Tras su gira internacional, primero con la francesa 'La verdad' y luego con la surcoreana 'Broker', Hirokazu Kore-eda vuelve a su Japón natal. Lo hace por 'Monstruo', con la que se alzó con el galardón al mejor guion en la 76ª edición del Festival de Cannes y también con la Queer Palm por su visibilidad LGBT. Ahí ya llamaba la atención esta victoria, dado que el enigmático título del largometraje y su discreta sinopsis evitan revelar la naturaleza de una cinta que muestra la ambición del cineasta de combinar crítica social con una narrativa fragmentada con la que evoca al gran Akira Kurosawa.
'Monstruo' muestra la preocupación de una madre viuda, Saori Mugino, encarnada por Sakura Andô. La mujer cría sola a su hijo e intenta conciliar laboralmente, trabajando en una tintorería. Pero antes, la cinta tiene un breve prólogo en la que esta y su hijo, Minato, ven cómo un edificio de negocios está ardiendo completamente. Lo ven desde el balcón de su piso, donde el pequeño hace un comentario aparentemente inocente, al preguntarle a su progenitora qué pasaría si a un ser humano le pusiesen el cerebro de un cerdo.
A partir de ahí, Kore-eda jugará con la mirada del espectador. El título del film, 'Monstruo', provoca una incógnita perturbadora en el público, dado que sentirá que una amenaza constante acecha a los personajes. Eso se impulsa porque Kore-eda crea una película que bebe de la gran 'Rashômon', dado que cada parte corresponde a la mirada subjetiva de un protagonista. Inicialmente, una madre viuda percibe un comportamiento extraño en su hijo que atribuye a que éste está siendo acosado por un profesor del colegio donde estudia.
Con las diferentes perspectivas que Kore-eda plasma, realiza una incómoda crítica social al sistema educativo nipón, más pendiente de resultados académicos que de aplicar auténtica ayuda psicológica y acompañamiento. Kore-eda también hace hincapié en lo complicado que resulta ser diferente en una sociedad dada a imponer que todo el mundo se rija por los mismos patrones, propio de países con mentalidad colectiva (como sucede también en Corea del Sur). Pero la cinta aguarda mucho más, dado que cada visión subjetiva permite descubrir diferentes realidades y, en ellas, se hace un retrato más crítico con los personajes adultos que con los menores.
Un film comprometido socialmente y crítico con la realidad japonesa
Kore-eda, quien dirige un guion escrito por Yuji Sakamoto (primera vez, desde 1997 con 'Maborosi', que el cineasta no firma el libreto de una de sus películas, lo que ya habla magníficamente bien de la propuesta de Sakamoto), ahonda en la problemática del bullying (tristemente un fenómeno que no conoce fronteras), pero le da un nuevo giro cuando entra de lleno en el motivo real del cambio de comportamiento de los menores. Es más, en ese momento cuando puede verse que la palabra 'Monstruo' abarca también diferentes perspectivas y que esa amenaza cubre varias formas.
Aquí, la cinta se transforma en 'Close', un referente imposible no de ver, dado lo reciente del film de Lukas Dhont. La manera en la que narra Kore-eda esta perspectiva, dada la realidad japonesa, muestra su compromiso real con el cine con vertiente social. Es ahí donde se ve la mano del realizador que estuvo detrás de obras maestras relacionadas con el maltrato a la infancia como 'Nadie sabe' o 'Un asunto de familia', dos de los mejores títulos de la extensa filmografía del aclamado cineasta nipón.
Con una estructura que sabe mantener bien la intriga, una trama bien ejecutada, unas interpretaciones exquisitas (especialmente la de sus menores protagonistas, Sôya Kurokawa y Hinata Hiiragi) y un apartado técnico magistral, como esa última banda sonora firmada por el desaparecido Ryûchi Sakamoto; Kore-eda vuelve por la puerta grande a su Japón natal.