la concisión de su guion y a la habilidad narrativa de su director -el sueco Lasse Hallstrom- nunca llegue a perder el hilo de lo que realmente quiere contar en esencia: la búsqueda de un adolescente de su lugar en un mundo convulso.
Narración clásica y buenos actores
Hallstrom maneja un material potente y lo despliega con recursos tan sobrios como efectivos. Se limita el realizador, en su debut en el cine norteamericano, a narrar con concisión y pulcritud una historia con los suficientes mimbres para sostener el interés sin mayor ornamento que una narración clásica, una puesta en escena elegante y una dirección de actores excelente. Tobey Maguire está más que correcto en su curioso e inocente personaje central con hambre de vida, mientras Charlize Theron pocas veces ha estado tan creíble sin tener que renunciar a su indiscutible belleza, en un personaje de interesante complejidad emocional.
Capítulo aparte para un inmenso Michael Caine. El carisma, fragilidad y emoción que le imprime al Doctor Larch (un hombre bondadoso, de convicciones pero en el fondo lleno de miedos) nos recuerda una vez más por qué es uno de los actores más queridos del cine británico. El intérprete se llevo un merecidísimo Oscar al mejor actor secundario, obteniendo el film una segunda estatuilla para Irving al mejor guion adaptado en la muy reñida ceremonia del año 2000 en la que triunfó 'American Beauty'.
Melodrama canónico, con siempre agradecibles guiños dickensianos y una bonita partitura de Rachel Portman, 'Las normas de la casa de la sidra' es uno de los más bellos e inspiradores viajes iniciáticos que nos ha ofrecido el cine norteamericano en las últimas décadas. Una agradecible invitación a la vivencia de experiencias para elaborar una moral propia, libre de prejuicios, y descubrir el lugar que queremos ocupar en un mundo lastrado por arbitrarias normas morales que a menudo nos limitan. Una película maravillosa.