La animación europea ha ido haciéndose un hueco en la distribución española. Estudios como el belga nWave Pictures, producciones alemanas como 'Luis y los alienígenas' (2018) o 'Klara y el ladrón de manzanas' (2018), sagas nórdicas como la de 'Barcos' (2017) o éxitos internacionales como la francesa 'Ballerina' (2016) han demostrado que puede haber otra forma y otra visión de hacer cine de animación comercial en Europa. Siguiendo ese espíritu llega ahora a salas 'Mina y el mundo de los sueños' (2020), producción danesa dirigida por Kim Hagen Jensen y Tonni Zinck.
Aceptar una nueva realidad familiar, no dejarse llevar por los celos o lidiar con insoportables insoportables hermanos son temas que han podido verse en cintas como 'Vecinos invasores' (2006), 'Home' (2015), 'Mascotas' (2016) o 'El bebé jefazo' (2017). Sin embargo, la forma en la que Jensen, que coescribe el guion junto con Søren Grinderslev Hansen, narra esta historia la convierte en una fábula con tintes de cuento clásico, aportando un profundo trasfondo que sorprende, puesto que no es habitual de ver en películas de animación de este estilo.
Esto hace que, aunque estéticamente esté más en la línea de producciones comerciales con animación 3D, su trasfondo la enlaza con el cine de autor, con películas como 'Ernest y Célestine' (2012) o 'Dilili en París' (2018), incluso con las actuales filmes de animación de la saga 'Astérix'. Puesto que huye de protagonistas maniqueos y muestra cómo el carácter impulsivo o la envidia tienen fatales consecuencias. Mina, la protagonista es tremendamente humana, es imposible no entender por lo que pasa y, a la vez, no estar de acuerdo con acciones que toma en la trama.
Una deliciosa sorpresa
Pero el filme da un paso más cuando la joven acude al rescate de aquella hermanastra con la que no se lleva bien. Además de otorgarle al personaje antagónico un motivo por el que tiene ese carácter, la cinta da una poderosa lección al público: los padres son humanos y, aunque se les quiera, tienen muchos defectos. Bajar del pedestal a los progenitores no es un mensaje habitual en el cine de animación infantil, lo que demuestra que no solo Pixar o Studio Ghibli son capaces de formular un discurso maduro en un largometraje de animación.
Es más, Jensen mira de igual a igual a los espectadores más jóvenes, lo que hace que 'Mina y el mundo de los sueños' siga el paso de otros éxitos europeos de animación como la ya citada 'Ballerina', 'La casa mágica' (2013), 'La mecánica del corazón' (2014) o 'El principito' (2015). Un nuevo cuento atemporal, lleno de magia y dedicación, que vuelve a demostrar la importancia de que existan propuestas semejantes alejadas de los grandes estudios de Hollywood.
Nota: 8
Lo mejor: Su profunda segunda parte.
Lo peor: Infravalorarla por su estilo de animación.