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CRÍTICA

'El mundo de ayer': Las intrigas del poder

Crítica de 'El mundo de ayer', dirigida y escrita por Diastème. Protagonizada por Léa Drucker, Denis Podalydès, Alban Lenoir, Benjamin Biolay y Emma de Caunes.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 29 de Abril 2022 | 09:26
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Después de haberse adentrado en los grupos radicales de extrema derecha en 'Sangre francesa', Diastème continúa explorando la vida política de la sociedad gala, aunque ahora desde una perspectiva más institucional, con un relato más sobrio, en el que el tablero político adquiere una magnitud fascinante a la par que sobrecogedora con 'El mundo de ayer', una adaptación libre y contemporánea de las memorias de Stefan Zweig.

El mundo de ayer

En esta propuesta, Diastème imagina a la primera mujer presidente de Francia, Élisabeth de Raincy, a quien se le termina la legislatura y no se presenta a la reelección debido a que tiene un cáncer del que debe tratarse (y del que casi nadie sabe al ser un secreto de estado). La historia comienza cuando el secretario general de su partido le informa que su sucesor a presidir el país va a ser acusado de corrupción a solo tres días del inicio de las elecciones presidenciales, en las que el candidato de extrema derecha apunta a ser el favorito y, tras el escándalo del caso, que todo apunta a que se convertirá en el nuevo jefe del Estado Francés.

Es evidente que en el momento en el que comenzó el rodaje, Diastème no imaginaba lo predictiva que iba a ser su película respecto a la situación política tanto francesa como europea. No solo por el auge de la extrema derecha (y los populismos de izquierda), sino por cómo dichos extremos han sido aupados por Rusia y cómo sus tentáculos han estado a punto de desestabilizar a la UE. Sí que era algo visible, pero la invasión de Vladimir Putin a Ucrania ha provocado que la cinta sea un retrato fehaciente del presente actual. Es más, lo que narra no se despega mucho de lo sucedido en distintos gobiernos europeos.

El mundo de ayer

Lo interesante, aunque puede tomarse como advertencia, es que Diastème huye del relato maniqueo, pues tampoco es complaciente con un gobierno -del que no se sabe su ideología- que llega a plantearse el crear pruebas falsas para que el 'fascismo no llegue al poder', lo que expone las costuras de los valores e instituciones democráticas. A ello, además, se le suma el concepto de atentado terrorista, que añade más leña al fuego de la frágil estabilidad política que puede serle terriblemente conocida al público.

Un elegante y certero thriller sobre las altas esferas de la política

Aunque Diastème podía realizar un thriller en el que las intrigas, la corrupción y los hilos del poder se viesen más expuestos, el cineasta tira de realismo, para que su propuesta sea vista como una advertencia concreta. Prueba de ello es que el cineasta ha escrito el guion en colaboración con dos periodistas especializados en política, Fabrice Lhomme y Gérard Davet, ambos periodistas de investigación y redactores de Le Monde, y con el realizador Christophe Honoré.

El mundo de ayer

Apuesta por el realismo, con ciertas dosis de tremendismo que, sin duda, vienen inspiradas por las memorias de Stefan Zweig, quien escribió 'El mundo de ayer: Memorias de un europeo' poco antes de su suicidio en Petrópolis, Brasil, ante el temor de que el nazismo dominase el mundo. "Pero toda sombra, en última instancia, es hija de la luz y solo el que ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, la grandeza y la decadencia, ha vivido", puede leerse en el epílogo de la cinta. Reflexiones que horrorizan dada la actualidad que conllevan, pues ese mundo de ayer se parece mucho al mundo de hoy.

Sumado a las cuidadas interpretaciones de sus protagonistas, Léa Drucker brilla con un papel que emana fortaleza pero también vulnerabilidad junto con unos excelentes Denis Podalydès, Alban Lenoir y Benjamin Biolay; 'El mundo de ayer' es un thriller sobrio, que gana más gracias a sus diálogos austeros y silencios incómodos. Un cuidado retrato de los estratos del poder que funciona también como un aviso a navegantes. El ejercicio más cuidado del cineasta, que muestra tener un buen pulso para el género.

Nota: 7

Lo mejor: Lo certero que está en su análisis de la realidad política actual.

Lo peor: Hay ciertas decisiones de guion que no tienen lógica, lo que termina desluciendo el resultado final.

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