Aunque mucho se ha hablado de lo efectivo que ha sido el Festival de Sundance del año pasado con 'CODA: Los sonidos del silencio', realmente hubo otro título que hubiera merecido el mismo o más reconocimiento, al ser una apuesta independiente que realmente muestra una mirada de autor y tiene un espíritu más cercano al certamen. Está hablándose de 'Mass', la ópera prima del actor Fran Kranz, quien se atrevió a abordar un tema social real como es el de la posesión de armas en Estados Unidos y una de sus consecuencias más directas: los tiroteos en colegios, institutos y universidades.
El inicio es aséptico aunque tremendamente revelador. Una parroquia de barrio presta sus salones para diversas actividades de asociaciones. Una joven se encarga de mostrarla a la asistente y organizadora, que ha sido la que ha recomendado el encuentro de dos matrimonios, padres de dos adolescentes que estuvieron implicados en el tiroteo en un liceo de secundaria. Unos son los progenitores de la víctima, mientras que los otros son los del verdugo. Kranz, quien también firma el guion de su debut como director, comienza introduciendo a sus personajes pausada y civilizadamente, aprovechando los elementos de la comedia de salón para crear una atmósfera opresiva que envuelve a sus personajes.
Y se nombra a la comedia de salón, porque 'Mass', dada la forma en la que se ejecuta, recuerda a títulos como 'El nombre', 'Un dios salvaje' o 'Sentimental'. No obstante, solo es su estructura y esa sensación de encierro que tienen sus protagonistas, que bien podrían interpretar una adaptación al teatro. Es más, sorprende que 'Mass' no haya sido llevada primero a las tablas antes que a la gran pantalla. Pero, lejos de ser un defecto, Kranz hace de estas limitaciones su virtud, como hizo Florian Zeller adaptando su propia obra 'El padre' al cine.
Un reparto magistral en un drama social sublime
Esa esencia teatral permite a los actores a mirar frontalmente a sus compañeros de reparto, en un filme que es, ante todo, un diálogo constante entre familiares de víctimas y victimarios. Poco a poco, Kranz va tejiendo esas discusiones, que van in crescendo para terminar explotando en un cúmulo de reclamos justos, sentimientos de culpa y deseo de justicia. Aunque la parte afectada, la del matrimonio formado por Jay y Gail, unos sublimes Jason Isaacs y Martha Plimpton, transmite a la perfección la tragedia que viven por haber perdido a su hijo en el tiroteo, es la pareja del hijo verdugo, encarnada por Ann Dowd y Reed Birney, la que tiene mayor complejidad, pues surgen preguntas, dudas. ¿Qué hubieran podido hacer, como tutores legales, para evitar que su vástago se liase a tiros? ¿Realmente conocían a sus hijos?
Kranz deja fluir los reproches, el dolor, el duelo, la pesadumbre, la culpa en una dialéctica que termina siendo un viaje catártico hacia la redención propia. Lo hace con sutileza, confiando no solo un guion sólido, sino en sus cuatro actores protagonistas. Los cuatro están magistrales, transmiten esa sensación amarga de tener que enfrentarse a una situación incómoda, en una sala en la que ninguno de los cuatro quiere estar, pero que saben que deben estarlo. Es imposible remarcar a uno más que otro. Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd y Reed Birney ofrecen una clase magistral de interpretación, en un largometraje que aprovecha su estructura para crear un drama social que entra de lleno en un tema espinoso pero transversal de la sociedad estadounidense: la utilización de armas.
'Mass' tiene aroma a buen cine independiente, ese al que cada vez le cuesta más visibilizarse entre grandes producciones de estudio y títulos de plataforma que terminan en un cajón de sastre tras la temporada de premios. Kranz debuta por todo lo alto con un largometraje aparentemente pequeño pero con un poso grande, de esos que demuestra que aún hay esperanzas en la escena indie estadounidense, una industria que suele mirar hacia otro lado respecto a las temáticas sociales. Un título con alma clásica, de los que aspira a trascender más allá de los premios.
Nota: 8
Lo mejor: Sus cuatro actores protagonistas. Sublimes, son ellos los que logran que el largometraje se quede en la retina.
Lo peor: Llega un punto en el que Kranz se enreda y casi derrapa, pero sus actores consiguen salvar el guion.