Ursula K. Le Guin, en su novela 'Un mago de Terramar', de la saga 'Cuentos de Terramar', escribió: "Esta magia no es un juego al que nos dedicamos por placer o por halago. Piénsalo: en nuestro Arte, cada palabra que pronunciamos, cada acto que ejecutamos es para bien o para mal. ¡Antes de obrar o hablar hay que conocer el precio!" No es extraño empezar citando a la célebre autora estadounidense, puesto que 'Maquia, una historia de amor inmortal' sabe recoger la esencia de la aplaudida serie literaria de Le Guin. Con estos referentes, la guionista Mari Okada debuta como directora y lo hace por todo lo alto.
Maquia es un lorph, una especie de humano cuyo envejecimiento es tan lento que se consideran casi inmortales. Con la apariencia eterna de adolescentes, el pueblo lorph vive apartado del mundo, dedicándose a tejer Hibiol, una tela especial que sirve como una crónica escrita del paso del tiempo. Considerados por el resto de la Humanidad como seres legendarios, son llamados "el Clan de los Separados". Su inmortalidad provoca que el reino de Mezarte invada los territorios del tranquilo pueblo lorph, haciendo cautivos a todos sus habitantes, a excepción de Maquia, que logra huir a lomos de un dragón de raza Renato. Tras escapar al mundo de los humanos, Maquia encuentra a un bebé que llora y que está atrapado en los brazos de su madre muerta. La joven libera al pequeño y decide adoptarlo. Desde ese momento, Maquia se convertirá en la madre de Ariel. El problema vendrá cuando el chico crezca y su madre no envejezca, teniendo la cara de una eterna adolescente.
El amor de una madre a un hijo
Ya era hora que Okada, experta guionista y de una de las figuras femeninas más prominentes de la animación japonesa actual, se lanzase a la dirección. 'Maquia, una historia de amor inmortal' tienen varios elementos que ya se han visto en los trabajos en los que Okada estuvo como guionista. De hecho, la relación materno-filial se pudo ver en su segundo largometraje como escritora, 'El himno del corazón', en el que se apreciaba su posible potencial liderando como directora un proyecto. La gran diferencia es que 'Maquia' es una película muy ambiciosa, al narrar un auténtico relato épico dentro de un mundo fantástico en el que, curiosamente, las escenas cotidianas son las más potentes y las que van cargadas de simbolismo.
Porque el principal mensaje que tiene la película está enfocado en el amor. No en el amor romántico, algo que se puede pensar de forma prejuiciosa al ver el título del filme, como también la forma en la que se ha promocionado la película, sino el amor entre una madre y un hijo. Es la historia de lo que son capaces de hacer las madres por sus hijos, del cariño y el sacrificio con el que cuidan a sus niños y cómo ese amor es capaz de crear un vínculo que trasciende al tiempo. Okada deja imágenes muy bellas, pero también muy desgarradoras. La entrega de Maquia recuerda a la de Hana, en la estupenda 'Los niños (Wolf Children)' o a la de Suzu en la magnífica 'En este rincón del mundo'.
No solo se trata del amor maternal, también el del hijo a la madre, dejando claro cómo el cariño y cuidado de su progenitora ha influido claramente en la forma de ser el joven Ariel, convertido en un hombre de buen corazón gracias a su madre. Además de crear una historia familiar excepcional, Okada crea un mundo fantástico que recuerda a la citada Ursula K. Le Guion y su saga literaria 'Cuentos de Terramar', al haber criaturas semejantes a los dragones y seres fantásticos. Aunque, con respecto a los conflictos bélicos, la cineasta parece haber tomado de referencia a Hayao Miyazaki, ya que las guerras mostradas y el mensaje claramente antibelicista recuerda al de 'Nausicaä del Valle del Viento' o 'La princesa Mononoke'.
Una joya contemporánea del cine de animación
Con una animación fascinante, Okada crea un interesante universo en el que atrae gracias a la relación madre-hijo de sus protagonistas, pero también con las subtramas bélicas y de lucha de poder, en la que hay personajes secundarios diversos, como soldados leales, héroes trágicos, reyes tiránicos o doncellas sometidas por su destino. Sin duda, se está ante una gesta épica diferente, en la que la fuerza interior no reside en un caballero andante, sino en una joven madre cuyo amor por su hijo es capaz de mover montañas.
Sin duda, Mari Okada debuta por todo lo alto como directora de un largometraje. Junto con Naoko Yamada, que estrenó a inicios de años en España la fabulosa 'A Silent Voice', ambas son la clara representación de una generación de mujeres directoras que viene a revolucionar el panorama de la animación japonesa y a competir en prestigio con sus compañeros varones como los célebres Makoto Shinkai, Keiichi Hara o Mamoru Hosoda. Una obra maestra que se une al ya muy nutrido grupo de mejores largometrajes de este 2018.
Nota: 9
Lo mejor: Las escenas entre Maquia y Ariel, en las que se ve ese amor materno-filial.
Lo peor: La mala estrategia de promoción al venderla como una historia de amor romántico.