Parece que el cine de género va encontrando su sitio en España. Después del estreno de varias propuestas interesantes y originales como 'Errementari' y 'En las estrellas', llega ahora una vuelta de tuerca más al género con 'Matar a Dios', una gamberra comedia negra que se convierte en la ópera prima de Caye Casas y Albert Pintó. Protagonizada por Itziar Castro, David Pareja, Eduardo Antuña, Boris Ruiz y Emilio Gavira, la película viene avalada con el Premio del Público en el 50º Festival de Sitges.
Ana y su marido Carlos han organizado la cena de Nochevieja familiar en una antigua y espeluznante masía a las afueras de Tarrasa. La noche en familia será con pocos miembros, ya que solo estarán Santi, el hermano depresivo de Carlos, y su padre, que aún no ha superado la muerte de su esposa. Mientras cenan, en un ambiente hostil debido a que Carlos ha descubierto que Ana le ha sido infiel, aparece una extraña figura, un vagabundo enano que dice ser Dios y que, en la mañana de Año Nuevo, todo el mundo morirá. Tras hacerle una demostración, Dios le hace una propuesta, dos de ellos sobrevivirán a la masacre, pero serán ellos los que decidan quién tendrá el privilegio de repoblar el mundo.
Una película gamberra y con mucho humor negro
'Matar a Dios' ha sido un milagro en sí, ya que sorprende que se haya logrado levantar una película sin el apoyo de ninguna televisión, ni privada ni pública, como tampoco de ayudas gubernamentales. Sin duda, una situación fuera de lo común. Eso les ha permitido tener a los directores bastante libertad creativa, la suficiente para tener un reparto actoral poco visto en papeles protagonistas y que demuestran que tienen madera para estar en primera línea de combate.
Porque el punto fuerte de la película son sus actores. Aislados en una casa, el filme tiene un aspecto teatral que hace que todo el peso de la cinta recaiga en su reparto. Aunque Eduardo Antuña como marido machista y David Pareja como hermano deprimido cumplan, la que se lleva los aplausos más sonoros es Itziar Castro, ya que es la que tiene el personaje con mayor trasfondo y con mayor peso dramático. Conocida por papeles extremos en 'Pieles' o 'REC 3: Génesis', Castro había podido sacar un poco de su lado dramático en 'Campeones' y en 'Vis a vis', pero ha sido en 'Matar a Dios' donde ha podido lucirse más. La actriz, muy buena para la comedia, tiene una interpretación de matices, en los que se ve a una mujer madura herida que, pese a su aparente inocencia, esconde una potente fuerza interior. Salvando las distancias, recuerda a los papeles dramáticos de la magnífica Carmen Machi.
Itziar Castro brilla como protagonista
Sus actores logran que la película llegue a buen puerto, ya que su trama se queda a medio gas. La película empieza bien, su propuesta es interesante, a medio camino entre lo absurdo y lo fantástico, con una pizca de terror y comedia negra, mostrando que Casas y Pintó son muy buenos alumnos de Álex de la Iglesia. De hecho, sorprende que el director de 'Las brujas de Zugarramurdi' no haya estado detrás como productor, ya que se está ante una cinta digna del legado del cineasta de 'Perfectos desconocidos'. Sin embargo, a mitad de la historia, la trama pierde fuelle, los giros son demasiado surrealistas y algunas escenas, en especial la previa al verdadero inicio de la película, no aportan nada.
Como primera propuesta, 'Matar a Dios' muestra a dos directores que prometen bastante, pese a los defectos que puede tener. Primero, saben elegir a sus actores y crear un buen escenario, el toque teatral le da cierta sensación claustrofóbica. Sin embargo, les ha faltado por pulir una trama que, pese a su ácido humor negro, pierde fuelle. Pese a ello, el personaje de Itziar Castro hace que esta película merezca la pena, dejando al público con ganas de conocer más sobre su vida. Un proyecto interesante que, aunque no luce del todo, tiene bastante originalidad, lo que es todo un mérito.
Nota: 6
Lo mejor: Sus actores, que logran traer ese humor negro que buscan los directores.
Lo peor: La trama es tan absurda que, al final, a los directores se les va de las manos.