En momentos de crisis, muchas veces solo nos queda el humor. Ante el desolador panorama laboral, quién no ha bromeado alguna vez con dedicarse a actividades delictivas, y más cuando vivimos en un país donde nuestros dirigentes no han dado precisamente el mejor ejemplo. Los tres protagonistas de 'Lo dejo cuando quiera', la nueva comedia de Carlos Therón, representan en clave de humor negro a aquella generación que vio diluido su expediente académico en el pozo de la precariedad laboral.
David Verdaguer, Ernesto Sevilla y Carlos Santos dan vida a Pedro, Arturo y Eligio, tres profesores universitarios que, pese a haber prescindido de fiestas estudiantiles para alcanzar la excelencia académica, acaban viéndose golpeados por la crisis: Pedro es el único que consigue malvivir en la universidad bajo las órdenes de un catedrático déspota, mientras que Arturo da clases particulares y Eligio todavía vive en casa de sus padres. El panorama se complica más cuando Pedro, alentado por su exmujer, intenta mejorar su situación laboral y acaba por ser expulsado del centro educativo. La recogida de sus enseres dará pie a que él y sus amigos terminen probando el resultado de su fallido proyecto de investigación: un complejo vitamínico que en realidad es una potente droga sin efectos secundarios. Ante tal inesperado descubrimiento, los tres decidirán convertirse en traficantes, embarcándose en una aventura que, partiendo de 'Breaking Bad', se acercaría mucho más a un episodio de 'La que se avecina'.
Carlos Therón vuelve a repetir la fórmula del trío protagonista que tan bien funcionó en 'Es por tu bien', esta vez para adaptar a la idiosincrasia española la comedia italiana 'Smetto quando voglio'. Arropados por la buena interpretación de Verdaguer, Santos y Sevilla, los personajes secundarios cumplen mecánicamente lo que se espera de ellos: Miren Ibarguren y Mero González son las compinches de los tres traficantes, Amaia Salamanca aparece como el amor que reconquistar (la subtrama más mejorable), y Cristina Castaño da vida a una inspectora de policía que se involucrará sentimentalmente. Destaca un delirante Ernesto Alterio, cuyo papel como turbio empresario de la noche da pie a los gags más bestias de la trama.
Humor sin filtros
Lo producción de Telecinco Cinema y MOD Producciones no es una comedia social, sino simplemente gamberra, lo que no desluce el telón de fondo: la precariedad laboral, la crisis económica y los altos niveles de corrupción son tres aspectos claves en la última década de nuestro país, y podrían haberse explotado aún más en el guion que firman Adolfo Valor y Cristóbal Garrido, quienes ya habían trabajado conjuntamente en 'Cuerpo de élite' y 'Promoción fantasma'.
Hay quien dirá que 'Lo dejo cuando quiera' hace apología de las drogas (los accidentados traficantes no parecen arrepentirse de suministrarlas a cientos de menores de edad), pero si hay algo que agradecerle es su nula intención moralizante: la película no tiene más intención que la de divertir, aunque no pueda gustar a todo el mundo. Y algunas de las mejores escenas son aquellas en las que los protagonistas están bajo los efectos de los estupefacientes: es imposible no disfrutar con el divertido número musical protagonizado por Luis Varela y Gracia Olayo, o de un Verdaguer queriendo ser Robin Williams en 'El club de los poetas muertos'. Precisamente, los momentos en los que el filme pierde más fuelle son aquellos en los que hace amago de tomarse las cosas más en serio y añadir un previsible sentimentalismo; por suerte, el último tercio hace honor al título, y el ritmo trepidante de 'Lo dejo cuando quiera' termina por ser adictivo.
Nota: 6
Lo mejor: La interpretación de Verdaguer y Alterio, y la velada crítica social.
Lo peor: Algunas fórmulas que ya hemos visto una y otra vez.