14 años después de 'El diario de Carlota', José Manuel Carrasco regresa al cine con un largometraje, 'Miocardio'. Presentado en la sección Rampa del 21º Festival de Cine Europeo de Sevilla, se trata de esa propuesta intimista que tanto se esperaba de un realizador que ha practicado sobre las conversaciones conyugales a través del cortometraje con magníficos títulos como 'Sinécdoque. Una historia de amour fou' o 'Kasparov'.
'Miocardio', cuyo título ya evoca que se hace referencia al músculo que impulsa el bombeo de la sangre al corazón, se enfoca metafóricamente en aquello que desemboca un cambio en las emociones, en la vida. En muchas ocasiones, se busca a través de cerrar heridas, de saber pasar página a través de ese momento. Han sido muchos los dramas románticos que han abordado ese momento en el que una expareja se reencuentra después de mucho tiempo.
Hay títulos magníficos, recientemente se pueden destacar 'Fuera de temporada', 'Vidas pasadas', 'Las cosas que decimos, las cosas que hacemos', 'El color del cielo', eso sin contar con la magnífica trilogía 'Antes del...' de Richard Linklater. En otra liga, igualmente interesante, juega 'Miocardio'. Carrasco se sabe mover en ambientes minimalistas, tirando a lo teatral, en el que las conversaciones conyugales toman el protagonismo principal.
Carrasco, quien firma también el guion, configura la idea de la conversación, lo que le permite crear diferentes versiones de ese reencuentro, que puede ser desde catártico a la experiencia más amarga que sólo sirve para reafirmar posiciones. Lo consigue gracias a su planteamiento. La cinta narra cómo un escritor concede una entrevista y, dependiendo de sus respuestas, se ve la conversación que surge a raíz de su novela. Es ahí donde entra el juego interpretativo entre Vito Sanz y Marina Salas.
Magnífico drama sobre las cuentas pendientes conyugales. Dos actores en estado de gracia
Ambos cuentan con una dilata experiencia en dramas conyugales. El primero es una de las musas de Jonás Trueba y vivió situaciones muy similares en títulos como 'Tenéis que venir a verla' o la reciente 'Volveréis'. En el caso de Salas, se vio en el mentado corto 'Sinécdoque. Una historia de amour fou' o en 'Sexo explícito', en el que ya colaboró con Carrasco.
Los dos actores viven un magnífico duelo actoral, en el que derrochan química y muestran cómo una discusión sentimental, en la que los fantasmas y rencores del pasado vuelven a salir, siguen atrapando y siendo esos momentos clave en un relato. La manera en la que el cineasta guía esas escenas muestra su habilidad para estas secuencias, en las que los afilados diálogos no necesitan mayores florituras. Es más, ese ambiente teatral refuerza dichos momentos, dejando en 'Miocardio' una propuesta exquisita.
Bien podría considerarse 'Miocardio' la versión autoral de lo que planteó Alejo Flah en 'El amor y otras historias', en la que Ernesto Alterio era un guionista que debía crear una comedia romántica en medio de una crisis existencial, creándose una simpática producción que terminaba siendo un ejercicio de metacine llevado a las producciones feel-good. En el caso de 'Miocardio', podría ser una contraparte dramática más sólida y madura.
Carrasco vuelve a mostrar su talento para los dramas conyugales, con una propuesta que provoca que surja el deseo de ver más propuestas de su firma en esta línea y no tanto en lo que fue 'El diario de Carlota'. Una producción que muestra que, incluso con puestas en escena austeras, se logran historias magníficas y notables, en las que la fuerza del guion logra atrapar.
