La trayectoria de 'Monos', último trabajo del colombiano Alejandro Landes, representa a la perfección el larguísimo viaje que deben atravesar obras no pertenecientes a las cinematografías más potentes. El proyecto se movió casi un lustro en busca de financiación, encontrándola finalmente en los festivales de Rotterdam y Berlín, entre otras fuentes. Echando un vistazo a los países productores, encontramos hasta ocho: Colombia, Argentina, Países Bajos, Alemania, Suecia, Uruguay, Estados Unidos, Suiza y Dinamarca. Una vez acabada la producción y la pospo comienza una nueva travesía, la exhibición festivalera: Sundance, Berlín, San Sebastián, La Habana, etc. En este sentido 'Monos' sintetiza a la perfección las principales fortalezas del actual cine latinoamericano de autor, pero también otros aspectos más oscuros.
La película se sitúa inicialmente en un impresionante paisaje, la cima de una montaña en la que conviven ocho jóvenes guerrilleros apodados "monos". Además de desarrollar su entrenamiento, tienen como misión cuidar de una doctora americana secuestrada (interpretada por la actriz estadounidense Julianne Nicholson, vista en 'Agosto' o en la serie 'Masters of Sex'). Cuando el sargento a su cargo les hace un "regalo" para ayudarles a sobrellevar la experiencia, todo empezará a desmadrarse.
Uno de los aspectos más destacables de 'Monos' es que, desde un punto de vista narrativo, resulta un ejercicio mucho más imprevisible de lo que podría parecer. La historia escrita por el propio Landes y Alexis Dos Santos se mueve por unos derroteros inesperados, de forma que un detalle en apariencia anecdótico (el mencionado "regalo") acaba adquiriendo una importancia clave. Estos giros van siempre dirigidos a potenciar el ambiente enrarecido y cada vez más asfixiante de la propuesta, el descenso a los infiernos de todos los personajes. Es cierto que la película no es especialmente sutil o novedosa a la hora de mostrar dicho viaje al corazón de las tinieblas, pero sí efectiva. Se apoya en recursos como los zooms o el empleo de la perturbadora banda sonora compuesta por Mica Levi (experta en este tipo de partituras como demostró con sus trabajos para 'Jackie' o 'Under the Skin').
Pero ha sido el aspecto formal el que más aplausos ha ido despertando a lo largo del recorrido internacional de 'Monos'. Lo cierto es que es visualmente impactante. Landes consigue sacar partido a los imponentes paisajes que pueblan la acción a través de múltiples panorámicas y planos abiertos. El problema es un cierto exceso, una sobreactuación visual que no casa del todo bien con el objetivo de mostrar los complejos conflictos de los distintos personajes. A veces la película parece más interesada en mostrar las consecuencias más brutales e inmediatas de este terrorífico viaje interior, en lugar de exponer de forma adecuada qué les ha llevado a ese punto.
Postales salvajes
La simplificación del conflicto (y de los conflictos de cada personaje), así como la tendencia a las imágenes postales, puede encontrar una explicación en la amplia participación europea en el proyecto. Pese a que la mayor parte del equipo y el propio director son de origen colombiano, 'Monos' no consigue escapar del todo a los arquetipos y las asunciones que haríamos desde una cultura ajena. Un logro que sí podía atribuirse por ejemplo a 'El abrazo de la serpiente' de Ciro Guerra, aún cuando se trataba de otra película igualmente participada por festivales y productoras europeas.
Uno de los aspectos que sí aporta ciertas dosis de genuina veracidad a la película es el trabajo del reparto. Compuesto por todo tipo de intérpretes, desde actores no profesionales a otros con un amplio bagaje (siendo el caso más destacado el de Moises Arias, el ya crecidito Rico de 'Hannah Montana'), la entrega de los ocho jóvenes protagonistas y de Julianne Nicholson consigue que la visceralidad de 'Monos' traspase por momentos la pantalla. Todo ello pese a enfrentarse a personajes contradictorios que van descubriendo nuevos miedos, problemas, cualidades e incluso sexualidades a lo largo del metraje.
'Monos' es un irregular drama, impresionante desde un punto de vista técnico pero no tan acertado en su acercamiento humano. La labor del reparto o la asfixiante música de Mica Levi dejan entrever las posibilidades de una película limitada por la progresiva falta de frescura, autenticidad y profundidad que ha acarreado su complicado proceso de realización. Una película que plantea, a muchos niveles, una manida pregunta: ¿el fin justifica los medios?
Nota: 7
Lo mejor: La fuerza de muchas de sus imágenes, el trabajo interpretativa y la composición de Mica Levi.
Lo peor: Da la impresión de que la película ha sido "domesticada" y simplificada con respecto a su visión inicial.
