Justine Triet se enfrenta a su segundo cortometraje de ficción como realizadora y guionista en 'Los casos de Victoria', una de las grandes nominadas durante los premios César de 2017, además de ser uno de los platos fuertes del prestigioso Festival Internacional de Cannes. La directora de Fécamp vuelve a tomar como punto central el feminismo para mostrar en su propia protagonista una visión realista, a la par que necesaria en los tiempos actuales. Una muestra de lo imprescindible que es este tipo de película, que en varias ocasiones pasan desapercibidas para el gran público.
La película se centra en Victoria Spick, una abogada divorciada que debe hacer frente al infierno de su propia vida y a un caso inesperado. Tras asistir a la boda de unos amigos, Vincent, un conocido de toda la vida, estará envuelto en un intento de asesinato contra su pareja, por lo que Victoria tendrá que defenderle y con ello, poner su vida todavía más alocada de lo que ya está. En la fiesta se reencuentra son Sam, un antiguo cliente que llegará a su vida para cambiarla del todo y que empezará a ayudarla, de manera que poco a poco va ganándose su total confianza.
El público general tiene una visión de la comedia francesa orientada al estilo de filmes como 'Amélie', 'Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?', 'Intocable' o 'Bienvenidos al norte', pero con esta película se demuestra que el humor es conductor para contar historias más profundas y con una intensidad necesaria y cruda, que con la comedia hacen que sea más llevadera. En un primer momento, se puede llegar a pensar con las primeras secuencias que estamos ante un nuevo 'Un hombre de altura', cinta que se queda en una comedia simpática sin mayor trasfondo, pero no. Según se va desarrollando el guion, se puede ver una crítica social a la búsqueda casi obsesiva del sentido de la vida, la focalización extrema en el trabajo y la dificultad para definir qué es ser feliz. Orientado a la cultura parisina, en la que se vive en un constante ritmo frenético relacionado con la importancia de lo laboral, este ejemplo visual en la piel de Victoria puede ser aplicable a cualquier tipo de nacionalidad o cultura.
El guion ha sido escrito de manera que podamos sentir identificación con los sentimientos y problemáticas que se presentan en el largometraje. Triet ha sido inteligente a la hora de crear pocos personajes pero bien construidos, recayendo el peso en especial en los personajes de Victoria y Sam. La evolución de la protagonista es lo que engancha al espectador, que puede partir su proceso en tres partes: el problema, el hundimiento y la resurrección cual ave fénix. Además, es bueno ver personajes orientados hacia mujeres de más allá de los 35 años y que no sean madres estrictamente ejemplares. Sin duda, Victoria se convierte al final de la película en un ejemplo de la mujer actual: independiente, con aspiraciones y lejos de los prejuicios sociales que se le imponen. Con ello, se consigue alejar de los estereotipos y clichés de la mujer adulta en algunas producciones de este género. Incluso, vemos con total naturalidad la gran conexión que existe con Sam, su ayudante, pese a ser mucho más mayor que él. Por fin se rompe con tener que explicar constantemente por qué una mujer mayor se puede fijar en un chico joven o viceversa y no se trata con morbosidad.
La interpretación protagonista de Virginie Efira vuelve a demostrar la razón por las que es considerada una de las mejores actrices de su tiempo. La versatilidad que tiene para transformarse en sus papeles hacen que cada interpretación sea un regalo. Con Victoria no iba a ser diferente y nos da una heroína actual, que sirve para engrandecer lo bonito que es la perfección de lo imperfecto. Un homenaje a las mujeres actuales espléndido. Destacar, por ejemplo, que la grandeza de la actuación de la belga se ve en lo diferente que es este personaje comparado con la inocente Rebecca en 'Elle' o la misteriosa Louise en 'Pastel de pera con lavanda'. Una interpretación soberbia y fuerte, con la que consigue mantener el peso completo del film en ella y obtener un resultado más que satisfactorio.
Por otro lado, Vincent Lacoste, el niño prodigio de París, se convierte en un acompañante perfecto y da más fuerza al mensaje que quiere transmitir el film. Totalmente irreconocible comparado a otros proyectos del actor como 'Lolo, el hijo de mi novia', nos encontramos con una fragilidad que consigue captar al espectador. El francés juega mucho con las miradas, el lenguaje no verbal y los movimientos en escena, lo que hace que pese a no tener multitud de diálogos, expresa a la perfección lo que su personaje quiere transmitir. Este trabajo del actor, pese a no ser en el que más llama la atención, sí consigue hacer que sea imprescindible y que conectes en toda su evolución. Una actuación importante que consigue junto a Efira formar un tándem con química, que sería interesante poder volver a ver en otras producciones cinematográficas.
Coitus interruptus
El único fallo que se puede encontrar en este film es la transición que hay entre las tres partes, en concreto, en las dos primeras. Durante lo que podríamos llamar el primer episodio de esta historia, hay un momento donde el ritmo se ralentiza y por lo tanto, parece que no avanza la situación y nos vamos a estancar en una comedia típica francesa que habla de la amargura y de cumplir años. Pero no, tras entrar de lleno en el segundo acto se ve que estamos ante un proyecto que va a tener un debate humanístico y analizar el debate de la necesidad de llenar o encontrar por qué existe un vacío en la vida de cada persona. Tal vez si hubiera habido una dinámica mayor entre estos dos tiempos, se hubiera obtenido un resultado perfecto.
Luego, no se puede negar que la sub-trama con su ex-marido aunque da una vía de escape a la audiencia, chirría en algunas ocasiones, aunque permite un aprendizaje muy interesante dicho por parte del personaje de Lacoste, en el que se exalta el reconocimiento que puede haber dentro de una crítica. Es por esto que hay un abanico de temáticas que enriquecen con cada detalle a la cinta, lo que provoca que haya un cocktáil reflexivo y actual, que sin duda, puede gustar a cualquier tipo de audiencia.
A nivel técnico no se observa una gran innovación artística en la directora, pero aun así, es importante destacar el carácter costumbrista que se ha buscado en los espacios, alejándose de la París más esnob y elitista que se ve en otros proyectos cinematográficos. La elección del ritmo y los planos están bien engranados en la mayor parte del film y los colores fríos que abundan en algunas de las escenas, en especial, en la decadencia de ella, dan cierta originalidad a su estilo.
En conclusión, 'Los casos de Victoria' es un homenaje a la reflexión y a la perspectiva de la mujer actual. También se hace un análisis de la búsqueda de la identidad, de la necesidad de ser amados y de las obsesiones y miedos que tiene el ser humano. Lo que es, en realidad, un drama, mezclado con humor irónico y ácido, lo que crea un conjunto bien encajado que da un resultado fantástico. Una película que rompe con los clichés clásicos de este tipo de historias más apegadas al costumbrismo y también se aleja de la caricatura que se tiene en algunas ocasiones de la "comédie française". Un canto al retrato moderno de la mujer.
Nota: 8
Lo mejor: El guion y las interpretaciones de Virgine Efira y Vincent Lacoste
Lo peor: El ritmo lento entre el primer y segundo acto