En el ensayo 'Los tres diálogos y el relato del Anticristo' del filósofo y escritor ruso Vladímir Soloviov narra que, durante una conversación en las orillas de la Costa Azul, a finales del siglo XIX, cinco aristócratas rusos parlamentan: un viejo general, un político, un joven príncipe, una socialité y un desconocido llamado Señor Z, los cuales divagan sobre la guerra, la moral, la religión y el concepto del Anticristo.
"Pero, ¿está usted satisfecho con alguna de las muchas representaciones de Cristo, sin excluir las que se deben a pintores de genio? Por mi parte, ninguno me satisface. Supongo que viene del hecho de que Cristo es la encarnación, única y, por tanto, diferente a cualquier otra, de su esencia, el bien. Para representarlo, el genio artístico es insuficiente. Lo mismo debe decirse del Anticristo, que es una encarnación, única en su perfección, del mal. Es imposible pintar su retrato. En la literatura religiosa solo encontramos su pasaporte y las principales características de su descripción", escribió.
Cuatro años después de realizar la ambiciosa y aplaudida 'Sieranevada', el rumano Cristi Puiu trae la que es su obra más superlativa hasta el momento, que ya es decir. El cineasta lleva a la gran pantalla el ensayo de Soloviov anteriormente citado con 'Malmkrog', un largometraje de 3 horas y 20 minutos que no da tregua al público y que se alzó con el Giraldillo de Oro a la mejor película en el 17 Festival de Cine Europeo de Sevilla, en el que obtuvo también el premio al mejor guion y que pasó antes por la sección Encuentros del 70 Festival de Berlín.
La guerra, la moral, la religión y el Anticristo
'Malmkrog' es la traducción alemana de la ciudad rumana de Malancrav, situada en la región de Transilvania, la cual pertenecía al Imperio austrohúngaro a finales del siglo XIX. Dicha referencia a sus antiguos lazos germánicos no es tema baladí, pues Puiu, el cual también firma el guion, lleva la trama desde la cálida Riviera Francesa hasta la gélida Transilvania, situándola en las vísperas de la celebración de la Navidad. Como la propia Historia narra, unos años después llegaría la Revolución Rusa y la desintegración del Imperio austrohúngaro. Por lo tanto, los diálogos representan, de forma metafórica, el último gran banquete en el que sus nobles invitados gozan de su privilegiada posición, con el añadido de situarse en el inicio del invierno, del ocaso.
Un contexto que sirve para crear una atmósfera de calma previa a la tormenta y que también funciona para confinar a sus cinco ponentes en la elegante casa señorial y sus alrededores, como si fueran invitados de la mansión de los 'Diez negritos' de Agatha Christie', para así centrar la atención del espectador en sus conversaciones filosóficas sobre tres temas que expuso Soloviov en su ensayo -la guerra, la moral y la religión- con la coda que es el relato del Anticristo, que sirve como parlamento final y posterior epílogo. Revelador es el versículo de la Biblia que el anfitrión del ágape cita en la penúltima parte, en el que Jesús, hijo de Dios, anuncia ser causa de disención: "¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división" (Lucas 12:51).
Puiu configura el largometraje en seis partes, que podrían considerarse fragmentos de tres volúmenes, pues cada dos fracciones están enlazados por la misma temática, lo que viene a plasmar los tres diálogos. Lo interesante es cómo ejecuta Puiu el filme esos conversatorios, pues la manera en la que dialogan los cinco implicados no es que sea más propia del teatro, sino que el cineasta se atreve con largas réplicas que parecen más soliloquios, lo que exige una enorme concentración al público. Por otro lado, la sensación de que el inicio, el nudo y desenlace carecen de importancia otorgan mayor libertad a las intenciones ensayísticas de Puiu.
