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DÉJÀ VU

'No te preocupes querida': Un déjà vu con estilo que se deja ver, pero no innova en nada

Olivia Wilde aumenta la ambición con su segunda película, pero se queda a medias, a pesar de una puesta en escena impecable y una protagonista (Florence Pugh) que lo da todo.

Por Pedro J. García Más 23 de Septiembre 2022 | 09:45
Redactor y crítico pop. Me apasiona la animación y veo series por encima de mis posibilidades.

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'No te preocupes querida': Un déjà vu con estilo que se deja ver, pero no innova en nada

Es difícil aproximarse a 'No te preocupes, querida' dejando al margen todo el ruido que ha acompañado a la película en los últimos meses, sobre todo si has seguido el drama de cerca. Rumores de problemas tras las cámaras, supuestas rivalidades e infidelidades y una de las campañas de promoción más tensas y surrealistas que se recuerdan en mucho tiempo. Todo esto ha hecho que apenas se hable de la película en sí, centrando la atención en su tumultuoso rodaje y las secuelas (muy públicas) que ha dejado en la recta final hacia su estreno en salas.

Dicho esto, es nuestra labor intentar separar el jaleo externo, por muy entretenido que sea, de la propuesta artística que nos ofrece la película, para valorarla por sí misma, aunque sea inevitable mirar con lupa en busca de indicios en pantalla de ese supuesto desarrollo atropellado. Lo malo es que, incluso haciendo este ejercicio de abstracción, la segunda película como directora de Olivia Wilde acaba siendo decepcionante, un trabajo cuyo resultado no refleja su ambición y que no aporta nada nuevo o excitante a lo que ya hemos visto muchas veces.

Florence Pugh y Harry Styles

Con 'Súper empollonas', Wilde firmó una de las óperas primas más aplaudidas de los últimos años, una refrescante y emotiva comedia adolescente que la situaba, después de una prolífica carrera como actriz, como una de las nuevas voces a seguir en el cine norteamericano. El listón estaba alto y las expectativas aun más, quizá de ahí que con su segundo largometraje, haya caído en el tan temido bache de la segunda película. Con 'No te preocupes querida', Wilde aumenta la escala de su visión, saltando al thriller de misterio y ciencia ficción con más presupuesto, más estrellas y, por tanto, más presión. Una que se puede sentir latiendo amenazante en todo el metraje.

'No te preocupes querida' es la historia de Alice (Florence Pugh), un ama de casa de los 50 que vive con su marido, Jack (Harry Styles) en la comunidad Victoria, una ciudad experimental construida en medio del desierto norteamericano, donde la vida es perfecta, como sacada de un cuadro de Norman Rockwell. Mientras los maridos van a trabajar en la misteriosa compañía detrás del proyecto, las mujeres de la comunidad se quedan cuidando de su hogar, esperando a sus esposos con la casa como los chorros del oro y la cena puesta en la mesa. Todo funciona como un reloj, hasta que un día Alice se da cuenta de que algo extraño está ocurriendo y las grietas empiezan a aparecer en la fachada supuestamente perfecta que es su vida, lo que la llevará a intentar averiguar por todos los medios la siniestra realidad que se oculta detrás de su idílica vida, aunque suponga ponerse en inmediato peligro.

El principal reto al que Wilde se enfrentaba con 'No te preocupes querida' era evitar que los referentes que la componen no acabasen fagocitándola. Y por desgracia, la película es un constante déjà vu que nos remite a obras anteriores de naturaleza similar y nos lleva en todo momento por derroteros de sobra conocidos. Con guion de Kate Silberman, que repite con Wilde tras 'Súper empollonas', el film se basa en una historia de Carey y Shane Van Dyke, una que recicla muchas ideas anteriormente vista en la ciencia ficción y recuerda a cosas como 'Las mujeres perfectas', 'El show de Truman', 'Pleasantville' o incluso la reciente 'Bruja Escarlata y Visión' (además de otros referentes cuya mención constituiría spoiler), relatos sobre personas atrapadas en realidades supuestamente perfectas que ocultan una perturbadora verdad bajo su cristalina superficie, y que forman un subgénero en sí mismo.

