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CRÍTICA

'Memorias de un zombie adolescente': Amor en descomposición

Nicholas Hoult se convierte en un zombie enamorado de una humana en esta divertida película de Jonathan Levine. Una vuelta de tuerca a un personaje mortal.

Por Jesús Agudo Más 19 de Abril 2013 | 09:30
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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¿Un muerto viviente con pensamientos? ¡¿Un muerto viviente que se enamora de una humana?! No se echen todavía las manos a la cabeza, que llevamos mucho tiempo viendo cómo los humanos y los vampiros retozan sin problemas, y técnicamente también están muertos. Ahora que la "necrofilia" sigue tan en boga, la pregunta es: ¿Y por qué no?

Memorias de un zombie adolescente

Esa esa la cuestión que probablemente debió de pensar Isaac Marion cuando se puso a escribir 'Warm Bodies', la novela en la que se basa 'Memorias de un zombie adolescente'. Ya que gustan tanto los romances entre humanos y seres sobrenaturales, nunca está de más reírse un poco de las modas y llevarlo al extremo. Exacto, a los no muertos, unos de los seres más asquerosos de la ficción. Jonathan Levine se encarga de la dirección de la película, una comedia romántica sin mayor pretensión que hacernos pasar un rato entretenido.

'Memorias de un zombie adolescente' nos traslada a un futuro en el que los humanos tienen que sobrevivir a la enésima plaga zombie. Solo que esta vez nos centramos en el muerto viviente, R (sólo recuerda eso de su nombre), que nos deja entrar en su podrida mente. Un buen día se cruzará con Julie (Teresa Palmer), de la que se enamorará perdidamente, despertando algo en su marchito cuerpo.

Una de las cosas buenas que tiene la novela es que prácticamente nunca se toma en serio a sí misma. La historia es tan surrealista que no deja de parecer una parodia de este tipo de romances. Es decir, es un cadáver que se alimenta de cerebros. El amor era lo único que pensábamos que se podía pasar por la cabeza hueca de un muerto viviente. La película hereda gran parte de ese tono jocoso, ofreciéndonos más de una carcajada por el camino.

Para estar muerto, R tiene el ingenio muy despierto. Sus comentarios y bromas son lo mejor que tiene la película, es el zombie más interesante que nos podremos cruzar. Nicholas Hoult convence con su caracterización e interpretación; su mirada consigue transmitir todo lo que su cuerpo no puede. Resta que el británico siga, a pesar de "estar en proceso de descomposición", tan guapo, es casi más irreal que la propia trama. Sus escenas con Teresa Palmer son dignas de ver, por lo surrealistas que son. La situación es tan extraña, que es capaz de hacer mucha gracia, y el feeling entre el zombie y la humana es bastante "creíble", dentro de lo que cabe. La relación con Rob Corddry, que interpreta al mejor amigo zombie de R, también es curiosa, no desentona con el toque desenfadado de la cinta.

Memorias de un zombie adolescente
La película consta de una primera parte de presentación, en la que R tiene sus mejores momentos. Hacia la segunda mitad, la acción va cobrando protagonismo, y aunque no funcione tan bien como su vis cómica, permite subir el ritmo a la conclusión de la cinta. La aparición, casi como cameo, de John Malkovich suma puntos, a pesar de tener un tiempo mínimo en pantalla. Respecto a los amigos de Julie, Analeigh Tipton refuerza aún más el tono de humor, mientras que Dave Franco se centra en la parte romántica. Como ocurre con todo el conjunto, las risas funcionan mucho más que las carantoñas.

Una película para las mentes abiertas

Y es que no deja de resultar siempre demasiado extraña la mezcla de géneros, que si bien es muy original, a algunos les costará adaptarse. De hecho, los puristas podrán encontrar poco de su gusto, algo que no es problema de la película. En el fondo, hay que recordar que, puesto que los zombies no existen, todo es posible en el proceso de imaginárnoslos. Pero el aumento de la dosis de azúcar puede ser mortal para los que prefieran ver sangre y vísceras. Otro de los pequeños problemas que tiene el trabajo de Levine es que debería habérselo tomado todo menos en serio, como el libro, y así no cerrarse tanto a un público concreto. Se pierde en la adaptación el tono paródico de la novela.

En el apartado técnico, tanto el escenario de la ciudad abandonada como el maquillaje funcionan lo suficiente, no así los "huesudos", que cuentan con unas animaciones algo toscas. Se compensa con una banda sonora llena de temas muy remarcables. R tiene muy buen gusto musical, y en este tipo de cintas, la música es muy importante.

Pero, en conclusión, 'Memorias de un zombie adolescente' funciona perfectamente como lo que es. Si le quitamos un ligero idealismo en la segunda mitad de la cinta, nos encontramos con una película desenfadada, sin pretensiones y llena de humor, una surrealista situación que, sí, explota una moda, pero que al menos lo hace con gracia. Es una película lo suficientemente entretenida para que la disfrutemos, si somos capaces de hacernos la misma pregunta que el autor de la historia: ¿Y por qué no?