En las últimas décadas, el cine africano ha ido abriéndose paso más allá del circuito de festivales. Más allá de las producciones procedentes del Magreb, que cuenta con una industria más sólida, llegan a salas comerciales largometrajes como la mauritana 'Timbuktu', la senegalesa 'Atlantique', la etíope 'Difret', la marfileña 'La noche de los reyes' o la keniana 'Supa Modo'. Procedente de Chad, se estrena ahora 'Lingui. Lazos sagrados', que llega a salas comerciales tras su paso por la Selección Oficial del 74 Festival de Cannes y dirige Mahamat-Saleh Haroun, uno de los cineastas más reconocidos del país centroafricano.
En plena discusión social tras lo sucedido por la Corte Suprema de los Estados Unidos, que ha derogado el derecho al aborto y lo deja como competencia para cada estado el legislar sobre ello, se estrena ahora una película que recuerda que, en otros países, no existe tal debate porque las mujeres carecen de cualquier derecho en esa materia, como sucede en Chad, que cuenta con un 40% de población musulmana y en la que el aborto está prohibido por ley, solo permitiéndose en caso la vida de la madre corra peligro. De hecho, en el país está penado con cinco años de prisión a toda mujer que se provoque un aborto como también a todo aquel que ayude a realizarlo, además de una multa y la pérdida de licencia en el caso de los médicos.
Una realidad cruda en el país centroafricano, donde un 44% de las mujeres ha sufrido la mutilación de sus genitales, según datos de UNICEF. Con lo cual, el mensaje que lanza Haroun es directo, claro y conciso, al narrar la búsqueda de Maria, una adolescente de 15 años, de abortar tras ser violada por su vecino y cómo su madre, Amina, quien inicialmente es reticente a ayudarla, finalmente se convierte en su principal apoyo. Haroun, quien huyó a Francia en los años 80, debido a que Chad vivía una serie de guerras civiles y el ascenso del yihadismo, apuesta por su primer largometraje protagonizado enteramente por mujeres.
Un tributo a esas mujeres que luchan por sus derechos en los lugares más inhóspitos
La estructura del film es similar a la de 'El acontecimiento', en el que Audrey Diwan retrató con dureza la búsqueda de una universitaria por abortar en la Francia de los años 60. Haroun trae esa ansiedad, así como también el miedo y la angustia de una joven que ve su vida resquebrajada, no solo por tener un embarazo no deseado, sino por el trauma que ha dejado en ella la violación. El cineasta pone en primera línea la violencia constante que sufren las mujeres en el país, donde la poligamia está aceptada y la violencia machista está socialmente aceptada.
Sin embargo, a pesar de lo duro de su relato, en el que expone el machismo de la sociedad chadiana, así como la dura represión de un islam invasivo en la intimidad, Haroun ofrece una luz de esperanza al abogar una historia con mirada optimista, cuya fuerza radica en la fraternidad que surge entre mujeres. Esto se ve en la evolución de Amina, interpretada estupendamente por Achouackh Abakar Souleymane, que pasa de ser una madre opresora a aprender de su hija y buscar su propia liberación. En ese aspecto, Maria, encarnada por Rihane Khalil Alio, cuenta con un apoyo que en el filme de Diwan no hubo, lo que invita a que 'Lingui' sea otro tipo de reflexión.
Haroun acierta a la hora de retratar la dureza de una realidad en la que las mujeres carecen hasta de los derechos más básicos, lo que recuerda que la lucha del feminismo lejos está de lograr la igualdad a nivel mundial. Por otro lado, ofrece una perspectiva esperanzadora gracias a la fraternidad femenina y su capacidad de provocar brechas en una sociedad opresiva y patriarcal. 'Lingui' hace honor a su nombre, pues resalta que esos lazos sagrados son los que tienen las féminas entre ellas a la hora de ayudarse mutuamente. Un filme que vuelve a mostrar el compromiso social de un realizador que se ha erigido por propio derecho como una de las figuras fundamentales del cine africano actual.
Nota: 8
Lo mejor: Lo poderoso de su mensaje y lo importante que es ver relatos de fraternidad femenina procedentes de África.
Lo peor: Sacrifica cualquier riesgo artístico para que su mensaje social llegue a un público más mayoritario.