Tras dos largometrajes documentales, el canario Omar A. Razzak mira a la tierra de su infancia para debutar en la ficción con 'Matar cangrejos', film que presentó en la sección Zonazine de la 26ª edición del Festival de Málaga. Una propuesta que sigue la tendencia rupturista de ofrecer una mirada diferente de lo que fueron los años 90 en la sociedad española y de cómo el año 1992, el de la Expo de Sevilla o los Juegos Olímpicos de Barcelona, escondió bajo la alfombra la fuerte crisis económica del país.
'El año del descubrimiento' es el pilar de esta tendencia, que ha podido verse de distintas maneras en otras producciones como 'Las niñas' o 'Verano 1993', la primera retratando cómo la España alejada de las grandes capitales seguía con una mentalidad propia de otra época respecto a la educación de las mujeres y la segunda sobre el tabú del sida y de cómo el no hablar de esa tragedia trastocaba completamente el duelo de una niña.
'Matar cangrejos' se suma, sólo que cambiando la Expo o los Juegos Olímpicos por el concierto que ofreció Michael Jackson en Tenerife el 26 de septiembre de 1993. Fue todo un acontecimiento a nivel local, dado que la ciudad no estaba acostumbrada a la recepción de figuras célebres de carácter internacional. El propio Razzak ha argumentado en varias entrevistas que fue el 'particular 92' para los canarios. Eso, por supuesto, le da al film un trasfondo propio que permite comprender mejor la realidad que el cineasta, que también firma el guion, plasma.
La caral real de Canarias en los años 90
Con una crisis económica y una alta tasa de desempleo en la comunidad insular, Razzak crea una ambientación en la que dos menores son los protagonistas y todo se ve a través de sus miradas. Eso evoca al cine social europeo, como el de los Dardenne ('Tori y Lokita' sería el caso más reciente) o, yéndose al otro lado del charco, al de Sean Baker y su poderosa 'The Florida Project'. Es más, tiene secuencias que recuerdan mucho a esta cinta, como el hecho de que los menores vivan alrededor de un parque temático que representa una imagen completamente diferente a la que se vive fuera de sus puertas.
Razzak va dejando pequeñas perlas, como el deseo de los canarios de sentirse europeos (que bien puede trasladarse a ese sentimiento de deseo de perteneciente del propio país respecto al resto de miembros de la UE). El resultado es que tiene momento de brillantez, especialmente cuando Paula, la hija de 14 años de la madre soltera protagonista, va dándose cuenta de lo profundamente humana que es su progenitora, con sus virtudes y defectos (aquí hay momentos que parecen sacados de 'Aftersun') y de cómo la propia sociedad canaria para estar encajonada en una especie de supervivencia en materia de empleo y expectativas de vida.
Quizás le falta un hilo conductor más potente, dado que Razzak juega mucho con el concierto de Michael Jackson, pero no termina de explotarlo; como tampoco respecto a la construcción de un nuevo complejo hostelero que provocará que la casa donde viven los niños, la madre y la abuela (a la cual le pertenecía) sea expropiada y derrumbada. Ahora bien, tiene mérito el querer hacer cine social con mirada de autor y el deseo de mostrar otra cara de Tenerife, mucho más cercana y huamana, como la que hizo Alex Camilleri de Malta en la estupenda 'Luzzu'.
Aunque le falta rematar, 'Matar cangrejos' muestra a un director con una mirada muy detallista en los personajes. El salto a la ficción mantiene ese espíritu social que ya mostró el realizador en sus documentales. Nunca Canarias lució tan real en la cinematografía española, con una belleza al natural que debería cuidarse más.
