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CRÍTICA

'No se aceptan devoluciones': La devoción de un padre por su hija

El mexicano Eugenio Derbez protagoniza y firma esta colorida comedia con más fondo del que aparenta y una narrativa muy personal.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 29 de Abril 2014 | 10:00

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El género de la comedia sigue siendo de los menos valorados en cuanto a premios y galardones, y parte de ello es gracias a los grandes despropósitos que han surgido bajo su capa, con bromas fáciles e irreverentes que provocan más vergüenza ajena que risa. Aún así, es también de lo más visto en taquilla, quizás porque ya tenemos suficiente con el drama del día a día, y en ocasiones solo se busca desconectar con algo más liviano. Eso sí, hoy comedias y comedias, y en esta ocasión la película latina más taquillera en Estados Unidos, 'No se aceptan devoluciones', llega a España después de haber cosechado un gran éxito en el continente americano, y la verdad es que razones para ello tiene, pese a que algunos de sus puntos más cómicos estén algo localizados y no sean muy cercanos al público español, pero es fácilmente olvidable si nos sumergimos en esta simpática historia con más que contar de lo que parece a simple vista.

'No se aceptan devoluciones': La devoción de un padre por su hija

La sinopsis del filme reza: Valentín es un hombre sin raíces ni compromisos. Una olvidada conquista, Julie, lo visita con una noticia de carne y hueso, una bebé de un año llamada Maggie. Julie desaparece dejándolo con su "paternidad no deseada". Pasan 7 años y Maggie tiene una entrañable relación con su padre. Pero Julie reaparece, dispuesta a recuperar a su hija. Todos los esfuerzos que Valentín hizo para deshacerse de ella no son nada, comparados con los que hará por conservarla. Con esta historia, todo está servido para ofrecer un metraje donde el tema paterno filial será la piedra angular del filme, además de la evolución como persona que supone pasar de ser un soltero de oro, a un padre dedicado, y en parte, tratar también el cómo madurar cuando se comienzan a tener más responsabilidades.

El protagonista principal del largometraje es Eugenio Derbez, un actor archiconocido en México, pero del que yo en particular no he seguido, aunque demuestra que tiene las suficientes tablas como para crear a un personaje simpático, entregado y de fácil empatía, algo fundamental para lograr mantener la atención en lo que le va y viene a lo largo de la cinta. El actor tiene una evolución muy lógica a lo largo de la historia, presentando también una faceta muy humana de lo que se espera de él, con auténticos puntos cómicos muy sutiles en ocasiones, y otros basados en situaciones que consiguen que nos importe lo que le ocurre al personaje, que también ha logrado una relación muy veraz con su compañera e hija en la ficción: la joven Loreto Peralta.

La pequeña actriz tiene un encanto natural bastante insólito, ya que lejos de pertenecer a ese grupos de niños y niñas actrices que más que simpatía son repelentes, en esta ocasión es todo lo contrario, y la joven actriz logra enganchar de manera muy simpática con el espectador, desprendiendo una carisma que consigue que nos encariñemos en cierta manera con la niña. Su actuación es bastante natural, y por lo general su trabajo está bien ubicado y se nota que ha logrado conectar con Derbez, que además de ser su compañero de reparto es también su director, y ello ayuda a que la chavala se muestre tan suelta ante la cámara. Eso sí, aún con todo ello encontramos algunas escenas que están claramente fabricadas desde la nada, sobre todo las más dramáticas, donde cuesta creer un poco a la niña debido a que parece, por ejemplo, que está llorando porque es lo que toca, no porque lo sienta. Aún así, la chica es joven y no se le puede exigir mucho más de lo que ya demuestra, logrando encandilar con su actuación, lo cual ya es mucho.

'No se aceptan devoluciones': La devoción de un padre por su hija

Derbez se ha enfrentado a su primera dirección de un largometraje, y la verdad es que su trabajo detrás de las cámaras es muy satisfactorio. El director crea una historia muy colorida, con momentos cómicos muy naturales y situaciones igual de interesantes, todo ello seguido de un buen ritmo pese a que hayan momentos en los que se de demasiadas vueltas a lo mismo, sobrando algo de metraje también al ser una historia que, pese a tener un argumento interesante, tampoco tiene tantos hilos que atar como para justificar sus casi dos horas de metraje. El realizador también ha logrado crear buen balance entre la comedia y el drama, haciendo que ambos géneros tengan su punto en el argumento y dosificándolos con gran acierto, lo cual otorga profundidad a su historia, que se ve beneficiada por una apuesta visual muy llamativa y ambiciosa, además de ofrecer un valor añadido para lo más fanáticos del cine, al tratar temas de producción de películas, por el trabajo de especialista de su protagonista.

