Que 'Madres paralelas' de Pedro Almodóvar o 'El buen patrón' de Fernando León de Aranoa fueran dos de las películas preseleccionadas al Oscar por la Academia de Cine no fue sorpresa para nadie, pero pocos esperábamos ver ahí un título con aparentemente ninguna pretensión de arrasar en premios como 'Mediterráneo'. Aunque lo cierto es que una película con una fórmula perfecta para acomodarse a los estándares de la Academia de Hollywood, un drama sobre un tema de importancia global como la crisis de los refugiados con un fuerte mensaje social y bajo un punto de vista local.
Se trata de un film sobre la creación y labor de Open Arms, la fundación establecida por Oscar Camps a mediados de la pasada década que busca rescatar y proteger a los refugiados que llegan a Europa a través del mar. La película nos sitúa justo en sus orígenes, mostrándonos la fuerte convicción que llevó a Camps a sumarse al salvamento de personas, priorizando la labor incluso por encima de su propia vida personal y entorno. Se trata de un punto de partida con el que 'Mediterráneo' logra diferenciarse de otras historias sobre la crisis de los refugiados o dramas de inmigración, puesto que el foco se pone en las motivaciones y labor humanística de su protagonista y no en el habitual porno emocional.
Resulta interesante adentrarse en la dureza de la historia a través de los ojos de Oscar Camps, brillantemente interpretado por un Eduard Fernández que guarda un parecido muy sorprendente. La película apuesta por resaltar su fuerza y cualidad humana para superponer el salvamento de personas por encima de todo, incluso viendo cómo su vida familiar y laboral se desmoronan. Este es el conflicto que hace interesante a 'Mediterráneo', que prefiere hablar de humanismo y solidaridad antes que reincidir en la emoción, el sufrimiento o la lágrima fácil. Así consigue sumergirte de forma notable en su historia y hacerte sentir el impacto en primera persona, sin embargo, esta virtud no se mantiene a lo largo de todo su metraje.
A medida que avanza surgen subtramas que desprestigian sus virtudes, puesto que cometen el error de caer en los lugares comunes que su trama principal evitaba de manera inteligente. Bien es el caso de la historia de una médica que busca desesperadamente a su hija entre los refugiados que llegan por mar a Lesbos, la isla griega donde transcurre la película y donde tuvo lugar el inicio de la actividad de Oscar Camps con Open Arms. Aquí se tira todo el buen trabajo por la borda, porque se lanza a una reincidencia en la emoción y en el llanto fácil que se podría haber evitado perfectamente. Además, es una trama que aporta poco o nada a este retrato de la labor humanitaria llevada a cabo por Camps.
Muchos tópicos, aunque con un gran mensaje
Esta caída en los tópicos del cine social se da también en los últimos compases de Mediterráneo, donde en su ímpetu de cerrar la película con un fuerte impacto en el espectador vuelve a sacrificar su mejor baza para resaltar el sufrimiento y dureza de los rescates de refugiados en medio del mar. Los planos de personas sufriendo bajo una realización que peca de efectista es lo que impera en este tercer acto que deja un sabor agridulce respecto a lo que se había venido construyendo a lo largo del film.
Eso sí, muchas de las secuencias que tienen lugar en este último tramo también son un ejemplo del poderío técnico que hay detrás de 'Mediterráneo', que sabe construir momentos trepidantes en unas escenas marítimas que desde fuera no lucen nada sencillas de llevar a cabo. Además, pese a sus defectos, al cierre te deja con la impresión de haber visto una película muy necesaria en tiempos actuales, un film que sabe trasladarte la complejidad que hay tras esta crisis de los refugiados cuya solución está muy lejos de ser el dejar morir personas en el mar. Y este mensaje es al final lo importante de 'Mediterráneo'.
Nota: 6
Lo mejor: Su mensaje e impacto sobre la complejidad de la crisis de los refugiados.
Lo peor: Cae en muchos lugares comunes.