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CRÍTICA

'Los Fabelman' es el brillante anecdotario de Steven Spielberg que rubrica su filmografía

Spielberg firma con 'Los Fabelman' un prodigioso homenaje a la capacidad de las películas para hacernos soñar y a la desmitificación de los padres.

Por Carlos González Manzano Más 11 de Febrero 2023 | 09:00
Periodista crepuscular que vive en las viñetas de Tintín, los mundos de Tolkien y las películas de Ghibli

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'Los Fabelman' es el brillante anecdotario de Steven Spielberg que rubrica su filmografía

Que Steven Spielberg estrene película debería considerarse todo un acontecimiento si te autodenominas un amante del cine que se precie. El autor de clásicos incontestables como 'Tiburón', 'Parque Jurásico', la trilogía de 'Indiana Jones', 'Salvar al soldado Ryan' o 'E.T., el extraterrestre' (por mencionar unos pocos de los chorrocientos que tiene) ha pasado toda una vida demostrando por qué es uno de los mejores directores de la historia y construyendo cuidadosamente un legado irrompible que ya ha dejado decenas de iconos en la cultura pop en forma de frases, personajes, fotogramas o escenas. Pero... ¿Qué hacer cuando lo has conseguido todo? Pues hablar de ti, claro. De eso trata, ni más ni menos, 'Los Fabelman', la introspección semiautobiográfica de un formidable Spielberg en el zénit de su madurez que reflexiona acerca del valor de las familias desestructuradas y del poder de las películas para alterar nuestra realidad. De momento, ya se ha alzado con el Premio del Público a Mejor película en el Festival de Toronto y con dos Globos de Oro a Mejor película de drama y Mejor dirección.

'Los Fabelman'

Sí, Spielberg lo ha vuelto a hacer. Y, en esta ocasión, ha perfeccionado un subgénero que ha estado en auge los últimos años, el de los directores que miran a su pasado para constatar su presente. La lista cada vez se hace más larga: Kenneth Branagh con 'Belfast', Paul Thomas Anderson con 'Licorice Pizza', Richard Linklater con 'Apolo 10½: Una infancia espacial', Paolo Sorrentino con 'Fue la mano de Dios' o James Gray con 'Armageddon Time'. El denominador común a todas estas ficciones es ese valor de no ficción, de memoria, de retrospectiva por parte de unos cineastas que viajan de vuelta a su niñez y adolescencia para explicar su razón de ser y, con suerte, contextualizar también la idiosincrasia de la época. Como era de esperar, Spielberg ha adelantado a todos por la izquierda confeccionando un retrato honesto, sin autocomplacencia ni cursilería, solo amor por el cine.

Para ello, ha tenido que plantearse algo que parecía dificilísimo. ¿Quién iba a encarnar a dos figuras tan cruciales en la vida de Spielberg como sus propios padres? Y, sobre todo, ¿quién iba a ponerse en la piel del mismísimo Spielberg? El cineasta sortea estos obstáculos con solvencia alineando a la (ficticia) familia Fabelman. Sammy Fabelman (Gabriel Labelle) es el alter ego de Spielberg, un niño de Arizona que, durante las décadas 50 y 60, quedará impregnado por la majestuosidad del cine. Su padre es Burt Fabelman (Paul Dano), un afamado ingeniero informático, y su madre, Mitzi Fabelman (Michelle Williams), una excéntrica artista.

El arte vs la familia

La película comienza con una de las decisiones más difíciles para unos padres mínimamente preocupados por la educación cinematográfica de su hijo o hija: la primera película. En este caso, un entusiasmado Sammy, dispuesto a absorber todo como si de una esponja se tratase, es llevado a una sala de cine por sus padres a ver 'El mayor espectáculo del mundo', casi como una premonición de lo que ese niño haría en décadas posteriores. Sammy queda totalmente fascinado (con un plano que homenajea a 'Cinema Paradiso', dicho sea de paso) por el choque de un tren con un coche y, a partir de ese momento exacto, su existencia cambia para siempre. Su trayectoria, profesional y personal, quedará supeditada a dos pilares fundamentales: el amor por su familia y el amor por las películas.

'Los Fabelman'

