Antes de que a Marvel le diera por crear su universo cinematográfico, a 20th Century Fox ya se le había ocurrido crear todo un entramado de películas con varios de los hijos perdidos de la empresa de cómics. El éxito de los 'X-Men' les llevó a confiar el protagonismo absoluto de una de sus películas a Hugh Jackman y su fiero y solitario Logan. Sin embargo, 'X-Men Orígenes: Lobezno' fue un intento fallido, lleno de personajes insípidos que desaprovechaban al verdadero protagonista de la cinta.
En su segundo round, el destino del personaje cae en manos de James Mangold, tras un desconcertante baile de directores. Para evitar el desastre, el presupuesto se reduce a 100 millones y se aprovecha el impulso del mercado oriental para darle una identidad muy diferenciada a 'Lobezno Inmortal'. Por fin podemos decir que nos encontramos con un cambio de aires en el manido género de los cómics, nunca una decisión de marketing había resultado tan ventajosa para una historia.
Para escapar totalmente de 'Orígenes', 'Lobezno inmortal' sigue la trama donde lo dejó la trilogía 'X-Men'. Logan está cansado de llorar la muerte de sus seres queridos, sobre todo el de una en concreto. Un poco por curiosidad, y otro poco por insistencia, el protagonista viaja a Tokio, donde un antiguo conocido, al borde de la muerte, quiere recompensarle por haberle salvado la vida. El premio es nada menos que concederle la condición de mortal, permitirle acabar con su inmortalidad. Pero antes tendrá que enfrentarse a una conspiración que quiere acabar con la nieta de ese hombre de su pasado.
Como ya señalábamos antes, siempre es de agradecer un cambio de aires en un género tan prolífico como, muchas veces, predecible. 'Lobezno inmortal' consigue, con ese toque oriental, desmarcarse de prácticamente todas las historias similares. Eso tiene sus ventajas e inconvenientes, pero comencemos por lo bueno. Mangold ha logrado una película que recuerda mucho a esas cintas de kung fu en las que las coreografías son espectaculares, y la estética realmente cuidada. De ambas cosas se nutre la aventura de Logan, que logra mostrarnos el Tokio más clásico, y también el más real, más a pie de calle. El director no se suma al carro del rodaje con parkinson, y nos deja disfrutar de los impresionantes escenarios.
La estética de las escenas de acción también está adaptada a este sabor oriental. Los actores japoneses nos deleitan con unas peleas de patadas voladoras que, en estos tiempos que corren, hasta las echábamos de menos. Lobezno se incluye en ellas, todavía con ese lado bruto y tosco que siempre nos gusta. Ojo al momento del tren bala. Las batallas funcionan, cuentan con menos fuegos de artificio, pero con una estética fantástica y sangrienta. Es una pena que no haya más de esas, ya que han querido darle un toque tan solemne a la cinta que se les ha olvidado que, por encima de todo, se trata de una película Marvel.
Aprovechando ese misticismo que el propio Japón ofrece, el largometraje queda envuelto por un halo medio filosófico, con mucho peso de la lucha interna de Logan con su inmortalidad. Aunque de primeras resultaba una idea bien interesante, tanta profundidad resta ritmo a la película, demasiado al final, haciéndola pesada por momentos. El gran flashback del comienzo aumentó nuestras esperanzas, pero luego el guión se desvanece en conspiraciones políticas o romances forzados que quitan tiempo a la acción. Si ese objetivo filosófico no hubiera desaparecido en los momentos finales, aún podría haber sido un "ensayo" interesante sobre lo mortal y lo inmortal.El adamantium puede con el acero
Otro gran problema son los actores. No como en 'Orígenes', ya que en este caso ninguno pretende eclipsar a Logan, pero tampoco son capaces de llamar la atención. Los orientales funcionan en el terreno de la acción, pero no en el interpretativo, siendo realmente planos. No se salvan ni Rila Fukushima ni Tao Okamoto. En el lado oscuro, la Viper de Svetlana Khodchenkova termina estando totalmente desaprovechada y no le deja espacio para lucirse, contando con un final decepcionante. Silver Samurai podría haber dado mucho juego, pero terminan sacándolo menos de lo que nos gustaría, ofreciéndole también un final predecible y poco vistoso. Suerte que Jackman ha nacido para este papel, incluso en ese comienzo a lo Jean Valjean con el pelo largo y la mirada melancólica. Logan vuelve a estar más locuaz que nunca, varios diálogos remarcables nos ofrece a lo largo de la película. Para los más nostálgicos, sus escenas con Famke Janssen, aunque sean producto de su atormentada mente, resultan más creíbles que los sentimientos que afloran en la vida real de Lobezno.
'Lobezno Inmortal' es un salto muy importante respecto a 'Orígenes'. La estética japonesa consigue que gane en originalidad, algo muy necesario dada la explosión de películas de superhéroes. También es un punto a favor dentro de una película que necesitaría más acción, debería haber contado con una banda sonora más llamativa (o al menos, tan original como la ambientación), y que desaprovecha a los personajes que rodean a Logan. Tampoco es que se haga realmente pesada, pero cuando llama mucho más (pero mucho más) la atención la escena post-créditos que la película en sí, es que algo no ha terminado de funcionar del todo. James Mangold firma una historia que llega a cubrir mínimamente lo que se pide, desmarcándose al menos de los demás, pero seguiremos esperando esa película que realmente encumbre al mutante más carismático de todos. O puede que esa versión más sangrienta que el director ha prometido para el DVD tiene lo que le falta al montaje cinematográfico.