Víctor Hugo, en su aclamada novela 'Los miserables', uno de los referentes clásicos de la literatura francesa, escribió: "A los que ignoran, enseñadles todo lo que podáis; la sociedad es culpable de no dar enseñanza gratis: es responsable de la noche que produce. Este alma está llena de sombras, y allí se comete el pecado. El culpable no es quien ha cometido el pecado, sino aquél que ha hecho la sombra". Inspirándose en su texto, el cineasta Ladj Ly traslada su espíritu político y social en un largometraje que es una enmienda a la totalidad a la sociedad francesa.
Como se ha comentado recientemente en un especial sobre el cine social francés, este puede hacerse gracias al apoyo de un sistema que garantiza que haya voces que denuncian la desigualdad, la injusticia social y la discriminación que viven las minorías. Ladj Ly sabe muy bien de lo que habla, sus "Miserables" los conocen desde niño, al haber sido un chaval criado en el barrio de Bosquets, en la comuna de Montfermeil, del departamento Sena-Saint Denis, situado al norte de la región Isla de Francia.
Sena-Saint Denis es una de las zonas más problemáticas de Francia, donde el 30% de la población viven por debajo del umbral de pobreza y la tasa de desempleo supera el 20%, una cifra similar al porcentaje de paro juvenil. El 29,15% de la población es inmigrante o de origen extranjero. Son datos que pueden trasladarse a cualquier otro suburbios de las afueras de una gran urbe francesa.
Denuncia social desde la experiencia
Y son también datos que evidencia una clara desigualdad en la sociedad francesa, que mira hacia otro lado ante una situación que les parece ajena. Pero Ladj Ly conoce el problema desde dentro y en sus "Miserables" lo retrata, dejando en evidencia que la insostenible situación no es culpa de unos u otros, sino de todos. Ahí es donde juega su principal virtud su primer largometraje de ficción (su ópera prima fue un magnífico documental titulado 'A viva voz' en 2016), que parte de un corto que realizó dos años antes con buena parte del reparto que repite en la película.
Porque sí, buena parte de la crítica de todo el mundo compara este thriller policial con aplaudidos trabajos de Estados Unidos como la serie 'The Wire' (2002 - 2008) o películas como 'Una historia del Bronx' (1993) o 'Training Day' (2001). Sin embargo, Ly no entra en valoraciones morales, tampoco muestra el lado antiheroico de la situación. Su tono de thriller está más relacionado con el cine social francés, recordando a títulos recientes como 'Polisse' (2011) o 'Divinas' (2016).
La radiografía que hace del barrio de su infancia, recuerda a la que hizo Fernando Meirelles en 'Ciudad de Dios', de la que es, sin duda, digna heredera y sucesora. Lo es porque Ly retrata un barrio marginal en el que todos tienen la culpa, tanto la policía, que en muchos actos acaba mostrando su lado corrupto, como el de los propios vecinos, al existir un concejal de distrito que se comporta como un cacique o un capo de la mafia; o el que los menores de edad estén abandonados a su suerte, en una especie de "Señor de las Moscas" urbano, en el que los niños muestran su lado más salvaje y visceral.
Una enmienda a la totalidad de un sistema que ha abandonado a su suerte a los suburbios
A ello hay que añadirle que Ly, además, también muestra cómo ese mundo, en el que la juventud carece de esperanza, en el que puede verse cómo la administración ha dejado a su suerte a varias generaciones, creando una brecha social difícil de conciliar, es carne de cañón para el extremismo religioso, para aquellos que abrazan el yihadismo y expanden el horror.
Ly sabe que es impetuoso ofrecer una respuesta, pero acierta en denunciar una situación que demanda un plan de Estado, de ahí que sea su película un enmienda a la totalidad. Una obra maestra del cine social europeo, con la que su realizador huye de innecesarios maquineísmos sabiendo cargar de responsabilidad a cada uno de los implicados, dotando a su filme de Humanidad, al ofrecer la mirada personal de los agentes de policía, de las familias de los niños de Sena-Saint Denis, que sirve también como metáfora de toda Francia, al no ser el caso de Montfermeil excepcional, tranquilamente podría ser el retrato de Échirolles (Grenoble) o La Castellane (Marsella).
'Los miserables' es un grito de rabia e impotencia hacia una situación que no parece que vaya a solucionarse, una manifestación que pide la administración ayuda hacia esos franceses olvidados por el sistema. Puesto que, al fin y al cabo, Ly hace una crónica social de la Francia actual. Una joya cinematográfica que, sin duda, muestra la labor comprometida de esos cineastas que aprovechan el séptimo arte para hacer activismo y política desde la mirada de aquellos no pueden visibilizarse.
Nota: 9
Lo mejor: La ausencia de maniqueísmos y el certero retrato de responsabilidad sobre la insostenible situación de los suburbios.
Lo peor: Mirarla como si fuese un thriller criminal, cuando su mensaje social es mucho más complejo.