Allá por 2018, Andrea Jaurrieta sorprendió reformulando la historia de 'Belle de jour', el clásico de Luis Buñuel de 1967, con 'Ana de día', que fue candidata al Goya a la mejor dirección novel. Seis años después, la cineasta pamplonesa regresa con 'Nina', presentada en la Sección Oficial del 27 Festival de Málaga, donde obtuvo el Premio de la Crítica. Una áspera vendetta con aroma a wéstern con ciertos toques fassbinderianos.
Su título lo dice todo, Nina es una actriz medianamente conocida que regresa a su pueblo natal después de que descubra que Pedro, el hombre que destrozó su adolescencia, un consagrado escritor, va a ser condecorado en su antigua villa natal. Un relato de venganza en el que Jaurrieta va mostrando una importante gama de grises en un tema que está de rabiosa actualidad: el consentimiento en el deseo sexual.
En un momento en el que se está hablando mucho más de lo importante que resulta ser conscientes del consentimiento, Jaurrieta muestra cómo esto es imposible de llevar ante un claro caso de estupro. La cineasta narra un relato en el que su protagonista tiene deseos que no sabe gestionar, que tampoco sabe traducir, no sabe si lo que siente por ese hombre maduro es algo romántico, solamente lo admira, cumple con una carencia paterno-filial o si esos sentimientos tienen un componente sexual.
La gama de los grises alrededor de los abusos y la manipulación
De ahí, que sea el adulto el que deba poner las barreras, los muros y es donde Jaurrieta muestra que se produce el abuso, la manipulación. La cineasta explora esta gama de grises que resultan fundamentales de mostrar también en la ficción. Lo hace con una historia de vendetta, de cómo esa joven se ha convertido en una mujer madura y es consciente de todo lo que le ha pasado.
La manera en la que Jaurrieta prepara la venganza evoca al wéstern, con una mujer que vuelve al pueblo con un rifle bajo su brazo. La cineasta también derrumba la imagen bucólica que ha mostrado el cine español recientemente sobre las historias de 'féminas que vuelven al pueblo'. Jaurrieta, quien también firma el guion, señala que las pequeñas villas son fuente de habladurías en las que todo el mundo se conoce y que esto puede ser también una maldición más que una bendición.
Jaurrieta traer una atmósfera de deseos y abuso de poder que bien podría recordar a la que plasmaba R.W. Bassinder en filmes como 'Un año con trece lunas' o 'La ley del más fuerte', en las que había un componente de fuerte crítica social en relaciones asimétricas en las que la parte dominaba terminaba destruyendo emocionalmente a la dominada.
Una propuesta que sabe traer esa atmósfera de ansias de vendetta
Esto se refuerza con la fotografía de Juli Carné Martorell, en la que se realizan contrastes con los tonos rojos de su protagonista frente a grises, verdes y azules apagados. La música de Zeltia Montes también sabe poner en atmósfera al público. No obstante, es el trabajo actoral el que termina de rematar esa vendetta bien ejecutada por parte de Jaurrieta.
Patricia López Arnaiz vuelve a demostrar ser una actriz de raza con un personaje con heridas abiertas que evoca a los que ya defendió en 'La cima' o, desde una perspectiva más oscura, en 'La hija'. No es la única que deslumbra, mención para Aina Picarolo. Tras 'La casa entre los cactus', la joven promesa sigue solidificando su carrera con trabajos profundos y alejados de lo que es habitual en la carrera de intérpretes jóvenes. También están estupendo Darío Grandinetti en su papel de escritor manipulador e Íñigo Aramburu, quien muestra esa perspectiva de los amigos de toda la vida que no dijeron nada y que fueron cómplices de una terrible omertà sobre el abuso.
Con 'Nina', Andrea Jaurrieta prosigue en una filmografía en la que ha sabido mirar desde una perspectiva más atrevida y valiente a los protagónicos femeninos. Desde la liberación hasta el ansia de justicia, un largometraje que muestra cómo su realizadora muestra una voz propia que invita a ver más propuestas suyas.