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CRÍTICA

'Nightcrawler': la absoluta falta de escrúpulos

Con un Jake Gyllenhaal demacrado, Dan Gilroy explora la ética del periodismo modernos a través de los cazadores de imágenes que rondan por la noche de Los Angeles. Estreno en cines el 30 de enero.

Por 30 de Enero 2015 | 11:08

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Después de triunfar en numerosos festivales de cine independiente, ser nominada a los Globos de Oro a mejor actor por Jake Gyllenhaal y haber sido, incomprensiblemente, ninguneada en los Oscar con una única nominación a mejor guión, la primera cinta de Dan Gilroy detrás de las cámaras, llega a los cines españoles el vienes 30 de enero. Y no podría haber llegado en mejor momento.

Nightcrawler

Con la cantidad de medios existentes ahora para poder grabar y la falta de sensibilidad que el cine y los videojuegos, sin querer, han creado con sus escenas de extrema violencia, que parecen habernos insensibilizado ante imágenes de guerras o fallecidos, el debate sobre la ética periodística acerca de lo que se puede o no mostrar en televisión, o cualquier otro medio, y la sumisión a los datos de audiencia, está más presente que nunca. Hecho del que se aprovecha Gilroy en 'Nightcrawler', que ha escrito y dirigido, para contarnos una historia de ambición y obsesión.

Louis Bloom es un hombre desesperado por encontrar trabajo, cuyo sentido de la ética es prácticamente inexistente, que ve en el periodismo sensacionalista, la oportunidad perfecta para desarrollar su potencial. Lo que primero parece un trabajo para poder sobrevivir, pronto se convierte en una obsesión, cuando la responsable de informativos de una cadena local necesitada de audiencia, premia su "atrevimiento", cada vez con más dinero.

Nightcrawler

Haciendo uso de colores oscuros, una estética muy parecida a 'Drive' de Nicolas Winding Refn, con una música poco variada, pero necesaria en la gran mayoría de momentos, el director consigue que te enredes en esta trama de obsesión que va arrastrando a Bloom, haciendo inevitable que apartes la vista de la pantalla incluso en los momentos más duros, una sensación parecida a la que experimenta el espectador de noticias de la película que busca el morbo y la violencia que el protagonista le proporciona. La cinta se siente tan real que hasta la típica persecución de coches, habitual en el cine, consigue sobrecogerte al pensar lo que le puede suceder a los policías.

Quizá lo más sorprendente es la demostración de la poca resistencia que existe en contra del morbo, que provoca que, en muchas ocasiones, las imágenes valgan más que la propia historia que el "periodista" debe contar. Una situación dolorosamente real en muchos medios de comunicación.

Gyllenhaal excepcional

La idea de perder nueve kilos para el papel, que según iMDB fue del propio Gyllenhaal para dar a su personaje un aspecto de coyote hambriento, funciona perfectamente con las intenciones de la película, pues Lou Bloom no puede ser más desagradable. Por supuesto, no todo es el aspecto físico, pues Gyllenhaal demuestra, una vez más, que tendría que tener una estatuilla dorada con su nombre, o por lo menos una nominación.

Nightcrawler

No sólo parpadea de una forma anormal, sino que sus gestos, su forma de hablar y de moverse, hacen que desde el primer momento, haya algo en tu cabeza que te avisa de que no es de fiar. Pero cuando le ves con la cámara, caminando entre cadáveres con una expresión de completa fascinación, la repulsión que te provoca este actor, que en otros trabajos consideraste atractivo, es total. Las escenas con la también magnífica Rene Russo en la que le propone sexo a cambio de nuevos vídeos impagables.

Aunque muchos se atreven a compararla con la inmortal 'Taxi Driver', ni Gilroy tiene nada que ver con Martin Scorsese, ni Gyllenhaal con Robert De Niro, en sus tiempos mozos porque ahora le sobrepasa, pero es evidente que las influencias están ahí. Es una cinta con un objetivo muy claro, hacerte pensar. Hay que reflexionar acerca de cuales son los límites que debemos ponernos, tanto periodistas como telespectadores, pues estoy segura de que nadie quiere crear un monstruo como el de Bloom.

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