Florence Pugh y Harry Styles

El problema de 'No te preocupes querida' es que parte de una idea tan explorada previamente en la ficción, que para llevarla a buen puerto, hay que innovar, encontrar una nueva perspectiva para contarla. Y Wilde, simplemente, no consigue dar con ese ingrediente extra que la separe de sus predecesoras y la lleve más allá del pastiche sexy (pero no mucho). Al final, la directora se queda en la superficie, dando prioridad al estilo por encima de la sustancia, y no llega al fondo de las estimulantes ideas y reflexiones que la historia de Alice plantea y la microsociedad de la película presenta, dejándonos con un mensaje más bien simplista sobre los roles de género.

Tampoco ayuda la estructura de la película. 'No te preocupes querida' dedica excesivo tiempo a su planteamiento y, en consecuencia, cae a menudo en la repetición, dilatando demasiado una historia que pide romper mucho antes, sobre todo teniendo en cuenta que, desde un primer momento, sabemos hacia dónde se dirige. Al final, más que una película, a veces puede dar la sensación de estar viendo un episodio estirado de una serie antológica como 'La dimensión desconocida' o 'Black Mirror', pero una reposición que ya hemos visto y que, por tanto, resulta muy predecible.

Florence Pugh se eleva por encima de la película con otra gran interpretación

Lo que no se puede negar es que 'No te preocupes querida' rebosa estilo por los cuatro costados. Narrativamente puede ser una película descentrada y algo frustrante, sí, pero en lo técnico y visual, es absolutamente impecable. Wilde filma con buen pulso, orquestando una puesta en escena sin apenas fisuras, en la que únicamente chirrían algunos recursos visuales que pueden resultar algo anticuados, pero que por lo demás es tan bella y elegante como un sueño de los 50 en Technicolor. La música de John Powell también destaca y ayuda a crear esa atmósfera inquietante y pesadillesca que envuelve el mundo de Alice. Y el vestuario y el diseño de producción son una completa delicia, cada plano podría ser la portada de una revista de moda o arquitectura.

A nivel interpretativo, la película también cumple. Sobre todo gracias a Florence Pugh, que vuelve a confirmarse como una de las mejores actrices de su generación con otra interpretación entregada y sobresaliente. La joven actriz británica se eleva por encima de todos los contratiempos de la película y es la principal responsable del mantener las piezas unidas y evitar que todo se desmorone, con un compromiso total hacia el personaje y el proyecto. Su partenaire masculino, Harry Styles, se enfrenta al reto de su primer rol protagonista en el cine y lo cierto es que no está a la altura de las circunstancias, pero no tanto por su interpretación, que resulta bastante solvente teniendo en cuenta su falta de experiencia, sino porque el suyo es un evidente error de casting, un papel que le viene grande, a pesar de que también pone de su parte para defenderlo lo mejor posible.

Florence Pugh en 'No te preocupes querida'

En cuanto al resto del elenco, nos quedamos con las ganas de saber más de varios personajes, como por ejemplo el villano interpretado por Chris Pine, una presencia magnética y amenazante que se acaba desinflando como antagonista, así como su abnegada mujer, a quien da vida Gemma Chan, que oculta un personaje muy interesante que no llegamos a conocer nunca. Lo mismo ocurre con el resto de habitantes de la comunidad Victoria, peones en un juego que no pretende en ningún momento convertirlos en personas reales. La que más destaca, curiosamente, es Wilde como la descarada y carismática vecina de Alice y Jack, un caramelo de personaje que la directora, muy inteligentemente, se reserva para ella misma, aunque tampoco para profundizar mucho en ella.

'No te preocupes querida' no es el desastre que nos anunciaron, o el que podrían vaticinar su accidentada producción y morbosa promoción, pero es cierto que se queda a medio camino, dándonos algún que otro destello de brillantez para acabar perdiéndose en las redes de la trampa que se tiende a sí misma. Es difícil no encontrar cosas que disfrutar en ella, su precioso envoltorio retro, su potente interpretación central o varios pasajes que atrapan con su tensión. Pero falta algo. Y no estoy hablando de la coma del vocativo en el título, que también, sino de un enfoque distintivo que justifique volver a contar la misma historia otra vez, que resulte verdaderamente provocador en su crítica social y sea capaz de trascender ese muro de cristal que pone entre nosotros y Alice.

Nota: 6

Lo mejor: Florence Pugh dándolo todo y la impecable puesta en escena.

Lo peor: Le falta originalidad y punto de vista y no consigue sobresalir entre otras propuestas muy similares.