¿Qué es la verdad? En el fondo, es un concepto difícil de definir, pues no es tan objetivo como se pretende, como tampoco fidedigno. La veracidad, la realidad y todo aquello que conlleva conocerla. Pero André Maurois ya lo dijo, esta "es relativa, pues para nada es absoluta". El documental ha demostrado ser uno de los géneros más interesantes a la hora de experimentar nuevas experiencias a nivel cinematográfico.
En un año en el que el documental se ha convertido en el baluarte de la industria española, con títulos excepcionales como 'El año del descubrimiento', 'Anatomía de un Dandy', 'Dehesa' o 'Sanmao: La novia del desierto', llega ahora a salas comerciales un paso más allá a la hora de romper la barrera de los géneros: 'My Mexican Bretzel'. Reconocida con los premios al mejor largometraje, a la mejor realización y al mejor guion en la Sección Cine Español del 57º Festival de Gijón y galardonada con el Premio del Público en el D'A Film Festival 2020, la ópera prima de Nuria Giménez Lorang es tan excepcional como única.
Giménez Lorang fusiona documental con ficción de una forma extraña: con escenas reales, de archivo que narran un relato cinematográfico, como si de dos ríos paralelos se tratasen y uno llevase el cauce y el otro los sonidos del flujo de agua. Sin embargo, ambos son diferentes pero se cohesionan. Para ello, la cineasta utiliza material familiar, antiguas cintas de vídeo de 8 y 16 milímetros, grabadas por su abuelo, de nacionalidad suiza, y que la directora encontró en 2010, poco después del fallecimiento de este.
Un fascinante viaje a través del tiempo y de la pasión
Realmente, lo que se narra en esos vídeos es la historia de su familia, del matrimonio de Frank. A Lorang e Ilse G. Ringier. Sin embargo, Giménez Lorang opta por contar una historia de ficción a través de ellos, cumpliendo con lo dictado por el prólogo del filme: "La mentira es otra forma de contar la verdad", que dice un erudito llamado Paravadin Kanvar Kharjappali en el filme -que tampoco existe-. Esa combinación es fascinante, otorgándole a la cineasta una singular libertad, es esclava de las imágenes de sus abuelos pero, por otro lado, tiene plena disposición para configurar el relato que quiera entorno a ellas.
Y así surge una historia de amor digna de una película de Douglas Sirk o Luchino Visconti, narrada con las palabras de Vivian Barrett, una escritora cuya vida burguesa, está casada con un rico empresario que acaba asociándose en la producción farmaceútica, es un constante vaivén de emociones, de amores y desamores, de deseos frustrados y anhelos rotos, de búsquedas incesantes de esa felicidad que parece que llega y es arrebata al instante. Giménez Lorang evita introducir voces en off, dejando que las palabras hablen a través de las imágenes.
Y es así como el río suena a mar o el océano tiene agua dulce. La experiencia es fascinante, pues no hay mejor forma de plasmar el amor que a través de una mentira o, dicho de mejor forma, las pasiones llegan a su máxima plenitud con las historias de ficción, porque, ¿no es acaso el cine uno de los embustes más bellos y artísticos? Ya lo dice la propia heroína de la historia: "Para mí, la felicidad, sea artificial, temporal o engañosa, siempre es bienvenida". 'My Mexican Bretzel' es otra forma de llegar a la verdad de lo que es la excelencia cinematográfica. Una hermosa alhaja realizada con cariño y el mayor de los esmeros.
Nota: 9
Lo mejor: Dejarse llevar por una historia de amor apasionante, digna de aquellas obras de otra época.
Lo peor: La casi ausencia de sonido provocará que aquellos ajenos al cine experimental puedan rechazarla de primeras.