Ya lo dijo Vittorio De Sica: "Un director de cine debe interpretar el momento en el que vive y representar la realidad actual". Genio del neorrealismo italiano, De Sica parece seguir creando escuela, como bien muestra la directora Alice Rohrwacher. Con un toque de cine de drama social y realismo mágico, la directora deslumbró primero con su ópera prima, 'Corpo celeste', para después sorprender con una propuesta personal como 'El país de las maravillas'. La cineasta italiana parece haber perfeccionado su forma de hacer cine con 'Lazzaro feliz', premio al mejor guion (ex aequo con la iraní 'Tres caras') en el 71º Festival de Cannes y, sin duda, una de las películas más originales y fascinantes de este 2018.
Lazzaro es un joven campesino que vive en un pueblo llamado La Inviolata. Se trata de una aldea alejada de la mano de Dios, en la que gobierna de forma tiránica y caciquil Alfonsina de Luna, llamada la Marquesa, que ha logrado hacer creer a todo el pueblo que aún se vive según las antiguas costumbres, lo que provoca que todo el pueblo, incluidos ancianos y niños, vivan de forma semejante a los años 40. Lazzaro es un muchacho con una bondad excepcional. Tal es su benevolencia, que la gente del pueblo saca partido de ella, explotándolo. Un día, el joven Lazzaro conoce a Tancredi, el hijo de la patrona, con el que entabla amistad, que provocará un cambio radical en el pueblo.
Una fábula que evoca a De Sica y Pasolini
Tanto en la forma de rodar, como en el contenido, Rohrwacher parece haber tomado de referencia a los grandes cineastas italianos. Es imposible no pensar en 'Milagro en Milán', al narrar una cinta de contenido social con elementos fantásticos. Sin embargo, lo que fascina de 'Lazzaro feliz' es cómo la cineasta, desde el momento en que se inicia la cinta con una serenata nocturna a una joven enamorada, configura el filme como si de una fábula se tratase, logrando crear una atmósfera que hechiza gracias a una sensación de constante expectación.
La película, en su forma de convertirse en una fábula, parece una parábola moderna, la que narraría Jesucristo a los apóstoles de encontrarse en la actualidad. Fragmentada en dos partes que se complementan magníficamente, Rohrwacher, que también firma el guion, muestra una historia de ficción y realidad, en la que el pueblo malvive en ambas formas y en las dos es explotado. Interesante reflexión sobre si la realidad, el presente, en el que existen derechos y protecciones sociales, no es tan diferente para las clases más bajas respecto a épocas anteriores de explotación y casi esclavitud ("¿Acaso se es más feliz viviendo en la ignorancia?").
En medio, un pueblo explotado sí, pero que también explota. Ya lo dice la propia Marquesa: "Yo les exploto a ello, pero ellos le explotan a él". Ahí entra en juego el protagonista, Lazzaro. Joven de una virtuosa bondad semejante a la de un santo. Como si se tratase de una versión positivista de John el Salvaje de Huxley, el muchacho protagonista solo le vale ser bueno, sin dilaciones ni dilemas, para dejar en evidencia a un mundo en paulatina decadencia, en el que no hay lugar para él. No solo para Lazzaro, el filme muestra situaciones, de forma muy sutil, en las que las clases obreras o la población inmigrante, viven en clara situación de exclusión social. Rohrwacher sabe retratar estas realidades trayendo el espíritu de la ya más que mentada 'Milagro en Milán', pero también de 'Ladrón de bicicletas' o de 'Accattone' o 'Mamma Roma' (esos escenarios de extrarradio).
Uno de los mejores largometrajes de este año
Si hay una primera parte acertada en su fórmula de parábola, recordando a los inicios de Pasolini y Visconti, es la segunda parte en la que Rohrwacher se acerca a De Sica, creando una película de denuncia social actual, en la que la directora cuida mucho el equilibrio, al solo mostrar situaciones de marginación en la que no emite juicios de opinión. Eso sí, deja en evidencia que aquel que tenga un corazón puro, no tiene lugar en una sociedad como la actual. Mención y fortísimo aplauso para Adriano Tardiolo, joven debutante en el cine que encarna a este ángel caído del cielo e incomprendido por una sociedad muy deshumanizada. No es para nada casual que Rohrwacher haya elegido el nombre Lázaro, que ya da pistas de cómo va a ir dirigida la película.
Como sucede en los relatos de los santos, 'Lazzaro feliz' es una fascinante fábula, que combina el legado del neorrealismo italiano con elementos propios del realismo mágico. Quizás no sea una historia tan íntima y personal como lo fue 'El país de las maravillas', pero eso no impide que se esté ante el mejor largometraje dirigido por Alice Rohrwacher con la que, de la mano del virtuoso Lazzaro, hace una feroz crítica a una sociedad deshumanizada en la que se mira hacia otro lado. Fascinante e hipnótica, una de las mejores películas de este 2018, cuyo final cada vez está más cerca.
Nota: 9
Lo mejor: La bondad de su protagonista y cómo se ha logrado una fascinante fábula social de realismo mágico.
Lo peor: No está hecha para todo tipo de público, sobre todo, al haber momentos de desconciertos.