Una de las señas de identidad del realizador surcoreano Bong Joon-Ho es su forma de enfrentar al espectador a los problemas del mundo actual y la avaricia del ser humano con obras de puro entretenimiento. Nos habló de los peligros del cambio climático y las desigualdades sociales en el futuro distópico de 'Rompenieves', nos enfrentó a la irresponsabilidad de la contaminación mediante un monstruo mutante en 'The Host' y con 'Okja' pretende que reflexionemos sobre la forma en la que nos alimentamos, el indecente trato que damos a los animales y a la corrupción del capitalismo con una película fantástica sobre el amor más puro.
En los encantadores paisajes de los bosques a las afueras de Seúl comienza esta historia de amistad entre Mija, una niña de 11 años y su enorme cerda transgénica Okja. A medida que avanza la película, Bong Joon-Ho va saltando de un género a otro como si estuviese haciendo cuatro películas en una, tal y como nos contaba en nuestra entrevista uno de sus protagonistas, Giancarlo Esposito. De la fantasía pasa a la comedia, el drama y la tragedia. Los cambios de tono, cada vez más pesimistas, acompañan el descubrimiento de Mija de la realidad del mundo que hay fuera de su aldea y detrás de la gran industria de la alimentación.
De la misma manera que hizo con el personaje de Tilda Swinton en 'Snowpiercer', el realizador retrata el capitalismo, la codicia y en general todas las connotaciones negativas del ser humano a través de la excentricidad. Personajes como el presentador de de televisión Johnny Wilcox (Jake Gyllenhaal) o Lucy Mirando (Swinton) son una caricatura, una deformación de la realidad con peculiaridades casi propias de un dibujo animado. A través de estas exageraciones, Joon-Ho remarca en el espectador la idea lo ridículo de sus acciones utilizando el entretenimiento y el espectáculo como forma concienciación.
La película también es una feroz parodia de los medios de comunicación y la influencia que tienen para construir nuestra visión de la realidad. Gyllenhaal encarna a un zoólogo y personalidad televisiva que es la imagen pública de la corporación Mirando. Lejos de ser sutil, la interpretación de Gyllenhaal muestra dos caras del Dr. Wilcox: su auténtico yo, estridente, molesto, ridículo, y la persona en la que se convierte ante las cámaras. Una caracterización que sirve para acentuar lo diferente que puede ser la realidad de lo que creemos como cierto. En la otra cara de la moneda se sitúa Mija (Ahn Seo-Hyeon) que representa la pureza y la esencia de la relación del ser humano con la naturaleza.
En 'Okja' Bong Joon-ho sigue fiel a su estilo frenético con set pieces marca de la casa como la del centro comercial subterráneo, una secuencia donde despliega todos los elementos que le caracterizan como cineasta. Siempre atento a los detalles, mientras Mija y Okja huyen de los empleados de Mirando, del Frente de Liberación Animal y la seguridad del establecimiento, el realizador consigue aunar en una trepidante escena de acción gags visuales y momentos dramáticos de gran tensión narrativa. A diferencia de la mayoría del cine de acción actual, el director surcoreano imprime coherencia y emoción a lo que en otras manos sería una ruidosa sucesión de acontecimientos.
La gran controversia
Al igual que la corporación Mirando quiere aprovecharse de la imagen de integridad de Mija, resulta contradictorio o cuanto menos curioso, que una película con un mensaje tan anticapitalista esté integrada en una plataforma como Netflix. La plataforma de streaming dio a Bong Joon-Ho libertad creativa total y un presupuesto monumental para crear una película cuya realización y efectos especiales pierden parte de su sentido en la pantalla de un móvil o un iPad mientras vas en el metro. Sin embargo, y al mismo tiempo, es una suerte para todos que una película con un mensaje tan poderoso pueda llegar el mismo día a personas de todo el mundo, y sobre todo a esas personas que no acostumbran a ir al cine. Es parte inevitable del cambio de paradigma que viven nuestros tiempos donde un autor ya consagrado solo encuentra financiación en los nuevos modelos audiovisuales.
El largo camino que Mija y Okja recorren desde Seúl hasta la fábrica de procesamiento de carne revolverá nuestra conciencia y nos hará plantearnos, como mínimo, de dónde viene lo que comemos y por qué disasociamos con tanta facilidad ese filete empaquetado de la nevera del supermercado del animal que hay detrás. Bong Joon-ho nos pide con su cuento mágico que seamos responsables, ¿estaremos preparados?
Nota: 8
Lo mejor: El importante mensaje disfrazado de entretenimiento que propone Joon-ho.
Lo peor: No poder disfrutarla en pantalla grande y que, como advierte la multinacional Mirando, da igual lo que sepamos, seguiremos comprando lo que nos venden barato.