Andrew Haigh se dio a conocer en 2011 con 'Weekend', romance gay de culto gracias al que todos los ojos se posaron sobre él. Con su siguiente largometraje, '45 años', el realizador británico llegó a los Oscar, donde el film recibió una nominación a mejor actriz para una inconmensurable Charlotte Rampling. Y ahora, tras finalizar la breve andadura televisiva que supuso para él la serie 'Looking', Haigh regresa a la gran pantalla con su cuarta película, el desgarrador drama 'Lean on Pete'.
Protagonizada por la joven revelación Charlie Plummer (sin parentesco con Christopher Plummer, más allá de interpretar a su nieto en 'Todo el dinero del mundo'), 'Lean on Pete' narra el viaje de Charley Thompson, un chico de 15 años abandonado a su suerte y azotado por la desdicha que, tras una tragedia familiar, va en busca de su tía, de la que no sabe nada desde hace tiempo. En su peligrosa odisea lo acompaña Lean on Pete, caballo de carreras al que el chico ha robado para evitarle un destino fatídico después de quedar inservible para competir en el hipódromo.
Tragedia con compasión
En cierto modo, 'Lean on Pete' supone un distanciamiento de los terrenos explorados hasta ahora por el cine de Haigh, habitualmente interesado en el amor romántico y la vida en pareja. Sin embargo, la historia de Charley, por muy diferente que sea de las de los protagonistas de 'Weekend' y '45 años', comparte un nexo de unión con ellas. Las tres obras indagan en la soledad del ser humano en sus diferentes facetas, así como la búsqueda del contacto y el afecto que nos ayuda a evitarla o sobrevivir a ella, un anhelo universal a cualquier edad.
Charley encuentra en el caballo Lean on Pete un apoyo al que aferrarse en los peores momentos. Pero en realidad Charley está solo. No importa que Pete le haga compañía en su calvario, ni que se tope con personajes de lo más diverso y pintoresco en el camino, el chico no logra encontrar en ellos una familia, un futuro (ni siquiera inmediato) o el amparo y la protección que toda persona de su edad necesita.
En manos de otro director, el sufrimiento de Charley podría haber dado lugar a un melodrama manipulador y maniqueo, pero Haigh mantiene la distancia adecuada con el relato y el personaje, no dejándose llevar en ningún momento por el sentimentalismo. Claro que esto no se debe confundir por frialdad. El director prescinde de florituras emocionales mientras su protagonista atraviesa auténticos horrores, pero salta a la vista en todo momento la compasión que siente por él, así como por el espectador, al que no lanza un mensaje pesimista y descorazonador, sino todo lo contrario. 'Lean on Pete' no nos habla de lo bajo que puede caer el ser humano, sino de lo bondadoso que puede ser incluso en las peores circunstancias.
El caballo es solo una herramienta narrativa
Uno de los mayores aciertos de 'Lean on Pete' es que no cae en el cliché del animal adorable con características humanas. Haigh evita deliberadamente los primeros planos del caballo o la música que subraya (o fabrica) las emociones; y definitivamente huye de la idea (muy cinematográfica) de que Pete es un ser inteligente que entiende y reacciona a las palabras de su "amigo" humano. Es decir, el animal es simplemente un apoyo para Charley, un elemento argumental que sirve un propósito narrativo y poco más.
El problema es que, a simple vista, 'Lean on Pete' puede parecer precisamente todo aquello de lo que escapa. Por eso es necesario aclarar que sería un error quedarse en las apariencias, ya que Haigh no ha realizado la típica película protagonizada por un niño y su amigo animal (que no tienen nada de malo, solo que no es el caso). Lo suyo es un drama excelentemente observado y profundamente real que no debe confundirse con el almibarado cine para toda la familia al que se suelen adscribir este tipo de historias.
Un joven portento y una nota de esperanza
'Lean on Pete' cuenta con secundarios de excepción (Steve Buscemi, Chloe Sevigny o Steve Zahn), actores que interpretan a las personas que se cruzan en el camino de Charley para ayudarlo (o no) y a continuación desaparecer. Estos encuentros otorgan a la película un formato espisódico que acentúa el trabajo de estos actores de forma muy medida (Haigh no le da más tiempo en pantalla a Buscemi solo porque sea él, sino el que necesita Charley de su personaje). Pero sin duda, quien sobresale en todo momento es Charlie Plummer.
El joven actor lleva todo el peso del film sobre sus hombros, y lo aguanta estoicamente, ofreciendo una interpretación impresionante y llena de matices. La suya es una mirada rebosante de inocencia, tristeza y confusión que se va transformando y extenuando (a la par que su físico) a lo largo de la película para culminar en uno de los finales más conmovedores que se recuerdan en mucho tiempo. La delicadeza de la última escena es solo el broche de oro a un trabajo caracterizado por la mesura, el naturalismo y la precisión, tanto por parte de Haigh como de su talentoso protagonista.
'Lean on Pete' es una película cruda y dolorosa, incluso devastadora por momentos, pero nunca se regodea en la crueldad o el sadismo, sino que está llena de pequeños momentos de belleza y esperanza que la convierten en una experiencia muy cautivadora y gratificante. Con ella se confirma el gran talento de Haigh, un autor que ha demostrado poseer un gran entendimiento del espíritu humano, y la capacidad necesaria para plasmarlo en la pantalla.
Nota: 8
Lo mejor: La inteligencia y sensibilidad como director de Haigh y la prodigiosa interpretación de Charlie Plummer, un chico al que hay que seguir muy de cerca.
Lo peor: Que pueda confundirse por lo que no es, un producto familiar protagonizado por un niño y su adorable mascota.