Algo que se va repitiendo en los últimos años en los Premios Oscar es la nominación sorpresa de títulos desconocidos en ciertas categoría. Es el caso de la de mejor película internacional. Tras el cambio de selección de los títulos de la llamada shortlist (ha pasado de 9 a 15 tras la edición de 2020) y la posterior elección de las cinco nominadas, se ha dado pie a la entrada de títulos que nadie hubiera puesto en sus quinielas y que gracias a esa candidatura, reciben una atención añadida que le permite obtener una mayor distribución en varios mercados internacionales.
Es el caso de la butanesa 'Lunana, un yak en la escuela', nominada al Oscar a la mejor película internacional en la pasada 94ª edición. primera película del país asiático en ser candidata a la estatuilla en esta categoría. El filme hizo una auténtica hazaña, pues originalmente iba a representar a Bután en los Oscar del año anterior, pero fue descalificada por un error burocrático (le faltó ser elegida por un comité). Arreglado el papeleo y los requisitos, lo volvió a intentar en la siguiente convocatoria, obrando el milagro, pues la cinta pudo entrar entre las cinco candidatas frente a títulos muy potentes que estaban en la shortlist como la iraní 'Un héroe', la belga 'Un pequeño mundo', la finesa 'Compartimento No. 6', la austríaca 'Great Freedom' o la española 'El buen patrón'.
Ópera prima de Pawo Choyning Dorji, 'Lunana, un yak en la escuela' derrocha encanto y, sobre todo, honestidad. La premisa puede recordar a otros títulos similares, al narrar cómo un joven profesor, Ugyen, busca dejar su Bután natal y emigrar a Australia, para convertirse en una estrella de la música. Debido a que clara falta de interés por ser maestro, es obligado a cumplir una última misión antes de que tener una excedencia que le permita abandonar el país: deberá dar clase en Lunana, una aldea glaciar situada en el Himalaya. En ese lugar perdido de la mano de Dios, Ugyen conocerá a unos niños con muchas ganas de aprender y un estilo de vida que le hace replantearse su vida.
Una hermosa y didáctica fábula sobre la importancia de la educación y el convivir con las propias raíces
Dorji configura un relato honesto con el que aprovecha para recordar algo que es esencial: el acceso a la educación, un derecho humano básico. El filme muestra lo complicado que es que los menores provenientes de regiones rurales puedan tener una educación en condiciones. Desde ese aspecto, el cineasta parece inspirarse en 'Ni uno menos' o 'El camino a casa', ambas de Zhang Yimou, en lo referente a educar en áreas rurales y en cómo debe valorarse estas regiones en contraposición al estilo de vida urbano. El canto de amor por una vida más en sintonía con la naturaleza enlaza al realizador con el japonés Isao Takahata, especialmente en cómo la experiencia laboral cambia la vida al joven profesor.
Sumado con una serie de secuencias naturales hermosas, que muestran los encantos del Himalaya, así como también un esmerado retrato del área rural, con las que Dorji se acerca al cine documental, 'Lunana, un yak en la escuela' es propuesta capaz de encandilar tanto a público como a crítica. Un relato entrañable, de esos que mira con ilusión a la infancia, la cual queda representada como la esperanza de un mundo mejor, mensajes que cobran mayor importancia en propuestas cinematográficas como esta. Un ejemplo de que los Oscar pueden impulsar conocer un tipo de cine que hubiera sido más difícil de hallar sin estos reconocimiento. Una pequeña joya oculta.
Nota: 8
Lo mejor: La ilusión de los niños por aprender, el mensaje esperanzador que transmite.
Lo peor: Es un filme con aspiraciones familiares y de audiencia de masas, a pesar de su nacionalidad, lo que implica que cierto público más afín a propuestas más arriesgadas en lo cinematográfico, la infravalorará.
