En pleno rodaje de su segunda película, Carlos Marqués-Marcet vio nacer ante sus ojos la idea de la tercera. Su intérprete tan habitual, David Verdaguer, repetía con él en 'Tierra firme' tras el éxito de crítica de '10.000 Km'. Por su parte, desde Barcelona, la mujer de este le llamó a Londres para darle la gran noticia que uniría de nuevo al tandem director-actor: estaba embarazada. Este anuncio fue el impulso creativo que el realizador ganador del Goya necesitaba para jugar con la meta-ficción: su próxima película sería la convulsa historia de una joven pareja que espera por sorpresa su primera hija, juntando así al protagonista de 'Lo dejo cuando quiera' con su pareja real, María Rodríguez Soto. Este retrato a medio a camino entre la realidad y la ficción ha vuelvo a rendir a la crítica ante Marqués-Marcet y ya se posiciona como una de las posibles nominadas a los Goya 2020 tras ganar los principales premios del pasado Festival de Cine de Málaga.
Aun manteniendo la verdad del embarazo, la ciudad y la relación de los protagonistas, 'Los días que vendrán' presenta a la joven y ficticia pareja catalana formada por Vir y Lluís. Tras salir juntos durante apenas un año, ambos se replantean su estabilidad como pareja y sus roles personales ante el positivo del test de embarazo. Aprovechándose de esta naturalidad que ya avanza su planteamiento, la película se desprende de todo pudor y desnuda tanto física como emocionalmente a sus personajes. Así, las pantallas tan acostumbradas a albergar ficción, exhiben en este caso las explícitas escenas de sexo o los momentos tan íntimos e impresionantemente palpables del desarrollo del embarazo, como las patadas del bebé en la barriga o los partos (tanto el de la protagonista como el de su madre real en una cinta VHS). Gracias a esta intimidad quebrada, el filme va directo al corazón, y las emociones de los protagonistas son tan vívidas como fácilmente extrapolables.
El guion corre a cargo del propio director junto con Coral Cruz y su colaboradora en '10.000Km', Clara Roquet. Sin embargo, los dos actores protagonistas aparecen acreditados también por su contribución a los personajes y diálogos a partir de las improvisaciones ensayadas con las que se ha construido el film. María Rodríguez Soto ('El Ministerio del Tiempo') ha sacado ventaja de su considerable experiencia teatral en este rodaje bastante similar, con escenas no tan fragmentadas y poco escenario muy aprovechado. No obstante, la actriz es consciente de que el cine es un trabajo no tan hacia fuera y sabe lucirse también en esos planos cortos, en los gestos detallistas que, desde un patio de butacas no se aprecian tanto, pero que en pantalla grande conmueven profundamente y dramatizan a la perfección la relación con su pareja: un David Verdaguer idóneo como compañero y como enemigo.
Captar la realidad con inteligencia
Una de las grandes hazañas de la película funciona en contra de lo que anticipa su planteamiento: 'Los Días que Vendrán' no parece un documental, sino que está tan extremadamente bien narrada que marca los puntos de ficción clave para hacer avanzar la película y entretener. Desde las disputas entre ellos hasta el drama de la cesárea, el guion sabe plantear y concluir, tan bien como jugar entre los géneros de comedia a drama o romance y hasta intriga. Impresiona cómo cada aspecto de la película ha conseguido entretejer, a partir de la verdad y la realidad, una ficción bastante compleja, narrativa y que engancha, hasta el punto de no saber cuál de estos dos extremos ha influido más. Puede parecer obvio, pero 'Los Días que Vendrán' es una película (y una muy sólida), y aún así se atreve a renunciar a regodearse sobre varios dramas potentes (como las condiciones de trabajo de las embarazadas).
Siendo consecuente, su objetivo no es reivindicar, sino mostrar, y desde luego que hay contexto social, pero no para ser analizado ni cambiado de una manera externa, sino para verlo aplicado íntimamente sin principio ni final en lo que el film alcanza a ser: un pequeño trozo de vida. Para plasmar ese objetivo desde el concepto al plano, el director depura su estilo hasta casi lo teatral con una planificación de tomas muy largas, sin más banda sonora que algunas canciones muy bien escogidas, y un montaje al corte para nada llamativo sin miedo, eso sí, a esos saltos típicos de las cintas caseras.
Por lo tanto, toda la película es un plano corto a esta relación, donde brillan los detalles, los gestos, las lágrimas, las muecas... Pero sigue siendo ficción, y aunque no haya una realización vistosa, hay que aplaudir el buen trabajo del operador de cámara siguiendo a los personajes y encuadrándoles a la perfección en todo momento. Además, el film demuestra esa inteligencia narrativa para nada casual al saber mantener encuadres con la tensión (el positivo del test), realizar un enorme salto temporal gracias al detalle de la ropa de Vir, o marcar su evolución "natural" con un fantástico trabajo de maquillaje y peluquería.
Trascender la ficción con emoción y profundidad
Tras todo este trabajo de ingenio, detallismo y entrega, surge de la manera más orgánica y para nada impostada posible el bellísimo fondo que hace trascender la película. Menuda hazaña la de esta historia, tan particularmente desarrollada, que ha logrado conversaciones tan naturales como impactantes y profundas, para reflexionar sobre temas actuales y necesarios como la profundidad que otorgamos a nuestras relaciones, el machismo, la precariedad juvenil, la frustración ante el futuro y la peligrosa idealización del pasado (y de las embarazadas). Y aún así, no se pierde en su propia intensidad, con unos jóvenes visiblemente inmaduros (y normales) y algunos momentos realmente tiernos como ese "no-no quiero" que recuerda al "te quiero 3.000" o "tú y yo a 3 metros sobre el cielo".
Esta impresionante ficción creada con dosis de realidad acaba resultando un profundo choque emocional que conmueve, enternece y hace imposible no empatizar con lo que estamos viendo. Eso se logra también gracias a las cintas caseras de la familia de María insertadas. Estas muestran lo que queremos grabar, los buenos momentos, lo idealizado, pero 'Los Días que Vendrán' funciona como una de esas cintas pero a la inversa: se replantea ese material y captura lo que no se suele/quiere compartir, lo que ocurre cuando le das al off de la videocámara y toca dejar de crear el recuerdo para vivirlo. Y de esa realidad, se crea la ficción. Y esa ficción, tiene ecos de reflexión. Y esa reflexión, conmovedora a nivel cognitivo y emocional, es la que hace trascender la película.
Nota: 9
Lo mejor: Ser capaz de trascender la realidad de un drama concreto a una ficción psico-analítica de nuestro tiempo.
Lo peor: La dura exigencia que puede suponer para muchos espectadores encontrar esta película en su cine y dedicarle su tiempo y sentimientos exclusivamente a ella durante una hora y cuarenta minutos.