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CRÍTICA ECARTELERA

'Nuestro Tiempo': Reygadas desafía creativamente tu aguante y tu concepción del amor libre

Las tres horas del nuevo film del reputado director mexicano canalizan a través de una relación abierta profundos diálogos sobre las relaciones amorosas modernas solamente lastrados por el intento de clarificarlos.

Por Rafa Jiménez Más 21 de Junio 2019 | 13:40
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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Desde su debut en el largometraje en 2002, el director mexicano Carlos Reygadas ha alzado cada una de sus películas a algunos festivales de premios más reputados del séptimo arte. Sobre todo, ha destacado su presencia casi sin falta en los premios Ariel de la Academia de Cine de México y más de un premio en Cannes, por lo que ya se puede intuir el estilo de su filmografía: dramas reflexivos de largos planos y aún más extensa duración y ambientes rurales para una filosofía existencialista sobre sus dramáticos personajes, muchas veces interpretados por actores no profesionales. Todas estas herramientas tan suyas han sido la materia prima con la que ha construido 'Nuestro Tiempo', su última película presenta en el pasado Festival de Venecia y nominada a los Premios Ariel en las categorías más destacadas.

En esta ocasión, Reygadas lleva su cuento sobre el amor a un rancho ganadero de toros bravos, donde la tradición de las costumbres mexicanas y las reuniones familiares chocará con la modernidad tecnológica y mental de las redes sociales y las relaciones abiertas. La pareja que experimenta con esta idea es la formada por Juan y Esther, interpretados por el propio director (que se atreve a ponerse delante de la cámara otra vez tras su ópera prima) y su mujer en la vida real, la montadora Natalia López. De esta manera, Reygadas juega desde el principio con el carácter realista que se mantendrá en cada plano, discusión y escena de sexo, renunciando al tono experimental de su anterior film, 'Post Tenebras Lux'.

'Nuestro Tiempo'

En aquella película, al igual que en esta, también contó con la participación de sus propios hijos. Esto es también una declaración de intenciones de dos de los temas principales de 'Nuestro Tiempo': la familia y la tradición. Si en 'El árbol de la vida', Terrence Malick recurría a una relación familiar (hijo y padres) para hacer ecos con la historia del universo, Reygadas usa ahora esa misma materia prima (y hasta las mismas claves técnicas: formato panorámico, steady-cam para seguir siempre a los personajes enmarcados en la belleza de paisajes marcadamente naturalistas...) para llevar el análisis al sentido contrario: no hacia fuera de la tierra, sino al interior, a lo más profundo de nuestros sentimientos, emociones y concepciones. Su equivalente más directo es la más reciente 'The Rider', por ese ritmo pausado para facilitar la introspección al protagonista, aunque el film mexicano renuncia a los golpes de efecto y giros de guion con los que contaba la película de Chloé Zhao.

Al igual que los filmes de Malick y Zhao, esta es una película sobre relaciones, y Reygadas sabe ser consecuente con ello en todos los sentidos. Su inteligentísima planificación relega la cámara enteramente al servicio de las relaciones, de manera que los sentimientos de celos, deseo, desconfianza... se establecen con miradas, contraplanos y bien pensados encuadres; en respuesta, los diálogos escasean y sugieren más que explicitan, dejando la carga dramática al fabuloso nivel visual. El mayor trabajo de la película es esa coreografía de la cámara con los personajes para poder atrapar el mayor realismo posible, ya sea con muchos personajes en primer y segundo plano, en escenas íntimas de una pareja o siguiendo a varios niños a su misma altura. En todo momento y a pesar de esos largos planos secuencia, la cámara sabe dónde estar y se nota que la inteligente planificación no es de manual.

Natalia López y Carlos Reygadas en 'Nuestro Tiempo'

Relaciones vistas con inteligencia creativa

Tras presentar a los personajes y el ambiente, el director se permite empezar a ser más reflexivo. La película sigue un camino de exterior a interior, de más cosas generales a menos, pero más intensas. La trama empieza muy abierta con más ritmo, personajes, muchas posibles relaciones y dilemas (los caballos, la finca...); de esta manera, a la media hora de metraje aún no sabemos de qué va exactamente la historia. Todas estas frustraciones amorosas en la familia se concentran entonces en un conflicto claro y establecido (casi apenas literalmente) a la hora de película, pasando de situar y sugerir a focalizar. Esta depuración formal lleva a que, al final, solamente nos movamos entre 2 o 3 personajes y escenarios. 'Nuestro Tiempo' se podría haber construido con esa sobriedad de '10.000 Km', jugando más con el sugerir y la desconfianza del no saber ni ver que sufría David Verdaguer; sin embargo, aquí el objetivo no es la intriga sobre qué ocurrirá en esa relación, sino reflexionar creativamente en el desarrollo de la relación.

