Tras su breve idilio con las plataformas con la serie 'Foodie Love' y el largometraje 'Elisa y Marcela', Isabel Coixet "vuelve al redil". La cineasta retoma los estrenos comerciales en la gran pantalla con 'Nieva en Benidorm', filme de apertura de la 65ª edición de la Seminci de Valladolid, y con el que la realizadora realiza un curioso homenaje a la capital turística de la Comunidad Valenciana, con un filme que logra obrar lo que parecía imposible: convertir una ciudad de turistas de borrachera en un lugar místico y poético.
Lo hace convirtiendo a Benidorm en una ciudad que vive con tres miradas, tal y como la propia Coixet ha comentado: la del ciudadano que vive allí habitualmente, la del jubilado que ha convertido la ciudad en su segunda residencia y la del turista de ocasión. Como si de tres círculos se tratasen, la trama confluye en cada uno de ellos, con momentos en los que conjuga una belleza poética y melancólica, con otros en los que se plasma un divertimento en decadencia, de ahí las comparaciones que se han hecho con 'La gran belleza' de Paolo Sorrentino, aunque dicha semejanza sea excesiva e hiperbólica. Es más, puestos a comparar, el retrato de Benidorm es más cercano al cine de Paolo Virzì.
Aprovechando esos contrastes, Coixet entremezcla géneros, comenzado con una trama de thriller noir, con un protagonista taciturno envuelto en luces de neón y lugares inhóspitos, en busca de un hermano desaparecido. Esa es la envoltura, que irá reapareciendo de forma periódica, a modo de recuerdo de la esencia decadente de una ciudad de turismo low-cost. En el interior, la realizadora, que también firma el guion, crea un drama emocional sobre el descubrimiento de sensaciones en la mediana edad. De ahí, que su protagonista, interpretado contenidamente por Timothy Spall, no recuerda, para nada, al que tuvo Toni Servillo en la mentada cinta de Sorrentino.
Spall se mimetiza en Bill Nighy, actor insigne en lo referente a hombres con sentimientos y emociones contenidas. El actor de 'Mr. Turner' muestra una faceta muy diferente a los papeles que suele interpretar. Un tipo plomizo que acaba aprendiendo a disfrutar de la vida de la mano de Alex, una sensual mujer interpretada por Sarita Choudhury. La actriz inglesa derrocha sexualidad, con un personaje que parece la viva imagen de la femme fatale, una mujer de bandera.
Fascinante y magnética Choudhury
Pero Coixet aleja cualquier cliché de mujer fatal de su protagonista, convirtiéndola en una fémina hipnótica que ejerce de anfitriona de una ciudad que logra sacar una mirada poética de lo underground, como también mentora de la experiencia que da la propia vida. No es habitual ver en el cine a ellas convirtiéndose en las maestras de la vida -papel atribuido a los varones, cinematográficamente hablando-. Coixet configura una protagonista femenina magnífica, con una autonomía e independencia que son referencia para su contraparte masculina.
Pese a tener dos protagonistas imbuidos por la melancolía -a pesar de su mensaje vitalista, la cinta está rodeada por una atmósfera que evoca nostalgia-, 'Nieva en Benidorm' es un canto a la vida, a mirar hacia delante, a sabiendas que el horizonte no es del todo infinito -aquí surge la importancia de los versos de Sylvia Plath, cuya relación con Benidorm añade una mayor dosis de saudade poética-. En medio, personajes secundarios que le dan cierta chispa a la trama, con una policía admiradora de la obra de Plath y llena de energía -maravillosa Carmen Machi- o una limpiadora cuyos más íntimos deseos contrastan con sus fuertes convicciones -fascinante Ana Torrent- y que se convierte en una metáfora de la ciudad misma.
'Nieva en Benidorm' es un ejercicio de mantenimiento de la directora de maravillas como 'La vida secreta de las palabras' o 'La librería', un largometraje que reivindica la figura de la mujer de bandera, que le otorga el sitio que merece y que consigue encontrar poesía hasta de los lugares más inhóspitos. Una de las obras más intimistas de Coixet.
Nota: 7
Lo mejor: Sarita Choudhury está maravillosa. Más personajes tan poderosos como el de Alex en el cine. También destacan los momentos "foodie", que muestran otra mirada de la ciudad alicantina.
Lo peor: Su mensaje vitalista no logra resaltar debido a un tono melancólico que lo desactiva. Quizás se hubiera agradecido más momentos de situaciones "disfrutonas".