La 67ª edición de la Seminci de Valladolid dejó uno de los títulos más polémicos de la pasada temporada cinematográfica. Adaptación de 'Nada', escrita en 2000 por Janne Teller, la novela llegó a estar censurada temporalmente en su Dinamarca natal debido a la excesiva violencia y brutalidad que desarrollan los protagonistas, todos preadolescentes. De ahí que su versión para la gran pantalla fuese complicada de realizar, especialmente en una época especialmente sensibilizada con la representación de la infancia y la adolescencia en el cine y la televisión.
Los alumnos del colegio de la pequeña ciudad de Tæring acaban de comenzar octavo grado. Chavales de 12 o 13 años que viven un entorno apacible, con padres de carácter progresista y ecologista, dentro de los cánones de la sociedad escandinava. Sin embargo, uno de ellos, Pierre Anthon, hijo de un ingeniero informático, decide abandonar la clase dado que no encuentra sentido a la vida y considera que no vale la pena hacer nada. Por ello, el chaval opta por subirse a un árbol, del que no saldrá, dado que no encuentra significado alguno al mero hecho de respirar.
Sus compañeros de clase intentan hacer que baje del árbol, que valore la vida. Por ello, los niños optan por darle, a modo de ofrenda, aquellos objetos que son los más valiosos de sus vidas. Lo que comienza dando unas zapatillas de ballet o unos guantes de boxeo termina derivando en algo más perverso y más sangriento, cuando el grupo llegue a la conclusión de que toca dar de ofrenda aquello de valor que sea irremplazable.
Partiendo de esa base, 'Nada', la cual es una novela que ha sido prohibida en otros países, se convierte en una versión contemporánea de 'El señor de las moscas'. Con una fuerte carga de nihilismo, la cinta es capaz de ser la representación más gráfica de la maldad humana a través de la mirada de menores de edad, con el añadido de la profunda reflexión existencialista ya presente en la obra original. Deja la incómoda pregunta de hasta qué punto las cosas importan y cómo dicha cuestión, así como la del significado de la vida, pueden tener una respuesta siniestra.
Película atrevida que fascinará y disgustará a partes iguales
En ese mundo ideal que tiene la opinión pública en la cabeza sobre lo que es la sociedad nórdica; Trine Piil Christensen, quien vuelve a la dirección de largometrajes 22 años después de su ópera prima, junto con Seamus McNally (quien dirigió a los niños actores), crean una película que comienza como si fuera la típica película feel-good para convertirse en una peligrosa distopía que aterroriza por lo real que puede ser. Esa sensación de que el juego se va de las manos va calando en el público, que termina horrorizado por lo que presencia.
El nivel de crueldad, violencia, agresividad y sadismo que se muestra asusta más al ser niños los que la protagonizan. De ahí, que bien pueda verse como una de las formas más transparentes del retrato de la brutalidad humana. Christensen se muestra valiente, dado que se trata de un ejercicio complicado de ejecutar, dadas las posibles dudas morales que puede haber alrededor de una pieza en la que chavales de 12 o 13 años deben decapitar a un perro o violar a una de sus compañeras.
A pesar de tener un fuerte carácter extremo, 'Nada' tiene ciertos momentos que, tristemente, bien podrían formar parte de las noticias reales sobre la maldad de la infancia (especialmente en los últimos casos de menores que abusan sexualmente de sus compañeras de clase). De ahí que su cinismo nihilista se vea también como un toque de atención profundamente coherente, en una época en la que la ausencia de importancia y el exceso de significado van muy peligrosamente de la mano. Una obra sumamente incómoda que logra cumplir el objetivo de ser un brutal puñetazo en el estómago de quien la ve.