En ese avance hacia la reflexión y la introspección, Reygadas empieza a jugar a nivel visual como en esa magnífica escena donde muestra fragmentadamente un recuerdo de la infidelidad como remordimiento, al motivarlo por una canción escuchada en la radio mientras le recibe su pareja. Esa inteligencia es constante en las decisiones de qué ver y qué oir, como demuestran los varios ejemplos de montajes sonoros donde de repente el diálogo se corta o se funde progresivamente con el viento de fondo. Es realmente admirable el trabajo de elección correcta (y arriesgada) de perspectiva sonora y visual, ya sea sacando a personajes de cuadro para que solo les escuchemos u observando una infidelidad a través de las rejas de un armario o el hueco de una puerta, para sentirnos tan intrusos e incómodos como el protagonista.

Natalia López en 'Nuestro Tiempo'

Menos explicaciones y más sugestiones

Igual que ese "menos es más" beneficia en gran manera al conjunto, en algunos puntos también acaba siendo su peor defecto. En los momentos que los personajes explotan, las palabras y los sentimientos se explicitan y la narrativa pierde ese curso natural hasta el punto de ser muy inverosímil y exagerado. Incluso la interpretación de Reygadas flojea muchísimo en estas discusiones de pareja tan típicas de telefilm de serie B, con gritos exagerados y bastante inexpresividad. En su caso, solamente se salva uno de sus momentos final llorando tan desgarrador como el último plano de 'Verano 1993': ambos son la culminación de una represión constante durante toda la película. Sin embargo, el resto de estos momentos quieren mantener el sentimiento y expresividad de antes, ahora comidos por la excentricidad. Por las bases que había sentado desde el principio, 'Nuestro Tiempo' no es una película de gritos.

En el caso de que haya que explicitar los sentimientos, a veces sí que lo hace de manera creativa, como en la mejor escena del film que es ese plano aéreo cenital. La voz en off usada aquí y en unas pocas ocasiones más rompen ese intento de realidad, sí, pero acaba cumpliendo el objetivo de ser introspectiva y emocional; el medio es menos realista, pero el fin sí. De hecho, el plano cierra inteligentemente con el avión entrando en plano, ya que todos estos momentos reflexivos no son tan gratuitos y constantes como en su anterior film, sino que Reygadas se preocupa de justificarlos dentro de la narración (la escena del teatro, las pintadas que ve él en la calle...). Una vez más, demuestra que su fuerte no es centrarse en los lloros y peleas, sino en replantearse el por qué de esos sentimientos; no se trata de exteriorizarlos, sino de depurarlos. Por ello, se agradece el ritmo pausado para poder pararse a pensar y reflexionar.

Natalia López y Carlos Reygadas en 'Nuestro Tiempo'

La trascendencia del fondo sobre la forma

Ese ritmo lento lleva a una duración final de casi 3 horas, la más extensa del director desde los 142 minutos de 'Luz silenciosa' (2007). En esta ocasión, Reygadas también se ha encargado del montaje; quizás por ello y por sus momentos histriónicos, la película peca de ser demasiado cargante en todo el control que ha buscado tener su realizador. Al final, da la impresión de que algunas licencias que este se ha tomado no responden tanto a necesidades de la trama como ocurría en la también extensa y muy realista 'Boyhood (Momentos de una vida)', sino al hecho de no haber podido condensarlo más o haberla trabajado de más (ojalá encuentre más montadores, guionistas y actores de confianza para no tener que ponerse él).

En general, la película exige poner mucho (quizás demasiado) por parte del público, pero quien sepa verla en su conjunto podrá apreciar la complejidad de este juego de niños (planteado literalmente en el arranque de la película) que no saben manejar sus emociones y no quieren abrazar eso tan de adultos como es el compromiso. No es casualidad que esa primera secuencia ya plantee de una manera aparentemente secundaria un triángulo amoroso. 'Nuestro Tiempo' puede funcionar como la contracara menos fantasiosa e idílica sobre el amor y mucho más confrontante y realista que la serie española 'El embarcadero', al atreverse a enfrentar los conceptos de libertad y exclusividad en una relación, y admitir que todos demandamos y necesitamos amor aunque nos asusten el compromiso y los absolutos como a los personajes protagonistas. Gracias a esta valentía y honestidad, pone en juego algunos temas como el machismo o el miedo al compromiso, los cuales hacen trascender esta a veces estridente ficción al final de las tres intensas pero profundas horas de metraje.

Nota: 7

Lo mejor: esa invitación más que compensada a reflexionar de manera creativa e inteligente sobre el amor en pleno siglo XXI.

Lo peor: la cargante redundancia con la que a veces se explicita esa reflexión.

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