Spielberg hace gala de una magia tan inusual en otros realizadores como ya típica dentro de su dirección. Captura con imágenes preciosistas esos momentos específicos que suponen un antes y un después, donde quedas prendido para siempre de las películas y su aura mística. El cineasta se retrotrae a sus recuerdos para rememorar cómo el séptimo arte entró en su vida y revolucionó para siempre su manera de entender el mundo. No obstante, no es hasta la adolescencia que vuelve a redescubrir el medio viendo en pantalla grande la insuperable 'El hombre que mató a Liberty Valance' y toma la decisión de dedicarse a las películas. No solo a verlas, a dirigirlas. El escepticismo de sus padres (más de su padre que de su madre) viene a corroborar ese discurso dicotómico cuyas bases venía sentando Spielberg desde el principio. Mientras que para Burt es un hobby, para Sam es un trabajo, un sueño que hacer realidad. Hasta su tío Boris (Judd Hirsch), que trabajó en Hollywood, aparece de repente para avisarle, protagonizando una de las mejores escenas de la película: "Esta industria te engullirá, el arte te dejará solo". Esta máxima sobre sepultar tu vida en aras de alcanzar una excelencia laboral, tan magistralmente explorada por Damien Chazelle a lo largo de 'Whiplash', 'La ciudad de las estrellas: La La Land' o la reciente 'Babylon', se presenta aquí de manera menos extrema. Spielberg se aleja de maniqueísmos para rescatar el evidente claroscuro que vertebra toda familia. No vas a encontrar paz en el sacrificio por el cine, ni siquiera la gloria que puedas alcanzar merecerá más la pena que un picnic en familia. Sin embargo, Spielberg lo muestra sin condescendencia, aceptando que su predilección por las películas es más grande que cualquier otro miedo o riesgo. Es lo que hay porque no puede ser otra cosa, no puede cambiarlo. Una declaración de amor tan pura como peligrosa, tan incorruptible como dañina.

Por ello, 'Los Fabelman' es una declaración de amor al cine, con todo lo que eso conlleva. Entre una condena a la que se ve abocado el protagonista y la propia salvación en sí misma. La causa y la consecuencia del desapego familiar se encuentra en esa misma raíz. El personaje de Sam encuentra en las películas el motivo por el que alejarse de sus seres queridos y, al mismo tiempo, la vía de escape que le da la capacidad de soñar, el analgésico con el que escaparse a otros mundos y fantasear. Spielberg aplica una mirada seria y adulta a la pasión entendida como obsesión hacia algo, con todo lo positivo y lo negativo que trae consigo.

Los submundos de Spielberg

Una vez, durante una entrevista, James Lipton le comentó a Steven Spielberg que las naves de 'Encuentros en la tercera fase' se comunicaban mediante sonidos musicales hechos por ordenador. La referencia se cuenta sola: la parte matemática y calculadora de la ingeniería informática del padre y la creatividad artística de la música de su madre. La referencias paternales (o la ausencia de las mismas) siempre han sido una constante en el cine de Spielberg. Desde 'E.T.' hasta las dinámicas entre Harrison Ford y Sean Connery en 'Indiana Jones y la Última Cruzada'. El pragmatismo frente al sentimiento, la necesidad de ser útil en un trabajo frente a lo imprescindible de fluir, de crear y de romper con lo establecido. Estos submundos que siempre ha tenido a mano Spielberg se funden en la vida de un joven Sam (brillante Gabriel Labelle). A pesar de las diferencias de opinión, la familia Fabelman parece idílica, pero un acontecimiento la separará, provocando el divorcio entre Burt y Mitzi.

'Los Fabelman'

Por muy conocido que fuese por todos la separación de los padres de Spielberg, el director radiografía de manera portentosa la disfuncionalidad de una familia rota. Alejándose de dramones lacrimógenos (que los tiene), logra captar el caos, el desconcierto ante el futuro y la pena que recorre a cada miembro de la familia ante una noticia de este calibre. Spielberg traza una desmitificación de los padres, convirtiéndoles en humanos que cometen errores y, precisamente por eso, queriéndoles todavía más. Puede que en las familias desestructuradas se encuentren, irónicamente, los lazos más fuertes. En cualquiera caso, Spielberg homenajea con 'Los Fabelman' a sus figuras paterna y materna de una vez por todas, elogiando su sacrificio y perdonando cualquier falla que pudiese haber descubierto durante su infancia y adolescencia.

Con una familia desunida, constantes mudanzas debido al trabajo de su padre y un incipiente amor por el cine, Sam termina por explotar tras recibir bullyng. El judaísmo de Spielberg le trajo serios quebraderos de cabeza durante su etapa estudiantil, hasta el punto de ser discriminado en los institutos. El director se sirve de una ración de teen drama (con noche de graduación incluida) para remarcar el profundo antisemitismo que ha sufrido siempre; aquel que, por otra parte, le llevo a firmar la obra maestra que es 'La lista de Schindler'.

'Los Fabelman' se erige pues como el final ideal para un recorrido irrepetible y repleto de obras maestras. Tras haber creado varias películas de culto, Spielberg pone el broche de oro a su filmografía con una retahíla de anécdotas narradas con mano experta. Pero, aunque sería un cierre perfecto y poético para su carrera, crucemos los dedos para que a Spielberg aún le quede cuerda para rato y pueda así seguir maravillándonos como solo él sabe hacer.

Nota: 8.

Lo mejor: El manejo de la épica intimista sobre los orígenes de un director legendario.

Lo peor: El drama sobre el divorcio no resulta tan potente como el enamoramiento de Sam por el cine.

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