Hablar de Mike Leigh es mencionar a uno de los cineastas británicos más importantes relacionados con el cine social y de denuncia, con permiso de su compatriota Ken Loach. Si bien, en los últimos años, Leigh ha puesto el foco en el género histórico, con la fabulosa 'Mr. Turner' o 'La tragedia de Peterloo', nunca ha dejado de lado esa mirada en sobre lo social. En esta ocasión, lo pone en 'Mi única familia', nominada a dos Premios BAFTA y premio a la mejor actriz por parte de la LAFCA.
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'Mi única familia' es un regreso a la actualidad, desde una perspectiva nada cómoda. La cinta retrata el día a día de Pansy, un ama de casa de mediana edad cuyo avinagrado carácter provoca una serie de desencuentros incómodos en situaciones tan cotidianas como ir al supermercado o hacer una visita al médico. Una mujer que se queja de todo y que tiene una relación insoportable con su marido y su hijo veinteañero, ambos aparentemente pusilánimes.
A priori, su premisa no es atractiva, pero toca rascar más allá del mal humor de su protagonista. Se trata de una producción que opta por mostrar el día a día de una mujer llena de dolor físico y mental y de la que no se dan muchos detalles sobre cómo ha llegado a esa situación. Es justo ahí donde está la maestría de Leigh, quien también firma el guion. En una narración in media res, realiza un retrato muy auténtico sobre las consecuencias diarias de la depresión y la angustia.
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Un retrato minucioso de las consecuencias del dolor que deja la depresión
En un momento en el que se habla tanto de salud mental, 'Mi única familia' es el reflejo de las consecuencias de la depresión y del dolor que causa. Leigh saca su versión más social desde 'Another Year', con una producción que bien podría ser la contraparte negativa de esa fábula obrera que fue 'Happy: Un cuento sobre la felicidad'. Con la mirada puesta en ese hartazgo personal que bien podría evocar al que plasmó Chantal Akerman en su obra maestra, 'Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles', Leigh sabe transmitir el infierno personal que vive su protagonista.
Aquí toca aplaudir a una magistral Marianne Jean-Baptiste, quien se merecía mucho más reconocimiento en esta temporada de premios que ha llegado a su fin. Su reencuentro con Mike Leigh desde 'Secretos y mentiras' no podía haber sido más magnífico. Una interpretación que transmite una amargura tan dura de digerir como si de café en polvo se comiese. Incómoda de ver, pero tan fascinante a la vez.
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No es la única en este retrato de una familia que convive porque no le queda otra. Los papeles de David Webber y Tuwaine Barrett como el marido y el hijo pusilánimes no son sencillos. El esposo, quien es consciente de que su matrimonio hace años que dejó de funcionar; el hijo, cuya pasividad puede esconder también un cuadro depresivo. En medio, un contrapunto de luz en la vida de la hermana de la protagonista, Chantelle, interpretada por Michele Austin.
Leigh combina su mirada social con un ritmo que evoca a Akerman y a Virginia Woolf
Peluquera de profesión, Chantelle ha sacado adelante su negocio en el barrio y ha logrado que sus hijas estudiasen para conseguir buenos puestos de trabajo. El día a día de Chantelle es lo opuesto. Con lo poco que tiene, se muestra feliz. Dos mundos que chocan y que dejan una secuencia familiar tan incómoda con magnífica de ver.
A ello se suma un factor sutil, dado que se trata del retrato de una familia de clase obrera, con el matiz de que son británicos negros. El factor étnico no se acentúa. Es más, quitando un ligero comentario (que hubiera encajado sin problemas en una protagonista de otro color de piel u origen), esta realidad, simplemente, se refleja con el carácter universal propio del cine de Mike Leigh.
'Mi única familia' es un largometraje incómodo, cuya celebración del Día de la Madre bien podría ser una mezcla de la mentada obra maestra de Akerman con 'La señora Dalloway' de Virginia Woolf. Leigh regresa por la puerta grande, con un fehaciente retrato de la depresión y del aciago carácter que deja, con una serie de consecuencias sociales que trascienden a la persona que lo padece. Un sublime film cuya pesadumbre cuesta de digerir inicialmente, pero que termina conquistando del todo.