Huelga decir que ver de nuevo a Jaime Chávarri en activo es todo un privilegio. El cineasta de 80 años llevaba 17 años sin dirigir, desde que en 2005 estrenase 'Camarón', su aplaudido biopic sobre el genio del flamenco que protagonizó Óscar Jaenada. Presentada en el Festival de Orense (y que provocó su descalificación en la Seminci de Valladolid y su posterior polémica), llega ahora a salas comerciales 'La manzana de oro', con la que el veterano cineasta regresa a la gran pantalla.
Adaptación de 'Ávidas pretensiones', una comedia escrita por Fernando Aramburu y publicada en 2014, esta versión cinematográfica tiene una mezcla propia de la mirada del director, quien ya se adentró en el género con 'Besos para todos', 'Tierno verano de lujurias y azoteas' o 'Gran slalom', con ese toque de enredos propios del francés burgués que se burla de sus intelectuales, en la línea de 'Dobles vidas' de Olivier Assayas, al tener como escenario un certamen de poesía que reúne a la flor y nata del verso español actual.
Puede decirse que el resultado es un intento bienintencionado por traer parte de la comedia de enredos de los 80, con una trama que evoca al cine ochentero de Fernando Colomo o Fernando Trueba. Estos poetas que se retiran al Convento de las Espinosas bien podrían haber salido del universo de 'Sé infiel y no mires con quién' o 'La vida alegre', sólo que lejos del mundanal ruido, recitando a Quevedo o Góngora y degustando vino, jamón, queso y membrillo.
Aunque puede decirse que tiene momentos de ingenioso humor y secuencias muy divertidas (especialmente las protagonizadas por la hermana Sagrario y Manolita, encarnizadas por Elena Seijo y Vicky Peña); 'La manzana de oro' no deja de producirse la sensación de ser una producción de menor del que fuese realizador de títulos como 'A un dios desconocido' o 'Las bicicletas son para el verano'. Eso se debe a un exceso de coralidad. Hay personajes tremendamente desaprovechados, como los de Joaquín Climent y Paca Gabaldón, los cuales daban para su propia película.
Comedia con demasiados personajes y narración caótica
Tampoco ayuda el enredo amoroso que vive Nívea, interpretada por Marta Nieto, entre Changa, interpretado por Sergi López, y otros personajes masculinos. Se agradece ver, al menos, a un personaje femenino que disfruta de su sexualidad de una manera atípica de retratarla en este tipo de producciones (de forma libre y sin etiquetas negativas por parte del resto de personajes). Ahora bien, hay demasiados personajes para una historia que no sabe explotarlos, como se ha comentado antes.
Aunque se aplaude el retrato femenino encarnado por Marta Nieto o lo extravagante de la relación sentimental que tienen los papeles de Roberto Enríquez y Carla Campra, en un retrato de un amor intergeneracional sui generis; pero muy desacertado está Chávarri, quien firma el guion junto con José Ángel Esteban, en el retrato de personajes LGBT. Convertidos en mero punto estético, incluso las pocas secuencias de enredos que pueden vivir están relacionadas con situaciones heterosexuales, provocando un efecto opuesto al que se supone que debe producir. Esta representación desluce mucho el resultado final de esta propuesta.
'La manzana de oro' es un film menor dentro de la filmografía de Chávarri, recordando que maneja mejor el drama que la comedia. Una película que no logra encontrar el tono humorístico adecuado y que deja la sensación de ser un sainete de medio pelo que, de no ser por quien lo firma, no hubiera pasado el corte. A pesar de ello, la buena elección de su elenco, en el que figuran nombres ilustres como los de Celso Bugallo, Ginés García Millán o Pilar Bautista (además de los anteriormente citados); 'La manzana de oro' tiene como mayor virtud ver que Chávarri vuelve a dirigir, a pesar de su agridulce resultado.