Lo nuevo de Pedro Almodóvar empieza con una fotógrafa, Janis (Penélope Cruz), tomando el retrato de un antropólogo forense, Arturo (Israel Elejalde). Nada es casual en una película del cineasta manchego: la fotografía tiene la función de desvelar, recordar, inmortalizar el objeto fotografiado; el hombre retratado se dedica a desenterrar lo que está oculto bajo la superficie. Ahí están ya, en primer plano, los temas centrales de 'Madres paralelas': la memoria, la historia y la irrefutable e irremediable verdad, que necesariamente siempre acaba saliendo a la luz. Es curioso, y quizá tampoco casual, que el primer visionado de la película sea a su vez un trabajo de descubrimiento, el desentierro de la verdadera historia que se escondía tras la promoción, debajo de la sinopsis oficial. Es por eso que nadie debería leer esta crítica antes de verla.
Para quien que decida continuar leyendo, dicha sinopsis es más o menos así: dos madres accidentales, Janis y Ana (Milena Smit), se conocen y dan a luz a la vez en el mismo hospital; desde entonces sus vidas quedan unidas por el azar y siguen caminos paralelos y entrelazados.
En ese primer visionado 'Madres paralelas' es una película que desconcierta, sobre todo por el hecho evidente e innegable de que hay dentro de ella dos películas distintas y, a simple vista, independientes la una de la otra. Tras la sesión de la primera secuencia, Janis y Arturo intiman entre vinos y jamón mientras discuten sobre memoria histórica. Ella le pide que desentierre una fosa que hay junto a su pueblo que llevan años queriendo abrir. Más tarde el tema de la fosa queda olvidado y enterrado (de nuevo, ¿casual?) durante gran parte del metraje para centrarse en el melodrama del que Janis es protagonista. Por un lado tenemos la historia de la fosa, la más explícitamente política de la carrera de Almodóvar y con un espíritu casi didáctico, algunos dirán que panfletario. Por el otro, está el melodrama de una madre soltera que se enfrenta a una dura decisión y las consecuencias que esta acarreará.
Ese melodrama, protagonizado por una Penélope Cruz brillante, contenida y a punto de estallar en todo momento, sigue la estela del último Almodóvar que empezó con 'Julieta'. Es una película estilizada y austera que no solo choca en lo formal con etapas del pasado del director, sino también en su contenido: el foco pasa de la mujer de clase obrera que no llega a fin de mes y vive en el extrarradio (Carmen Maura en '¿Qué he hecho yo para merecer esto?', la propia Cruz en 'Volver') a una mujer acomodada que vive desahogadamente en el centro de Madrid. No se puede culpar a Almodóvar de falta de honestidad: si uno tiene que escribir sobre lo que conoce, es normal que el manchego haya pasado de hacer películas sobre las criadas (aquí personajes secundarios de pocas frases) a hacerlas sobre las señoras.
Pero si en 'Julieta' Almodóvar pecaba de un exceso de sobriedad y una distancia con el mundo real que hizo saltar las alarmas incluso entre sus más fieles defensores, en 'Madres paralelas' ha encontrado un equilibrio sin llegar a la emoción de aquel autorretrato confesional que fue 'Dolor y gloria'. A sus 72 años y tras 22 películas, Almodóvar parece haberse instalado en un cine más serio, mesurado, práctico y por momentos sorprendentemente naturalista (no hay estilización alguna en la secuencia del parto doble, más allá de la música de Alberto Iglesias).
Temáticamente no hay un giro tan drástico: el manchego sigue obsesionado con mujeres solas que se apoyan las unas a las otras y redes familiares que se componen de personas descastadas. Lo que no quiere decir que no encuentre Almodóvar nuevas cosas que decir, como algunas referencias muy contemporáneas (una manada, la violencia vicaria) y una interesante reflexión sobre la maternidad: ¿qué es lo que hace madre a una mujer, tener un hijo? Porque Teresa (Aitana Sánchez-Gijón) tiene descendencia pero ni un ápice de instinto maternal, mientras que el personaje que interpreta Rossy de Palma se comporta como una madre de todos sin haber parido jamás. ¿Y deja una mujer de ser madre cuando pierde a su hijo?
Una película enterrada bajo la otra
Sin embargo, todo esto parece secundario ante la presencia de la otra película, la de las fosas y la memoria histórica. Esa parte trata temas tan importantes, y con tanta emoción y urgencia, que no puede sino acabar sepultando a la otra mitad, aún siendo menor en tiempo de metraje. La trama de la fosa del pueblo de Janis regresa en un último tramo y casi borra todo lo ocurrido hasta entonces. La historia y el espectador se ven arrastrados por la fuerza de los testimonios sobre los fusilados, extraídos de casos reales. El escenario cambia del interior urbano a los campos abiertos rurales, entran los colores naturales, el verde, el amarillo y el marrón, y explota la luz. Ahí es cuando 'Madres paralelas' respira después de haber contenido el aliento durante tanto tiempo. Este último tramo es arrollador, emotivo, luminoso y sanador.
Almodóvar deja en nuestras manos la tarea de unir los puntos que comparten las dos películas. La relación entre ambas es acaso conceptual: el conflicto que tiene Janis está entre seguir mintiendo y ocultando (a los demás y a sí misma) o desenterrar la verdad para seguir adelante.
Ese es el mensaje que Almodóvar quiere lanzar a España con 'Madres paralelas', a veces de formas demasiado evidentes y subrayadas (el último plano es un poco sonrojante): por una parte, que enfrentarse a la verdad es un acto heroico, doloroso y necesario; y por otra, que los secretos y las mentiras de nuestros antepasados pesan sobre nosotros y nuestros descendientes como una losa. Y hasta que no nos deshagamos de ella no podremos avanzar.
Nota: 8
Lo mejor: Una Penélope Cruz contenida que está a punto de estallar pero no lo hace nunca
Lo peor: Los momentos más expositivos en los que Almodóvar no parece confiar en que el espectador tendrá suficiente con sus reflexiones
Estreno en cines el 8 de octubre.