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CRÍTICA

'Mi crimen': Todo el mundo tiene un muerto en el armario

Crítica de 'Mi crimen', dirigida y escrita por François Ozon. Basada en la pieza teatral homónima de Georges Berr y Louis Verneuil. Protagonizada por Nadia Tereszkiewicz y Rebecca Marder.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 5 de Mayo 2023 | 16:15
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Imagen de 'Mi crimen'
Imagen de 'Mi crimen' (Caramel Films)

Si hay un cineasta especialmente prolífico y polivalente en el cine actual, ese es François Ozon. El galo tiene casi como hábito el estrenar una película anual. En los últimos años, ha enlazado una producción con otra, todas completamente diferentes; pues con 'Verano del 85' exploraba sus recuerdos de juventud, con 'Todo ha ido bien' homenajeaba a una amiga y tocaba el tema social al abordar la eutanasia, mientras que con 'Peter von Kant' realizaba un regreso a los orígenes.

Mi crimen

Ahora, el realizador hace un auténtico retorno al pasado, volviendo al cine de época con 'Mi crimen', basada en la pieza teatral homónima de Georges Berr y Louis Verneuil, escrita en 1934. A pesar de ser una obra con casi 90 años de publicación, toca temas profundamente contemporáneos, como la violencia hacia las mujeres o cómo los productores buscan aprovecharse de las actrices. Por supuesto, en un momento histórico en plena era post-Me Too, la cinta cobra especial relevancia.

Eso sí, está hablándose de un largometraje firmado por el otrora enfant terrible del cine francés. Lejos del academicismo que mostró con 'Gracias a Dios', Ozon despierta ese toque irreverente y cómicamente ácido, que también supo explotar en otras obras teatrales que ha llevado a la gran pantalla como '8 mujeres' o 'Potiche. Mujeres al poder'. Y, la verdad, se echaba en falta verle de nuevo bajo ese enfoque, tan característico de su propio humor, que sabe mantener ese toque teatral llevado al superlativo propio de la gran pantalla.

Mi crimen

'Mi crimen' se enfoca en dos buscavidas que aprovechan un homicidio para lucrase con ello. Lejos del dramatismo, Ozon envuelve la historia en tono propio de la comedia bufa, que se impulsa gracias a su reparto, que entra de lleno en la lógica, con un estilo excesivo que, precisamente, demanda el tono y narrativa del film, ambientado en el País de los años 30.

En ese homicidio, existen varias lecturas. Sí, su protagonista, Madeleine Verdier, huye de una situación horrible. Una actriz joven que busca su gran oportunidad tanto sobre las tablas como en la gran pantalla y que ve con horror cómo un productor la invita a su casa para intentar convertirla en su amante a la fuerza. Esta logra zafarse y regresa a su casa, una precaria huardilla en la que malvive con su amiga Pauline Mauléon, abogada que tampoco tiene cliente alguno.

Mi crimen

Otra joya cinematográfica más del gran François Ozon

Ambas a punto de ser desahuciadas por su casero, son interrogadas por la policía, dado que el famoso productor fue asesinado justo en la tarde en la que Madeleine huyó. Lo que parecía el caso ideal para convertir a la aspirante a actriz en el chivo expiatorio ideal para resolver rápidamente el crimen (era la culpable perfecta) termina girando en un caso en el que se deja en evidencia la clara falta de derechos de las mujeres.

Sí, las protagonistas son unas buscavidas, que cometen actos moralmente discutibles. Sin embargo, realmente Madeleine y Pauline utilizan las mismas armas a las que se enfrentan. No hay que olvidar que las dos son mujeres en los años 30 y que la imputada se enfrenta a un jurado compuesto solamente por varones. Ozon consigue, con un humor característico y propio de su cine más irónico, que el chivo expiatorio se convierta en un ejemplo de empoderamiento femenino, gracias a la labia propia del lenguaje teatral, que el cineasta sabe llevar a la gran pantalla.

Mi crimen

Aquí se ve la buena mano de Ozon como director de actores. Nadia Tereszkiewicz, quien había destacado en 'Solo las bestias' o 'La gran juventud', muestra una faceta humorística y ácida que muestra que tiene una versatilidad extraordinaria. Lo mismo puede decirse de Rebecca Marder, vista más en intensos dramas como el biopic de Simone Veil. Ambas jóvenes debutan en el cine de Ozon, quien se reencuentra con Fabrice Luchini e Isabelle Huppert, ambos superlativos y sublimamente histriónicos. Mención para Dany Boon, quien sabe moverse como pez en el agua en lo referente a todo lo que tengo toque bufo.

Con un diseño de producción exquisito, que consigue ampliar horizontes y darle espíritu cinematográfico, pero que sabe mantener cierta esencia a cine clásico con un toque teatral, François Ozon ha logrado enlazar dos joyas cinematográficas. Si con 'Peter von Kant', el cineasta conseguía mimetizarse en la mirada de R.W. Fassbinder (director al que le debe mucho en materia de influencia cinematográfica); con 'Mi crimen', Ozon consigue demostrar que sigue siendo ese enfant terrible de antaño, con un toque renovado y propio para la generación actual. Un nuevo logro de un auténtico trabajador incansable.

9

Lo mejor: Su tono de comedia bufa, tan propia del humor francés, su tono ácido e irónico sobre temas que sabe llevar a la generación actual.

Lo peor: Si no se entra en su lógica, su histrionismo chirriará.