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CRÍTICA

'Matadero': El instinto cruel del cine

Crítica de 'Matadero', dirigida y escrita por Santiago Fillol. Protagonizada por Julio Perillán, Malena Villa, Rafael Federman y Ailin Salas. Premio a la mejor fotografía en el 19 Festival de Sevilla.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 9 de Diciembre 2022 | 09:30
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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'Matadero': El instinto cruel del cine

En su cuento 'El matadero', publicado en 1871, el escritor argentino Esteban Echeverría, narraba, cuando un joven unitario se enfrentaba a los federales, les decía: "Sí, la fuerza y la violencia bestial. Ésas son vuestras armas; infames. El lobo, el tigre, la pantera también son fuertes como vosotros. Deberíais andar como ellas en cuatro patas". Es considero uno de títulos más importantes de la literatura argentina, fundacional por varios aspectos. A pesar de su importancia, nadie se ha atrevido a adaptarlo, dado su carácter macabro, violento y sumamente violento.

Matadero

De ahí, que surgiese la idea de 'Matadero', con la que Santiago Fillol, más que adapta, aprovecha su premisa para crear paralelismos del horror entre dictaduras. El cuento de Echeverría está ambientada en la llamada Época de Rosas, el régimen dictatorial que impuso el militar Juan Manuel de Rosa, quien se erigió, entre 1835 y 1852, el principal caudillo de la Confederación Argentina. La historia es brutal, sangrienta y tremendamente explícita, en la que dibuja al gobierno de Rosas como ansiosos devoradores de carne, hasta el punto de sacrificar 50 bueyes en plena Cuaresma, dada la escasez de alimentos en la ciudad de Buenos Aires por una inundación que ha dejado aislada a la urbe. El matadero se convirtió en la metáfora de la barbarie perpetrada por Rosas.

Fillol no se atreve, realmente, a adaptar este cuento, considerado el primero procedente de Argentina. El realizador crea cine dentro del cine, pues la trama del film es sobre un director estadounidense, encarnado por Julio Perillán -aficionado a papeles turbios, como se vio en 'Demonios tus ojos'- que decide reinterpretar el escrito, convirtiéndolo en una película de la época, en la que un grupo de ganaderos se revela contra sus patrones y los convierten en carne para su consumo, clara metáfora de cómo el pueblo devora a su explotador, símbolo del poder injusto y la oligarquía. El caso es que Fillol sitúa el proyecto de este cineasta norteamericano en la Argentina de 1973, en los albores del Golpe de Estado que llevó a Videla al poder.

Matadero

Un atrevido debut del colaborador habitual de Oliver Laxe

Es ahí donde la cinta pone el ojo, haciendo un paralelismo entre la brutalidad del régimen de Rosas y lo que sucedió después con el de Videla. Fillol, colaborador habitual de los guiones de Oliver Laxe, sabe reinterpretar el carácter revolucionario del escrito de Echeverría, un auténtico alegato contra la brutalidad dictatorial. Eso sí, lo hace desde una óptica contemporánea, dándole peso al relato del horror, el cual se intuye más que se ve, pero cuando se muestra presente, resulta difícil de sostenerlo con la mirada.

Matadero

Más alá del tributo, Fillol realiza un auténtico ejercicio de terror cinematográfico, de cómo lo espeluznante se apodera de la mirada cinematográfica, de cómo el séptimo arte puede ser la pura expresión de la maldad y la violencia. Dado el ritmo que tiene, así como su juego de imágenes, con una fotografía impecable, obra de Mauro Herce, quien ya plasmó la belleza del horror en 'Lo que arde'; tanto por su estilo como por su forma, Fillol bien podría emparentarse con el cine de Théo Court, más concretamente con 'Blanco en blanco', que también retrata los momentos más incómodos del proceso de emancipación de la América española.

'Matadero' sabe ser un homenaje al escrito de Echeverría, siendo una reinterpretación que guarda el espíritu de la obra, llevándolo a otra dimensión. Fillol debuta por todo lo alto como director de ficción y ya se avecina una mirada completamente radical dentro del cine argentino.

Nota: 7

Lo mejor: Su fascinante fotografía, capaz de captar la belleza del horror.

Lo peor: Su narración es confusa en ciertas secuencias.

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