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CRÍTICA

'No odiarás': La culpa y el peso histórico

Crítica de 'No odiarás', ópera prima de Mauro Mancini. Protagonizada por Alessandro Gassmann, Sara Serraiocco y Luka Zunic. Presentada en la Semana de la Crítica de Venecia 2020.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 24 de Septiembre 2021 | 08:55
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

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Inspirándose en un suceso real ocurrido en Alemania en 2010, en el que un cirujano de origen judío se negó a operar un varón de mediana edad que llevaba tatuado en el pecho una esvástica nazi, el debutante Mauro Mancini dirige 'No odiarás', presentada en la Semana de la Crítica del 77 Festival de Venecia y nominada a tres Premios David di Donatello. Un ejercicio con el que el realizador entra en un terreno pantanoso, el legado histórico y la manera de tratar los discursos de odio en la actualidad.

No odiarás

El filme comienza con una escena espeluznante, con la que Mancini, el cual firma el guion junto con Davide Lisino, plasma cómo se curtió el duro carácter del protagonista, Simone Segre, con un padre castrante y traumatizado por lo sucedido durante la Segunda Guerral Mundial, al ser un superviviente de la Shoá. Tras una secuencia que desconcierta, Mancini mantiene el pulso contra que lleva al público al presente, con la que presenta al protagonista ya convertido en un maduro, atractivo y reconocido cirujano que presencia un accidente de tráfico.

Es ahí donde comienza realmente la trama. En su labor como médico, avisa al 112 para que vengan en auxilio del accidentado. Cuando el hombre intentaba salvarle la vida a la víctima del siniestro, la sorpresa será que tiene tatuados símbolos nazis en su pecho, lo que provoca que Simone -el cual había realizado un torniquete para evitar que se desangrase-, lo abandone a su suerte, muriendo poco después. Es ese dilema interno que provoca el romper su juramento hipocrático el principal protagonista de una historia que mantiene el pulso en todo momento.

No odiarás

Esa atmósfera de opresión, que provoca la sensación continua de que el personaje principal 'pagará' de alguna forma las consecuencias de sus actos, es la que provoca que el público esté pendiente de cómo irá desarrollándose la historia. Aquí Mancini muestra muy buena mano para el cine de suspense, además de otorgar un trasfondo pleno en su protagonista, un hombre atormentado por la sensación de culpa, la cual parece una réplica de la educación que recibió de su progenitor, una herencia a la que siente rechazo pero que, sin embargo, acaba marcándole de por vida.

Un potente debut con un magnífico Alessandro Gassmann

En este camino a la redención, pues el cirujano tomará contacto con la familia del fallecido e intentará enmendar su sensación de culpa, brilla muy especialmente Alessandro Gassmann. Desde hace un largo tiempo, el intérprete se había asentado plenamente en la comedia italiana. Con 'No odiarás' demuestra tener aún pulso para el drama, viéndose que esa aura que conquistó a la crítica en 'Hamam, el baño turco' se mantiene con el paso de los años. Gassmann viene muy bien acompañado por dos estupendos partenaires. Por un lado está Sara Serraiocco, la cual simboliza el inicio de tender puentes y alejarse del odio; pero el otro lado está Luka Zunic, todo un descubrimiento a tener en cuenta, pues consigue dotar de trasfondo un personaje tan antipático como del un adolescente rebelde neonazi.

No odiarás

Mancini mantiene una narración lineal, conservadora, que no impide ver que se está ante un realizador que sabe controlar los tiempos y mantener la tensión hasta su escena final. En medio, plantea una película que plasma cómo los discursos de odio se cultivan desde la infancia y cómo estos son complicados de erradicar, pues muchas veces no es el discurso en sí lo que hay que rebatir, sino algo tan profundo e irracional como las lealtades familiares. Una reflexión profunda que convierte a esta ópera prima en un notable debut.

Nota: 7

Lo mejor: Cómo Mancini plasma que detrás de los discursos de odio hay lealtades familiares complicadas de derribar. La solemne interpretación de Alessandro Gassmann, una de las más logradas de su carrera.

Lo peor: En su parte final, Mancini da un giro demasiado violento que rompe esa sensación continua de amenaza. Su desenlace es algo precipitado.

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