Allá por 2011, se estrenó 'Pie de página', con la que Joseph Cedar llevó a Israel a postularse como una de las nominadas al Oscar a la mejor película internacional (perdió frente a la iraní 'Nader y Simin. Una separación'). Fue la última vez que el país mediterráneo optó la estatuilla. Una producción que llamó la atención, hasta el punto de convertirse en un relato al que adaptar a otra realidad.
Es lo que ha ocurrido y que se ha traducido en 'Maestro(s)', el nuevo trabajo del francés Bruno Chiche, quien regresa cinco años después tras 'Cariño, yo soy tú'. 11 años después de 'Pie de página', el relato viene completamente reconvertido y consigue convertirse en uno de esos ejemplos de cómo la cinematografía gala es capaz de realizar producciones que logran ese equilibrio entre el cine comercial y el de autor.
Si 'Pie de página' planteaba el legado histórico a través de las figuras de los intelectuales que han construido Israel, 'Maestro(s)' lo reconvierte en una conversación musical entre dos directores de orquesta, padre e hijo, que rivalizan en una discusión intergeneracional relacionada con la perspectiva de cómo ver la música. Lejos de verse como una forma de aligerar la trama, esta reinterpretación hacia el ámbito cultural no podía ser más certero, al darle un trasfondo diferente que le otorga identidad propia.
Pierre Arditi e Yvan Attal viven un majestuoso duelo interpretativo
Precisamente ese lado hace que 'Maestro(s)' no sólo sea una estupenda reinterpretación de 'Pie de página', sino también un largometraje ideal para ver cómo las rencillas de egos entre padres e hijos esconden cómo el vínculo paterno-filial es capaz de mostrar su lado menos cómodo y en cómo la expresión 'matar al padre' cobra especial relevancia en vocaciones artísticas, en las que un progenitor se ve apartado más por edad. Por otro lado, el ver a un padre celoso de su hijo es una apuestra por derrumbar los mitos sobre las relaciones familiares.
Y ese relato, en el que Chiche, quien firma el guion junto con Yaël Langmann y Cecilia Rouaud, logra tener equilibrio entre el drama de cómo un hijo 'mata' (metafóricamente hablando) a su padre y tener cierto tono ligero que permite empatizar con sus compañeros. Para ello, la cinta cuenta con dos actores magníficos. Por un lado Pierre Arditi, por el otro, Yvan Attal. Los dos saben encarnar a ese padre y a ese hijo que se quieren pero cuyo orgullo les impide resolver directamente sus diferencias. Mención para Miou-Miou, como esa madre que tiene que ejercer del papel de árbitro.
'Maestro(s)' es una buena adaptación, de esas películas que sabe encandilar por el carisma de sus personajes y que lleva esa conversación intergeneracional al ámbito de la cultura. Chiche acierta al apostar por un tono más dramático y solemne, alejado de la comedia arquetípica.