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CRÍTICA

'Letters to Paul Morrissey': Cinco cartas de amor al cine

La película española desarrolla cinco pequeñas historias que conforman toda una celebración de una época, la década de los 60 en Nueva York.

Por Álvaro Manuel García García 29 de Noviembre 2019 | 09:07

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El nombre de Paul Morrissey puede resultar, quizá, desconocido para el gran público. Como tantas y tantos cineastas a lo largo de la historiografía canónica del cine, su legado (es decir, sus películas) no ha conseguido mantenerse vigente en la actualidad. Sin embargo, al mencionar el nombre de Andy Warhol la cosa cambia. Rápidamente, las imágenes de latas de tomate Campbell y la famosa serigrafía de Marilyn Monroe pasan por la mente, remitiendo sin error al imaginario de uno de los artistas más importantes del pasado siglo XX.

Letters to Paul Morrissey

La obra pictórica de Warhol se ubica fuera del bien y del mal. Su trabajo lo convirtió en el líder de un nuevo movimiento estético, el pop art, y le proporcionó gran fama y dinero. En 1962 creó The Factory en Nueva York, que se convertiría en el centro neurálgico de gran parte de la escena cultural independiente de Estados Unidos. Todos eran bienvenidos allí: drags queens, homosexuales, transexuales... artistas de todo tipo que encontraron en aquel lugar un sitio para divertirse, compartir experiencias y realizar contactos de cualquier clase.

El cine llegaría tarde a la vida de Warhol. No fue hasta 1963 cuando empezaría a filmar, iniciando una prolífica actividad que le llevaría a grabar hasta 60 películas en seis años. Esas cintas, por supuesto, eran ante todo "películas de Andy Warhol". En ningún momento se plantearía viajar a Hollywood y contactar con estrellas como Cary Grant o Elizabeth Taylor para que las protagonizasen; la visión de Andy era muy clara: quería grabar sin control de nadie lo que desease, sin cortapisas.

Así es como nos encontramos hitos tan especiales como 'Sleep', una película de cinco horas y veinte minutos en la que solo vemos a un hombre (John Giorno, amante de Warhol durante esa época) dormir. O 'Empire', una cinta de ocho horas que consiste únicamente en un plano fijo del Empire State Building. En ella colaboró el también cineasta Jonas Mekas, que desde sus inicios se deshacía en elogios por la incipiente filmografía del pintor. Durante esa época el ritmo de trabajo no hacía más que aumentar, y más pronto que tarde llegarían más manos para colaborar en la realización de estas películas. Entre ellas se encontraban las de Paul Morrissey.

Letters to Paul Morrissey

Quién es Paul Morrissey

'Letters to Paul Morrissey' se articula en torno a cinco partes aisladas entre sí. Cinco cartas escritas al cineasta sin esperar respuesta, que solo sirven como arranque a la pequeña historieta de cada una de ellas. Todas, eso sí, guardan una estrecha relación con la vida e idiosincrasia de Morrissey: las drogas, lo místico, la enfermedad, la vejez y el catolicismo (con aparición del Valle de los Caídos por el camino). A su vez, la propuesta estética se mantiene uniforme durante toda la película, gracias en gran medida a la decisión de filmarse en 16 mm.

Una de las historias remite directamente a la vida de Paul Morrissey. En ella, María Fajula interpreta a Olena Wood, una actriz ficticia que participó en 'Chelsea Girls' como una de las protagonistas. Esta película, la primera gran colaboración entre Morrissey y Warhol, supuso uno de los éxitos comerciales más importantes en el mundo underground de la época. En ella varias mujeres aparecen y desaparecen entre las secuencias, sustituyendo de esta manera una narrativa convencional por una compuesta en base a retazos y fragmentos. Por si esto fuera poco, la cinta dura tres horas y cuarto y mantiene permanentemente una pantalla dividida con escenas completamente distintas. Lo dicho, una película de Warhol/Morrissey.

Letters to Paul Morrissey

Otro de los nombres propios que aparecen en 'Letters to Paul Morrissey' es el del actor Joe Dallesandro. Icono bisexual del cine más independiente en Estados Unidos, su trabajo tanto con Morrissey como con Warhol le encumbró al mundo de los sex-symbols de la época. Participó en películas como 'Flesh' (1968), 'Trash' (1970) o 'Sangre para Drácula' (1974), todas de bajo presupuesto y de estética underground. Como curiosidad, su bragueta es la más famosa del mundo pop: es el modelo que posa en la portada del álbum de los Rolling Stones 'Sticky Fingers'. En la película que nos ocupa, su voz es la que locuta la segunda carta, en la que reflexiona sobre el uso de las drogas.

La película de Armand Rovira, escrita por él mismo y Saida Benzal, muestra ante todo un profundo respeto por el legado sobre el que se construye. Arriesgada en gran parte de su metraje, supone un punto importante en el panorama más ferozmente independiente del cine español. En especial, la decisión de filmarla en 16 mm no puede resultar más radical en un mundo en el que el digital se ha impuesto con absoluta hegemonía respecto a otras técnicas de grabación. Sin embargo, no todo es perfecto; la estructura epistolar de la película conlleva cierta irregularidad entre las historias. La inicial, acerca de la espiritualidad y el silencio de dios, augura un nivel excelente en el resto, pero por desgracia, la cinta no consigue mantener el listón. De cualquier manera, la película es una pequeña joya patria que merece la pena reivindicar y destacar, especialmente al público interesado por los nombres sobre la que se edifica.

Nota: 8

Lo mejor: El profundo conocimiento y respeto profesado al legado de Paul Morrissey. Su arriesgada propuesta cinematográfica, en la que destaca el empleo del celuloide.

Lo peor: Una cierta irregularidad narrativa entre las distintas cartas. La primera está a un nivel superior al resto.

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