Por azares del destino, la ópera prima del francés afincado en Suiza Elie Grappe llega a salas comerciales en un contexto que le da una profundidad mayor a su propuesta, 'Olga', mostrada por primera vez en la Semana de la Crítica del 74 Festival de Cannes, exhibida en el Festival de Karlovy Vary y elegida por Suiza para representar al país en la categoría de mejor film internacional en los 94 Premios Oscar, que ahonda en el dilema personal que vive una joven gimnasta olímpica ucraniana, obligada a residir en Suiza poco antes del estallido de las manifestaciones y disturbios del Euromaidán que, en febrero de 2014, provocaron la caída del gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich.
Dado que desde el 24 de febrero, día en el que Rusia invadió el este y sur de Ucrania y comenzó así la guerra entre ambos países, la población mundial mira con otros ojos el conflicto, el lanzamiento de 'Olga' refleja cómo pocos años antes, la opinión pública europea no era tan unánime en su apoyo a Ucrania, aunque Grappe opta por convertir su alegato en una travesía personal en la que la realidad política es imposible que sea ajena a las decisiones de su protagonista.
Ambientada poco antes del estallido del Euromaidán, Olga es una adolescente de 15 años que se prepara para competir en el campeonato europeo de gimnasia artística con la selección ucraniana. Su vida dará un vuelco cuando viva en carne propia las consecuencias del trabajo de su madre, periodista, al ser casi asesinadas por gente relacionada con el gobierno de Yanukóvich, al ser su progenitora una de las personas que denuncia públicamente la corrupción que vive el país. Dado que su madre no piensa abandonar su vocación, decide proteger a su hija, enviándola a Suiza, país de donde era originario su padre.
Aunque el escenario suizo fue elegido por comodidad, dado que es donde vive Grappe, es tremendamente metafórico el lugar para desarrollar la trama. País famoso por su neutralidad y por estar aislado de las decisiones políticas de la Unión Europea, al no ser un estado miembro, representa un contraste fuerte con las aspiraciones de una joven que se debate entre el sentir individual y el colectivo. Por un lado, es una gimnasta férrea y aplicada, la cual no se deja arrastrar por sus emociones a la hora de ejecutar los diferentes ejercicios; pero, por otro lado, se muestra impotente ante el surgimiento de la revolución en su país de origen, queriendo formar parte activa de ello.
Sublime ejercicio sobre cómo, cuando está en juego la mera existencia personal, hasta un leve gesto es un acto político
Ese dilema personal puede verse de manera tremendamente frontal en la película, dada la vocación de la protagonista, lo que invita a una serie de secuencias muy física; así como en la disciplina deportiva, la cual es tanto grupal como individual, lo que muestra el fuerte contraste interior que vive la joven, interpretada magistralmente por la gimnasta profesional Anastasia Budiashkina, la cual debuta como actriz en este papel, mostrando ese drama interior que vive la joven Olga de manera excepcional y profesional, pues recuerda cómo de firme es el espíritu del atleta olímpico.
Más allá de ello, Grappe, quien firma el guion junto con la reconocida guionista Raphaëlle Desplechin (hermana de Arnaud Desplechin); hace un certero retrato de cómo reaccionó el resto de la sociedad europea ante el surgimiento del Euromaidán y la actitud pasiva con la siempre beligerante Rusia. A ello se suma cómo el compromiso con la acogida se pone en entredicho cuando se tiene al refugiado en casa y no en lugar ajeno. Grappe no duda en mostrar la xenofobia que existe dentro de la sociedad del país helvético, incluyendo a la población adolescente o cómo un entrenador se muestra claramente irrespetuoso por confundir Ucrania con Rusia y vivir ajenos completamente al drama que vive la muchacha por su país.
'Olga' resulta un debut sublime, con un cineasta comprometido que muestra cuándo resulta pertinente mostrar un compromiso político, especialmente cuando se trata de defender la mera existencia individual. El largometraje tiene la virtud de que trasciende a la actualidad (pues, al fin y al cabo, no se hizo pensando en ella), lo que le confiere como una expresión artística que combina magníficamente el drama social con un relato individual de catársis personal con una protagonista formidable. Grappe ya aspira a seguir los pasos del belga Lukas Dhont o su compatriota Samuel Theis en lo referente en su capacidad de observar y plasmar la complejidad del pensamiento juvenil.
Nota: 8
Lo mejor: La fuerza interior de su protagonista.
Lo peor: Lo mostrado antes de su final es demasiado ambiguo.