El verano seriéfilo nos trae un buen arranque de la serie de Showtime que acaba de regresar este lunes a España (Canal Plus). La serie es la adaptación del libro con el mismo nombre escrito por Thomas Maier y que narra la vida de William Masters y Virginia Johnson, pioneros en la investigación médica en torno al sexo en Estados Unidos. Sus hallazgos revolucionaron el ámbito científico en los años 50. 'Masters of Sex' nos muestra la evolución de sus estudios, al mismo tiempo que profundiza en la relación de este tándem profesional, verdadero motor de esta serie de época que sigue con su tercera entrega en la era post 'Mad Men'.
Una serie sobre la parte afectiva del sexo
El inicio de esta tercera entrega sigue la senda de anteriores temporadas en las que se ha presentado la parte más emocional y, por supuesto, científica de las relaciones sexuales. La incapacidad de concebir un hijo, la impotencia masculina, la homosexualidad reprimida o traumas sexuales en la infancia son solo algunos de los temas que se han abordado en sus tramas desde el punto de vista médico. Las relaciones paterno-filiales han sido (y siguen siendo) el eje dramático de esta serie. En concreto, la maternidad/paternidad es un tema muy recurrente que en temporadas anteriores se ha mostrado en su parte más cruda y problemática, sobre todo en las vidas de sus protagonistas. Uno de los mayores traumas de Bill (Michael Sheen) ha sido sus problemas para poder concebir hijos de manera natural así como la relación con su padre, al mismo tiempo que Virginia (Lizzy Caplan) encarna la dificultad de lanzarse desde cero a una carrera profesional con la crianza en solitario de sus dos hijos.
A PARTIR DE AQUÍ ALGÚN SPOILER
La serie da ahora un salto temporal en su tercera temporada y nos traslada a la década de los 60. Se enmarca en un momento de triunfo profesional para Bill y Virginia, dejando atrás la incomprensión inicial de sus estudios. Además, el primer episodio se aleja de la biografía real de los protagonistas para introducir unas tramas más personalistas, incluyendo unos hijos que no existieron en sus vidas reales y que apuntan a una temporada que se perfila más familiar. El capítulo nos narra un fin de semana estival en una cabaña, en el que vemos cómo se ha consolidado la particular relación a tres bandas compuesta por Virginia, William y Libby (la mujer de William), quien permite y sufre al mismo tiempo la implicación emocional y sexual que su marido tiene con su compañera de trabajo.
La familia, la cara amarga del éxito
En el primer capítulo se combina el éxito profesional con el deterioro de sus familias. La publicación y presentación del libro "La Respuesta Sexual Humana" (fruto de más de 10 años de investigación empírica), recibe por fin el ansiado reconocimiento dentro de la comunidad científica. Un éxito indiscutible a toda una vida dedicada a esta investigación, no exenta de dificultades e incomprensiones profesionales, que han tenido también consecuencias negativas en sus propias vidas personales. En principio, la inclusión de los hijos en estas tramas parece una decisión creativa acertada que permitirá adentrar a la serie en terrenos más afectivos y presentar más matices de los personajes protagonistas.
Esta particular situación, afianzada en el tiempo, ha tenido un impacto en sus hijos (dos de Virgina y tres de William), algunos muy críticos con la actitud de sus padres. Virginia no es capaz de educar a sus hijos en plena efervescencia sexual juvenil. Por su parte, William tiene que encararse con uno de sus hijos, que le echa en cara no haber mostrado nunca ternura hacia su madre, Libby (Caitlin Fitzgerald). Ésta muestra también fuertes carencias emocionales derivadas de este particular triángulo afectivo que parece no poder soportar ya sin la ayuda de medicación, aunque está dispuesta a aguantar lo que sea por mantener la familia que tanto le ha costado conseguir.
El fuerte de esta serie, sin lugar a dudas, sigue siendo su pareja de protagonistas (William y Virginia). Aunque destacan también el elenco de personajes secundarios, sobre todo femeninos, que consiguieron mostrar en anteriores temporadas cómo la parte más superficial del sexo era lo menos importante de la serie. Los anhelos y dramas de Libby o Betty, por ejemplo, han hecho que acertadamente vayan cobrando más protagonismo en esta temporada. A esto hay que sumar la producción y dirección artística propias de una serie de época que sigue su andadura, con Kennedy y la lucha de los derechos cívicos de los 60 de trasfondo, y que tal vez pueda consolar este verano a los fans que echan de menos el glamour y estilismo de 'Mad Men'.