Allá por mayo de 2014, Filmax distribuyó en cines 'Big Bad Wolves', el fenómeno israelí que había conquistado al mismísimo Quentin Tarantino y que dirigieron un año antes el tándem de cineastas formado por Aharon Keshales y Navot Papushado, unas de las pocas figuras del cine de género del país de Oriente Próximo, cuya industria continúa más enfocado en el drama y el cine social. Diez años después, llega su remake español, 'Lobo feroz', con el que el uruguayo Gustavo Hernández busca darle un giro de tuerca a una propuesta que ya, originalmente, era arriesgada y atrevida.
'Big Bad Wolves' unía los destinos de tres hombres; el de un policía con alma de justiciero; un padre con ansias de venganzas por el asesinato de su hija pequeña y el principal sospechoso, quien es acusado no solo de ser un peligroso pederasta, sino también de un asesino en serie de niñas. A ellos se sumaba el padre del progenitor de la supuesta última víctima, siendo una producción de género que, por otro lado, tocaba otros palos relacionados con la constante sensación de peligro que vive la población israelí, el conflicto entre Israel y Cisjordania, así como era un retrato ácido sobre cómo actúan las fuerzas de la ley.
De ahí, que una adaptación española se antojase complicada, dado que la realidad social es muy distinta. Hernández, quien tiene experiencia en el cine de género con películas como 'La casa muda' o 'No dormirás', toma el desafío de llevar el relato a otra realidad. El caso es que 'Big Bad Wolves' arrastraba un problema en sí, que era el difícil equilibrio entre terror, thriller, drama social y humor negro. Con referencias, además del mencionado Tarantino, de otros cineastas como Vinterberg o Haneke (con 'La caza' o 'Funny Games' como principales ejemplos), el film original termina convirtiendo la venganza en un Macguffin, al ver transformada esa ira en un peligroso sadismo propio de un psicópata que, además, servía para desnudar el instinto primario de sus protagonistas.
De ahí, que se necesitase a un cineasta con la suficiente personalidad para hacer el relato suyo... cosa que no sucede con Hernández. Es más, podría decirse que el tono de la cinta es totalmente impostado, especialmente en los momentos de humor negro. El realizador, quien dirige un guion escrito por Juan Manuel Fodde Roma y Conchi del Río, configura un relato mucho menos rico en matices, que pierde enteros en lo relacionado a la crítica de la actuación policial, así como los motivos que llevan al agente justiciero a ir por libre.
Una versión descafeinada que destaca por su reparto
Pero, más allá de eso, la trama se simplifica demasiado, especialmente en el acto final (que era también el talón de Aquiles de la cinta original). A ello se suma que sus momentos de comedia resultan más forzados, especialmente porque da la impresión de que se han metido con calzador, provocando el efecto opuesto al que debiese. Lo que debía ser una perversa visión del cuento de Caperucita Roja, acaba siendo una versión descafeinada del film israelí.
Eso sí, hay un punto que evita que logra salvarle los muebles a 'Lobo feroz' y es su elenco. La idea de que uno de los lobos feroces pasase a ser una mujer le da otra perspectiva que, además, cambia completamente su trasfondo, al dejar de ser un militar retirado para pasar a ser una joven que con problemas mentales con un pasado escabroso. Es ella el personaje que más llama la atención de esta adaptación y lo es gracias a la magnífica interpretación de Adriana Ugarte, quien muestra un registro actoral radicalmente distinto al que acostumbra a enseñar.
Ugarte no está sola, pues le acompaña un estupendo Antonio Dechent, brillante siempre. Mención también para Javier Gutiérrez, con un papel en el que sabe moverse como pez en el agua, igual que Rubén Ochandiano. Otro cambio con el que la cinta sí gana es con la introducción de otra protagonista femenina, encarnada por Juana Acosta, quien le da otra dimensión a un personaje que en la versión original era mucho más plano.
Es su reparto lo que hace que eleva a 'Lobo feroz', una versión que, si bien sí que sabe mantener el constante conflicto moral que provocará un incómodo debate entre el espectador y la trama, termina siendo una versión descafeinada de lo que 'Big Bad Wolves' (y eso que esta ya patinaba en lo referente al humor negro). Eso sí, resulta lo suficientemente amena para disfrutar de ella como la primera producción española de 2023 en llegar a salas de cine.
Nota: 6
Lo mejor: Su reparto, especialmente Adriana Ugarte.
Lo peor: La sensación de que todo es forzado y que esta propuesta necesitaba un director con más personalidad.