Ya lo dijo Jean-Jacques Rousseau: "La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir. Nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras". De eso Hayao Miyazaki sabe mucho. De hecho, una de sus grandes obras maestras, 'Mi vecino Totoro', explora el mundo desde la tierna e inocente mirada de la infancia, tratándose de la joya más preciada que le dio el cineasta al público más joven, con un filme que es un canto a la naturaleza y la defensa de los niños de vivir su infancia.
Ambientada durante los años 50, Tatsuo Kusakabe es profesor de arqueología y antropología en la Universidad de Tokio. El hombre ha tenido que trasladarse al campo con sus hijas, Satsuki y Mei, para estar cerca del hospital en el que se encuentra su esposa y madre de las niñas, Yasuko, que padece tuberculosis. En medio del campo, un día, Mei verá una pequeña criatura, un chibi-Totoro, que le llevará hasta la guarida del gran espíritu del bosque: Totoro. Junto con su hermana Satsuki, Mei vivirá varias aventuras junto con su nuevo amigo Totoro.
Vivir en sintonía con la madre naturaleza y la esperanza en la infancia
Sin duda, se está ante un filme hecho para la mirada de los niños. Miyazaki se centra en la representación más tierna de la infancia, en la que muestra que su inocencia puede ser sinónimo de esperanza para un mundo mejor, en el que se vaya más en unión con la naturaleza. Miyazaki aprovecha los elementos fantásticos para, realmente, narrar un filme costumbrista en el que se muestra la importancia y el respeto por el trabajo colectivo, por la vida más en sintonía con la naturaleza, motivando a crear un equilibrio entre el progreso de la Humanidad y los frutos de la Tierra. Un mensaje ecologista que, efectivamente, va en la línea de la filmografía de Miyazaki y que convierte al filme en un alegato cercano al realismo mágico.
Pero 'Mi vecino Totoro' no solo es respeto por la naturaleza, también lo es por la propia infancia y el derecho de los niños a disfrutar de ella. Sus dos protagonistas, Mei y Satsuki, representan la otra cara de la moneda de lo que fue 'La tumba de las luciérnagas', dirigida por Isao Takahata y estrenada a la par con 'Mi vecino Totoro' en pases dobles. Si Takahata denunciaba la indiferencia de una sociedad excesivamente individualizada y carente de amor al prójimo, en la que el joven protagonista, Seita, debe cargar con toda la responsabilidad y el dolor para que su hermana Setsuko no lo vea, aquí la labor la tiene Satsuki con Mei.
Sin embargo, a diferencia de la obra maestra de Takahata, Miyazaki muestra el otro lado, el de la esperanza en la Humanidad, representada por la comunidad rural en la que se instalan las hermanas con su padre, con personajes entrañables como Nanny o Kanta. En medio está el elemento fantástico, Totoro, que es el guardián del bosque y también el de la niñez de las dos pequeñas. Miyazaki aprovecha la aparición del espíritu, muy en la línea de las creencias sintoístas de la cultura japonesa, para mostrar la unión entre Humanidad y naturaleza, siendo el entrañable Totoro el que vela por la protección del bosque y también el compañero que ayudará a las niñas cuando se encuentren en apuros.
Una de las grandes obras maestras de Hayao Miyazaki
Mención especial para el detalle máximo del cine de Miyazaki. Su animación es exquisita, artesanal y cuidada al milímetro. El director hace gala de su filosofía por la animación tradicional, logrando que cada gesto y movimiento se vea de forma espontánea, pero, realmente, hayan sido estudiados al más mínimo detalle. Aplauso absoluto para Joe Hisaishi, compositor habitual del cineasta, que crea una música sensorial, evocadora, capaz de llevar al público al corazón de ese bosque mágico.
Pocos largometrajes han logrado narrar un canto a la infancia con tanto cariño, respeto y fe en ella. Miyazaki, que en largometrajes como 'Nausicaä del Valle del Viento' o 'La princesa Mononoke' mostraba la complejidad del progreso de la sociedad, en sus diversas caras, unas más esperanzadoras y otras más desoladoras y egoístas. Con 'Mi vecino Totoro', el cineasta enseña su esperanza en la propia Humanidad a través de la infancia con un filme que es una auténtica delicia animada y que, sin duda, es uno de los mejores largometrajes de la historia.
'Mi vecino Totoro' es uno de los mejores legados que ha dejado el cine de Hayao Miyazaki. En palabras de Marta García Villar, coautora del libro 'Mi vecino Miyazaki', es "una de las películas que marcó la diferencia en la historia de Studio Ghibli". Una verdadera joya de la animación que, gracias a la rotundidad de su mensaje, hace que sea imposible no quedar fascinado por la magia del gran espíritu del bosque.