En 2020, Icíar Bollaín se convirtió en una de las grandes protagonistas del cine español, al ser una de las primeras en atreverse a estrenar un proyecto cinematográfico en salas comerciales con 'La boda de Rosa'. De hecho, el filme abrió el Festival de Málaga, que tuvo que aplazarse al verano por el estallido de la pandemia del COVID-19, y fue uno de los éxitos nacionales tanto de taquilla como de crítica. Un magnífico ejercicio ligero que nada hacía intuir el regreso de la cineasta madrileña a su vena más dramática, pues 'Maixabel' retoma esa mirada que ya mostró anteriormente en otros títulos recientes como 'Yuli' o 'El olivo'.
Presentada en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, donde suena como una de las máximas aspirantes a galardón, 'Maixabel' es uno de los ejercicios más ambiciosos de la directora y uno de los más arriesgados de su filmografía, pues Bollaín entra en un terreno muy pantanoso, como es el de ETA. Aunque la ficción española, más recientemente, ha abordado la cuestión con series como 'Patria', 'La línea invisible' o documentales como 'El desafío'; ninguna ha apostado tanto por la mirada intimista y personal, alejándose de cualquier atisbo de alegato colectivo.
Y es que la virtud principal de 'Maixabel' es no optar por alarde de su propio mensaje. El filme apuesta por la reconciliación, por el perdón sin olvidar a las víctimas, por el tender puentes; aunque deja bien claro que eso no es posible sin el reconocimiento expreso de la responsabilidad de los culpables, los cuales no pueden escudar sus actores en un ente superior, siendo condición sine qua non para iniciar un diálogo. Aunque Bollaín, la cual firma el guion junto con Isa Campo -habitual colaboradora del cine de Isaki Lacuesta-, muestra que es posible y que debe apostarse por ello, también advierte que se trata de un acuerdo individual, que puede servir para cerrar heridas y mirar hacia delante pero que no tiene porque ser igual de necesario para otras víctimas, como tampoco todos los victimarios están dispuestos a asumir sus responsabilidades.
Y es ese aspecto lo que encumbra a 'Maixabel', además de un guion sólido y, sobre todo, a un reparto magistral. Blanca Portillo da vida a Maixabel Lasa, viuda de una víctima de la banda terrorista, el político socialista Juan María Jáuregui, el cual fue asesinado de un tiro en la nuca por el comando Buruntza cuando era gobernador civil de Guipúzcoa en 2000. Tanto Portillo como la realización de Bollaín ofrecen una mirada llena de humanidad, de una mujer que busca poder ser ella misma de nuevo, a sabiendas de que el asesinato de su esposo la ha unido por siempre a sus verdugos.
Uno de los largometrajes más solemnes y complejos de la cineasta madrileña
Su entereza y fuerza personal es excepcional y Portillo sabe llevarla a la gran pantalla. Tarea nada sencilla como poco agradecida, siendo uno de los papeles más complejos de su carrera en el cine. La actriz madrileña vive un soberbio duelo interpretativo, pues la viuda conversó cara a cara con dos de los asesinos de su marido. Primero lo vive con Urko Olazabal, cuya sublime interpretación transmite el peso del sentimiento del culpable, así como también la sensación de vida echada a perder. Aunque las escenas más poderosas son las que Portillo vive con Luis Tosar, el otro protagonista de la historia.
El intérprete gallego tiene la difícil misión de retratar a un arrepentido cuyos motivos para entrar en la banda tienen que tener su lógica propia, que no tiene por qué ser entendida. Tosar es el que tiene la misión de dar rostro al verdugo, humanizarlo e ir al trasfondo que lo convirtió en un brazo ejecutor. Contrapunto de Portillo, ambos dejan conversaciones que erizan el vello por la calidad interpretativa, que permiten al público ser testigo de un magistral duelo entre dos grandes talentos.
'Maixabel' está entre los trabajos más esmerados de Bollaín, a la altura de sus filmes más aplaudidos -'Te doy mis ojos' y 'También la lluvia'-. La apuesta por la mirada conciliadora como ejercicio individual y no colectivo consigue que el largometraje sea profundo y que sepa mostrar la complejidad de un asunto que, históricamente, es muy reciente. Un filme que, sin duda, será uno de los mayores protagonistas de la temporada de premios. Un nuevo logro de una de las cineastas más versátiles del cine español actual.
Nota: 8
Lo mejor: Las escenas entre Portillo y Tosar, son oro puro. Que el alegato de reconciliación sea a través de una mirada personal e individual y no colectiva.
Lo peor: La politización que ciertos sectores dan a su mensaje.