La obra superlativa de Puiu
Además, muestra cómo la ambición cinematográfica y narrativa de Puiu enlaza su 'Malmkrog' con una puesta en escena que evoca la aristocracia y el encanto del cine de Visconti -muy especialmente con 'El gatopardo' o 'La caída de los dioses'- o John Huston -esa reveladora cena de 'Dublineses'- con interpretaciones dignas de Bergman -como el caso de 'Gritos y susurros'- y un trasfondo propia de la mirada cruel hacia la burguesía de Pasolini -con 'Teorema'- o Buñuel -con 'El ángel exterminador'-. La farsa del arte del verbo y la cortesía como la teatralización de las ideas y que Puiu plasma de forma elegante.
Con dos intermedios que ofrecen algo de respiro y con el que se aprovecha para plasmar la jerarquía de clases, incluso a nivel idiomático -el francés para parlamentar entre aristócratas, como era propio entre la nobleza rusa del siglo XIX; el alemán para hablar de forma distendida o con el servicio; el ruso para las confidencias personales; el rumano como lengua exclusiva de los empleados domésticos-; 'Malmkrog' es no solo la obra más hiperbólica de Puiu, sino también la más profunda en todos los niveles, sobrepasando a su título más aplaudido de su filmografía, la satírica 'La muerte del Sr. Lazarescu'.
Y lo es porque busca plasmar las ideas planteadas en el ensayo de Soloviov, el cual emulaba a los diálogos de Platón. Es más, el título de su obra es una referencia directa al pupilo de Sócrates y posterior mentor de Aristóteles. Lo único, aunque Puiu retrata de la manera más fehaciente posible las ideas del filósofo ruso, sí hace unos cambios concretos, como el situar la trama en Transilvania o que el misterioso Señor Z pase a ser el propietario de la mansión y sea un distinguido hidalgo y terrateniente; el joven y apuesto príncipe se convierta en la distinguida esposa del hidalgo; el viejo general pase a ser una anciana condesa viuda de militar; mientras que la socialité se mantiene como dama aristócrata y el político pasa ser un intelectual burgués y bohemio.
Cinco actores en estado de gracia
El cambio de posición y sexo de varios personajes dota el filme de un trasfondo mayor, si cabe. Por un lado, Puiu demuestra que los diálogos de Soloviov trascienden al cargo y naturaleza de aquel que parlamenta y, por otro, el cineasta expone la desigualdad en materia de opiniones, mientras que el filósofo ruso evidenciaba cómo el Señor Z despreciaba al punto de vista del príncipe por su juventud; el terrateniente lo hace con su esposa por su posición y sexo, creando un retrato más poliédrico.
Cierto es que la reflexión sobre la guerra, la moral, la religión y la coda sobre el Anticristo dejan un profundo sabor amargo, con el que se evidencian las jerarquías sociales gracias a un apartado fotográfico y un diseño de producción exquisitos, con el que Puiu busca que el público no se implique en ninguna secuencia, ejerciendo de meros espectadores de unos conversatorios que, en su singular anquilosamiento, terminan hechizando.
Puiu nunca se ha caracterizado por un realizador accesible. Es más, diríase que 'Malmkrog' es su obra más magna y también más extrema, la cual se aleja de cualquier condescendencia con los espectadores. No obstante, una vez se entra en la lógica y la dinámica de este relato, es imposible no dejarse llevar por una espiral cinematográfica que logra dar la impresión de que el cine de otra época aún es realizable en la actualidad.
Nota: 9
Lo mejor: Sus interpretaciones, sus cinco actores protagonistas -Agathe Bosch, Ugo Broussot, Frédéric Schulz-Richard, Diana Sakalauskaité y Marina Palii- están espléndidos declamando discurso cuales parlamentarios en un antiguo simposio. Evocan a las obras clásicas de la Comédie Française.
Lo peor: Sus tres horas y veinte minutos de eternos diálogos no están hechos para todos los paladares. Lo cual, por cierto, no es nada reprochable, pues Puiu no busca encontrar complicidad alguna con el gran público. Es más, la exigencia que impone provoca incluso una barrera más.