Los personajes secundarios del largometraje también están muy bien encajados en la trama, con su propia carisma y mucha variedad, lo cual hace que no veamos este aspecto como algo despreocupado o poco trabajado, sino que en cambio ha sido bastante cuidado en ofrecernos algunas tramas secundarias que sin ser especialmente profundas, sí que dan colorido al reparto. Quizás lo que más cuesta de encajar, por lo menos tras mi experiencia, son ciertos puntos donde las conversaciones surgen entre los propios mexicanos, las cuales harán uso de mucha jerga que puede no ser conocida por todos, y en ocasiones, por lo menos por mi parte, me costó seguir lo que contaban, porque simplemente no entendía nada. Esto no estropea el conjunto final de la película, pero sí que echa por tierra algún punto gracioso que seguramente los que estén familiarizados con el dialecto pueden coger a la primera. Ese no fue mi caso.

Algunas de las situaciones que propone el largometraje no está tampoco todo lo bien aprovechadas que podrían, y esto provoca que algunos destellos que va soltando el argumento a lo largo del largometraje se queden a medio gas, o simplemente, no evolucionen en ningún lado y queden estancados, como una anécdota, más que una interesante vía para continuar la historia. Esto es debido a la ambición del propio filme, que pretende tocar muchos temas secundarios pero no se detiene efectivamente en ellos, lo que causa que sus casi dos horas de metraje estén justificadas por tocar estos temas, pero que fácilmente podrían haberse obviado y la cinta hubiera funcionado de igual modo, pero con más agilidad.

En algunos momentos de la historia, la actitud de los personajes no es todo lo lógica que se espera, en cuando a realismo me refiero, y pasa por encima de algunas actitudes que no se entienden, cómo si por ejemplo, el mejor amigo del protagonista le traiciona vilmente, y en lugar de una respuesta de desprecio obvia del prota, éste en cambio le esté invitando a una cerveza en la siguiente escena como si nada de lo anterior importara. Todo ello es debido a la ambición del filme en cuanto a contar su historia de una manera más profunda, lo que provoca que si queremos llevarlo a la comedia, hayan tenido que hacer que algunas de la escenas estén algo fabricadas, y no guarden mucha coherencia con lo anterior.

'No se aceptan devoluciones': La devoción de un padre por su hija

¡Qué familia!

Eso sí, hay que aplaudir el que no nos encontremos con una experiencia inocua y boba, y en cambio, 'No se aceptan devoluciones' hace muy bien su papel y ofrece una cinta que se puede leer de diferentes maneras, con un final que da sentido a todo lo contado, y que hace que lo que hallamos visto sea bastante reseñable, sorprendiendo gratamente tanto el contenido final del filme como la manera de contarlo, lo cual es todo un descubrimiento si estamos acostumbrados a comedias descerebradas y facilonas. En esta película todo es mucho más sutil, con una evolución de personajes realmente interesante que hará que todo el viaje hasta su final sea como acompañar a sus protagonistas por las idas y venidas de la vida, y lo mejor de todo, es que da gusto verlo con su colorido y buen saber hacer.

Sin duda, la cinta resulta ser una grata sorpresa para la comedia, que tiene puntos muy simpáticos, una historia interesante y humana, y una manera de contarla muy amena y visualmente propia, lo cual no me sorprendería que empiece a ser imitada en nuevos filmes, ya que si bien no inventa nada nuevo, sí que sabe coger un poco de todo y darle un valor propio. Alegra ver películas con una propuesta tan humilde y bien ejecutada, donde podemos también hacer múltiples lecturas de su argumento, yendo desde el racismo, la explotación laboral o el desarraigo, siendo de agradecer también la crítica social que acaba siendo el largometraje, y demostrando que se puede hacer buen cine de comedia sin tener que acudir a la broma fácil y los chascarrillos que ya hemos escuchado mil veces. 'No se aceptan devoluciones' es una buena y conmovedora propuesta que merece su oportunidad, más ahora que después de que casi todo el mundo ha visto 'Ocho apellidos vascos', y seguro que quieren volver a reír en los cines.

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